Noticias

02 de octubre de 2010

El gobierno busca ganar tiempo para dividir y derrotar a la rebelión agraria.

Chacareros y trabajadores movilizados y en asamblea

Hoy 1212

1. Un hecho histórico
La rebelión agraria es un hecho histórico. Se puso de pie el principal aliado de la clase obrera. Se habrían movilizado alrededor de 200.000 personas. Se instaló un estado asambleario en pueblos y ciudades, con los autoconvocados, con gran participación de jóvenes y mujeres, con cientos de cortes de ruta.
Emerge toda la complejidad del campo. El gobierno solo vio “oligarcas” hasta que la pueblada lo dejó sin aliento. Es típico de la burguesía intermediaria para la cual las masas populares son sólo “tropa de maniobra”… hasta que hacen tronar el escarmiento.
En la lucha agraria participaron campesinos pobres, gran parte de los cuales son originarios. Son el principal aliado de la clase obrera. Y campesinos medios, otro aliado fundamental.
Participaron campesinos ricos, lo que mostró que es posible una política “de unidad y lucha apuntando a su neutralización como clase”, con “una política activa” para ganar a “los sectores patrióticos y democráticos”, “neutralizar con concesiones a otro sector” y enfrentar “al sector que se alía con el enemigo” (Programa del PCR).
Participaron terratenientes marginales, de las zonas más castigadas por la política del kirchnerismo, lo que plantea la posibilidad de tener una política hacia estos sectores.
La complejidad del campo plantea que no es ni será una amable reunión la disputa por qué línea predomine en la lucha agraria. Es tan dura y difícil como en la ciudad. Exige confianza en la voluntad y la fuerza de las masas oprimidas del campo, y una política justa para la unidad con las masas oprimidas de la ciudad. Las grandes luchas de los trabajadores rurales, que precedieron a la pueblada, también las de los campesinos pobres y originarios, han contribuido mucho a avanzar por un camino con futuro.
Es comprensible que fuerzas reflujistas y/o electoralistas, como el PO o la dirección del PC (que enfrenta la rebelión de gran parte de sus organizaciones), se sientan abrumadas por la pueblada agraria y, de hecho, coincidan o se arrimen al kirchnerismo. Sucede que la clase obrera y las masas populares urbanas bocetaron el camino de la revolución en las ciudades, y ahora, la rebelión agraria, superando todo lo anterior en el combate agrario, bocetaron el camino por el que pueden confluir en la lucha liberadora, y provocaron “la primera crisis política, económica y social importante del kirchnerismo” (Morales Solá, La Nación, 13/4). La pueblada agraria cerró una etapa, hay un antes y un después: lo que viene son tormentas no aptas para reflujistas.

2. Los de abajo
En el Chaco hubo concentraciones de más de 5.000 personas como en Sáenz Peña. El campesinado pobre, en gran medida originario, con centro en Pampa del Indio, participó con su propio programa, que incluyó el reclamo de la tierra que lo enfrenta a terratenientes como Eurnekián y Caravallo. Habían conquistado semillas de algodón, les dieron de mala calidad, lo que les provocó una situación difícil. Salieron a las rutas por semillas e insumos y por alimentos hasta octubre. Les mandaron un camión y lo rechazaron, tuvieron que mandarles 4 camiones.
También se movilizaron los medieros de Asoma, reprimidos en el corte de ruta, y participaron de los “cacerolazos” en La Plata. Le abrieron la mano a Scioli conquistando subsidios.
En Entre Ríos los piquetes y movilizaciones fueron masivos. Reprimidos inicialmente en Paraná, el pueblo se solidarizó con concentraciones como “la mateada” en el túnel sublfluvial con 15.000 personas.
En Santa Fe hubo innumerables cortes de ruta. Gran participación de chacareros pobres y medios, de trabajadores rurales, y también de campesinos ricos. En Firmat, y otros lugares, se sumaron los obreros metalúrgicos, encabezados por los de Vasalli en un acto conjunto. Esta posición de los trabajadores de la rama agro mecánica, puso en evidencia la posición reaccionaria de la dirección de la UOM. Los barrabravas y grupos parapoliciales que movilizó Moyano (usando el cartel de camioneros), ensucian la histórica tradición de la CGT que apoyó las luchas campesinas y apoyó la reforma agraria.
En La Pampa hubo más de 20 cortes de ruta. Hubo también una marcha de 6.000 docentes.

3. Un terremoto
La rebelión agraria provocó un terremoto en el campo, y removió toda la política argentina.
Los autoconvocados
no pertenecen a ninguna organización. Impusieron un funcionamiento de asambleas que desbordó a las organizaciones. Eran la inmensa mayoría en los cortes de ruta (la organización “más chacarera”, Federación Agraria, tiene actualmente 4.000 afiliados). Los autoconvocados buscaron apoyo, para organizar los cortes, en los sectores de probada trayectoria de lucha antiterrateniente, como Chacareros Federados y el Movimiento de Mujeres en Lucha.
Luego del primer discurso de Cristina Fernández las 150 personas del corte de Firmat se convirtieron en 5.000. Los discursos de la presidenta, las patotas de Moyano y de D’Elía, volcaron oleadas en las rutas, llenas de bronca.
Los intendentes y concejales, muchos de ellos peronistas o radicales K, apoyaron la lucha. Los pueblos hacen las cuentas. En Balcarce, por cada hectárea de soja, el municipio se lleva $ 8, la provincia $ 28, y el gobierno nacional $ 1.225 de lo que no le vuelve nada. El centralismo unitario de la “caja K”, y de intendentes y gobernadores que tienen que ir a mendigar obras, y pagar coimas, fue puesto en la picota.
Las fuerzas antiterratenientes del campo, en las que participa el PCR, siempre nos hemos opuesto a “la reunión de las 4 organizaciones agrarias”. En este caso, fue el hachazo en bloque del gobierno y la rebelión agraria autoconvocada lo que provocó esos acuerdos. Miguens (presidente de la Sociedad Rural) venía “conversando” con el kirchnerismo, también sectores de Coninagro y algunos de CRA. La autoconvocatoria en los pueblos y ciudades chicas de las provincias empujó, desde abajo y desbordó a las direcciones de “las 4”. La rebelión impuso sus formas de lucha y su estado asambleario, reservándose las decisiones sobre la negociación.

