Buenos Aires, 26 Julio de 1981
Buenos Aires, 26 Julio de 1981
Señores miembros de la Comisión Interpartidaria
Capital Federal.
De nuestra mayor consideración:
El pueblo ha tomado conocimiento de la iniciativa de Uds. de convocar a todos los sectores representativos de la Nación a fin de reflexionar en común sobre la crisis argentina y ver qué es lo que debe hacerse para solucionarla y cómo hacerlo. Dirigentes de partidos integrantes de la Comisión Interpartidaria nos han comunicado sobre el carácter amplio que tendrá la convocatoria multisectorial propuesta y del deseo de los convocantes de no hacer exclusiones en las invitaciones a la misma.
Nuestro Comité Central, reunido en la fecha, ha tomado conocimiento y discutido sobre esa convocatoria y esos deseos de realizar un amplio debate democrático. Consideramos positivo que el pueblo y los partidos políticos –proscriptos algunos, “congelados” otros– se autoconvoquen para debatir sobre la gravísima situación del país, llevado al borde del desastre económico y social, sobre los responsables de tal situación y respecto de las medidas a encarar para resolverla. Más aún: creemos que en cada ciudad, pueblo, región y provincia, las organizaciones populares deben autoconvocarse, democráticamente, en verdaderos “cabildos abiertos” que, rescatando una antigua y gloriosa tradición nacional, discutan qué pasa y cómo solucionar los graves problemas que agobian al pueblo.
La convocatoria a una multisectorial –para que pueda responder a las expectativas populares– debe ser organizada en forma auténticamente democrática, estimulando y apoyándose, en la creciente resistencia de masas a la dictadura, de la que son un ejemplo actual las innumerables luchas obreras en todo el país; la jornada de lucha organizada por la CGT el 22 de julio, los reclamos del empresariado nacional, los apagones de vidrieras y el paro empresario de la provincia de Buenos Aires, la resistencia masiva del pueblo del Valle de Uco, o de Alicia y otras localidades del interior, la heroica lucha de las “Madres de Plaza de Mayo”, etc. Así logrará ser un factor que contribuya a la unidad antidictatorial. En tal caso, esa y cualquier iniciativa semejante, contará con todo nuestro apoyo.
Habiendo denunciado nuestro Partido –como se conoce– desde mucho antes del 24 de marzo de 1976, el carácter y la política del golpe militar que se tramaba; y habiendo, posteriormente, durante más de cinco años, participado activamente en el combate antidictatorial, como consta a los partidos convocantes a la multisectorial, nos sentimos obligados, y con derecho adquirido, a opinar sobre la misma con anticipación a su proyectada realización siendo, como somos, partidarios de una verdadera asamblea patriótica del pueblo, y aspirando a que se frustren las públicas intenciones de un sector dictatorial que pretende transformar a esa convocatoria de opositora en colaboracionista.
Desde ese punto de vista nos preocupa la metodología utilizada hasta ahora para preparar esa reunión ya que la misma –al reducir su Comisión organizadora a algunos de los partidos no proscriptos por la dictadura violista– abre puertas a pensar que se puede llegar a conciliar con las proscripciones e inhabilitaciones establecidas por la propia dictadura fascista que nos oprime.
Y respecto del contenido (opositor o colaboracionista) de la propuesta multisectorial nos preocupan varias cuestiones de previa resolución respecto del temario de la misma. Todos comprendemos que el debate democrático estará garantizado por un temario amplio. Pero precisamente la amplitud, en este caso, sólo se asegurará impidiendo los condicionamientos que pretende imponer la dictadura a la multisectorial para evitar que la misma adquiera el carácter opositor que el pueblo espera de ella.
Siendo que esa Comisión discute una propuesta programática para la futura multisectorial y, entendiendo que el más amplio arco de opiniones antidictatoriales facilitará el trabajo de Uds., nos permitimos aportar las siguientes consideraciones:
Podemos afirmar que la opinión nacional coincide en que el país vive la crisis más profunda de su historia. Es nuestra convicción que la misma tiene sus raíces en la dependencia de los imperialismos, y el carácter latifundista de nuestra estructura agraria; los terratenientes y la gran burguesía intermediaria son la base de sustentación interna de la dominación imperialista. La dictadura que usurpó el poder el 24 de marzo de 1976, la más reaccionaria desde el punto de vista nacional, político y social, que conoce la historia patria, expresando y favoreciendo a esos intereses antinacionales y antipopulares, es la responsable directa de la situación que padecemos. Durante estos años de terror fascista, posteriores al 24 de marzo de 1976, el pueblo, desde los socavones de la resistencia, ha ido templado su coraje y disposición de lucha al calor del odio profundo que ha alimentado la política de la dictadura. Se ha generalizado la oposición a esta política y crece la resistencia contra ella. Por lo tanto toda coincidencia ciudadana será beneficiosa para la Nación y el pueblo, en tanto y en cuanto aglutine fuerzas para enfrentar a los enemigos del país. En tanto sea opositoria a la dictadura. Lo contrario, el camino de pactos con esos enemigos, cualesquiera sean las buenas intenciones que pudieran inspirar a algunos, reeditará contubernios y concordancias pasadas, y así será juzgado por el pueblo y la historia.
