Los jóvenes somos uno de los sectores más afectados por las políticas de ajuste del gobierno de Macri. Somos 875.000 los que no accedemos al trabajo ni a la educación; y quienes logran acceder al empleo lo hacen en su mayor parte en negro o bajo altas condiciones de precarización laboral.
Los jóvenes somos uno de los sectores más afectados por las políticas de ajuste del gobierno de Macri. Somos 875.000 los que no accedemos al trabajo ni a la educación; y quienes logran acceder al empleo lo hacen en su mayor parte en negro o bajo altas condiciones de precarización laboral.
En las zonas rurales, los jóvenes nos vemos permanentemente amenazados por el avance de la concentración de las tierras y la expulsión de los más pobres del campo. Nos expulsan a las villas miserias de las ciudades y se quedan con nuestras tierras, despojándonos así de nuestra cultura y despedazando nuestros proyectos de futuro.
En el terreno de la educación, el recorte al presupuesto para las Universidades públicas y la todavía insuficiencia de un boleto educativo nacional que contemple a todos los estudiantes dificultan el acceso y la permanencia de miles de jóvenes en el sistema educativo.
En las barriadas populares, la pobreza es el caldo de cultivo para la multiplicación del negocio de la droga, que todos los días arroja nuevas víctimas haciendo estragos en las franjas más desprotegidas de nuestra sociedad.
La violencia de género también se cobra víctimas entre las más jóvenes, lo que hace cada vez más urgente la necesidad de ejecutar políticas activas para terminar con los femicidios y las desigualdades entre géneros. El gobierno debe ocuparse de posibilitar una vida más plena y libre para todos y todas.
Vemos que durante los siete meses de gestión PRO, el avance y el cambio solo se expresan en el aumento de patrullas que ingresan a nuestros barrios, al aumento del narcotráfico en las esquinas de nuestras casas y a la criminalización política sobre los pibes de la Argentina que nacimos en calles de tierra. Estas son realidades que forman parte de la otra cara del ajuste: las políticas represivas, el gatillo fácil, la violencia y el consumo, que se llevan las vidas de nuestros hermanos, primos y amigos del barrio.
Necesitamos políticas que den respuesta a la realidad que vivimos; que garanticen trabajo, educación, deporte y cultura para los jóvenes, aumento de presupuesto a la educación, medidas para terminar con los femicidios y el flagelo de la droga.
Somos parte de una generación que se moviliza porque nos conmueve la desigualdad social, desigualdad social frente a la que nos encontramos desprotegidos. Abajo, estamos nosotros, luchando para llegar a fin de mes, organizados con la esperanza que nos une para seguir en pie. Sentimos cada injusticia como propia, sentimos como deber defender nuestros derechos.
Queremos pan, paz, tierra, techo y trabajo. Queremos la dignidad que nos merecemos para nuestro pueblo y nuestros pibes.
Por estas razones, el próximo 7/8, siguiendo el consejo del Papa Francisco de que “hagamos lío” ante las injusticias vamos a realizar una gran caravana de la dignidad marchando desde San Cayetano hasta Plaza de Mayo.