4. La fractura de los de arriba
El hachazo indiscriminado a las retenciones fracturó al grupo de monopolios (imperialistas y de burguesía intermediaria del imperialismo) y de terratenientes, que tienen el poder en la Argentina, grupo que llamamos bloque dominante.
La lucha de los de abajo dividió a los de arriba. La explosión de los “autoconvocados” fue lo que estimuló la división de sus opresores.
Se fracturó el bloque dominante, y también se fracturó el sector hegemónico de ese bloque dominante. Monopolios, terratenientes y pooles del complejo sojero eran parte del riñón del poder: Cristina hizo lo imposible para que Urquía fuera gobernador de Córdoba; Grobocopatel y Elsztain son socios de negocios con Kirchner. Otros grupos, como el ganadero, el tambero ya habían pasado a la oposición. La fractura va más allá de “los agrarios”. Por alguna razón, también está crítico el grupo Clarín, fuertemente presionado para que venda parte de sus acciones a “los K” (ahora Kirchner mandó a su ex chofer, Rudy Ulloa, a ofrecer 320 millones de dólares para comprar Telefé, Canal 11, a Telefónica).

Tablero político pateado
Con el tablero político pateado por la lucha agraria, el kirchnerismo aprieta y negocia tratando de salvar su proyecto de PJ-K.
En Córdoba el kirchnerismo está en el aire. Presiona a Schiaretti usando el intendente de la capital. De la Sota está en la oposición. Juez y el radical Negri hicieron una reunión conjunta.
En Santa Fe mandaron a Reutemann “a Siberia”. Binner y los intendentes se opusieron a la política agraria K. En Entre Ríos ya se habla de “dos gobiernos”, uno de Urribarri y otro, paralelo, de Busti. En Chubut, Das Neves arma su juego para el 2011.
La rebelión de los intendentes sacude a los oficialistas y a los radicales K, amenazando toda la zona agraria bonaerense. El de Pergamino (y otros del “grupo Olavarría”) negocian su regreso a la UCR. El ex intendente de Mar del Plata, Katz atacó “el estilo castrense” del kirchnerismo.
El drama del kirchnerismo es que necesita la “caja única K” para armar un partido del sistema disciplinado, y la rebelión agraria golpea los impuestos confiscatorios y la coparticipación. Por eso, el kirchnerismo no está dispuesto a ceder. Ya fracasó con sus proyectos “transversal” y de “la concertación plural”. No puede fracasar con el PJ-K. Busca ganar tiempo para dividir la protesta agraria, aislar a los sectores más combativos y derrotarla.

5. Lo nuevo por abajo
Miles de jóvenes están rebelados. Son hijos de chacareros y contratistas, una parte de los cuales son los nuevos obreros rurales de la soja. Han sido los grandes protagonistas en las rutas. Tienen la solidaridad de los pueblos, y de las fuerzas combativas de las grandes ciudades. Se hartaron y se plantaron. Quieren ir por todo, porque sino volverán a vivir el infierno del 2001.
Se realizó una asamblea en Casilda de filiales de FAA y autoconvocados. Se marcha a otra, nacional en Entre Ríos. Hay unidad en mantenerse movilizados y en asambleas, al costado de las rutas. Y en las asambleas se discute el programa con los reclamos (ver págs. centrales).
Hubo negociadores “optimistas” luego de la reunión con Cristina Fernández, pero las asambleas “no creen porque nunca cumplió”, y exigen que se vuelva atrás en las retenciones, como condición para negociar los demás temas.
La solidaridad con la lucha agraria es el eje de lucha de todo el movimiento obrero y popular. Empalman con los trabajadores de Rigolleaux y los petroquímicos de Bahía Blanca y otras fábricas en lucha. Con la bronca del movimiento de mujeres frente al escandaloso fallo de la Corte Suprema contra Romina Tejerina: Lorenzatti, el ex montonero y actual presidente de la Corte cambió el voto por orden de Cristina Fernández.
Junto a la lucha de los chacareros y trabajadores del campo, la lucha por paritarias y contra la carestía, la de los desocupados y jubilados por aumento de los planes sociales y jubilaciones, la de los estudiantes y los trabajadores de la educación y la salud por presupuesto, la de los movimientos ambientalistas, hay que confluir en un paro activo nacional obrero, campesino y popular que le abra la mano al gobierno. El camino de la rebelión agraria ha vuelto a demostrar que es el único que crea las condiciones para acumular fuerzas, acabar con esta política y conquistar un gobierno popular, patriótico y democrático.