Nuestro Partido propone, para su discusión por el pueblo y sus organizaciones, un programa de 10 puntos, que acompañamos. Queremos detenernos en algunas cuestiones:
En el plano democrático. Es condición previa conquistar un auténtico régimen republicano que garantice la vigencia plena de la soberanía popular, sin condicionamiento alguno. Todo proceso político de democratización será, en los hechos, pseudodemocrático y tramposo en tanto sea convocado, y dirigido, por el gobierno de la dictadura militar, o se base en una concertación o arreglo cívico-militar con la misma.
Coincidimos con la opinión de las Madres de Plaza de Mayo: no es un “problema” privativo de los familiares la situación de los detenidos-desaparecidos; se trata de una cuestión que hace al presente y al futuro de la Nación. El país sabe que la Tte. Gral. Viola mintió alevosamente en sus declaraciones a la revista Time. Ni la complicidad acordada con los crímenes cometidos, ni el silencio cómplice, pueden ser puntos de partida valederos para la democracia que se requiere; más bien, abrirían cauces a la “convivencia” con los secuestros y los campos de concentración, la “capucha” y los “chupaderos”, continuidad del Estado de Sitio permanente y la picana. Sólo la justicia republicana, que no es venganza, puede ser la base sólida de una democracia verdadera. Esta posición clara de la ciudadanía ayudará a reflexionar a los militares patriotas; el pueblo sabrá diferenciarlos, cualesquiera haya sido su responsabilidad en la represión, si los mismos abominan públicamente de esa responsabilidad, dan un paso al frente para enfrentar a la cúpula dictatorial y se unen a las filas del pueblo.
Las inhabilitaciones y las proscripciones políticas, reactualizadas luego del 24 de marzo de 1976, y aplicadas a partidos populares, como el nuestro, e incluso a dirigentes de partidos convocantes de la multisectorial, son incompatibles con la democracia. Si se mantienen, sellarán con su impronta nefasta, inevitablemente, todo intento de democratización. Así lo demostró la década del 30, que quedó inscripta en la historia como la “década infame”. Y así lo comprobó la experiencia todavía fresca de los años que van de 1955 a 1973.
En el plano económico. La crisis se ha extendido a todos los ámbitos de la República. ¿Quién la pagará? Entendemos que el camino del llamado sinceramiento total de la economía, aun cuando se hiciera con una moratoria general, impositiva y crediticia, significará nuevos, ya casi imposibles, sacrificios para el pueblo. Nuestra propuesta de reforma monetaria y condonación general de deudas impositivas y crediticias, nacionalización de la banca, control de cambios, aplicadas por ejemplo en la República Federal Alemana y otros países europeos en la segunda postguerra, acompañada de un aumento general de salarios; congelación de los precios de los artículos de primera necesidad; defensa de las fuentes de trabajo; tierra, créditos baratos y precios compensatorios para chacareros y productores agropecuarios pequeños y medianos; defensa y estímulo de la industria nacional, son un camino comprobado para acabar con la inflación y sus secuelas y estimular la producción y encontrar alivio para la grave situación del pueblo.
Política exterior. La Argentina es un país de Tercer Mundo; como tal requiere una política de unidad activa con todos los países del Tercer Mundo, enfrentando a ambas superpotencias imperialistas, la URSS y los EE.UU. La cúpula dictatorial ha ido amarrando progresivamente el país al imperialismo ruso, sin quebrar la dependencia yanqui. Nuestra patria está inerme internacionalmente: está endeudada con los yanquis y con Europa, pero, especialmente, depende de las compras de la URSS. La construcción por los soviéticos del Paraná Medio, los transformaría en el principal acreedor financiero de nuestro país, y nuestra dependencia tecnológica, en un tema clave como la energía, se agravaría notablemente.
En este contexto, se desarrolla el litigio fronterizo con la hermana República de Chile. Fue Lanusse quien entregó el laudo a Gran Bretaña. Fue la dictadura actual quien, pudiendo retirarlo y conociendo cuáles serían los resultados del laudo, esperó su sanción para rechazarlo con argumentos que transforman el litigio en un conflicto potencial, en el umbral de la guerra. El detonante montado por la dictadura sigue en pie. Una situación de ni guerra, ni paz, semejante a la del Medio Oriente, sólo puede favorecer a las potencias imperialistas en general, y especialmente a ambas superpotencias imperialistas. En este caso, particularmente a la URSS. Urge, pues, en aras del interés nacional, un arreglo pacífico con Chile sobre la base de la propuesta papal.
También son cuestiones prioritarias que hacen a la defensa de la soberanía nacional: la recuperación de las Islas Malvinas, y el ejercicio pleno de nuestros derechos sobre el Atlántico Sur y la Antártida.
Rosendo Irusta