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30 de octubre de 2019

Nunca nada será igual en el país hermano

Chile: un pueblo movilizado

La lucha popular desnudó la mentira del “oasis” chileno y reclama cambios de fondo. La brutal represión de carabineros y militares no pudo sacar al pueblo de las calles.

Cecilia Morel, esposa del presidente de Chile Sebastián Piñera, calificó de “invasión alienígena” la gran rebelión popular en el hermano país. Así de lejos de los reclamos de las masas están los gobernantes chilenos. Por eso, frente a la oleada de demandas que arrancó a mediados de mes contra los aumentos en la tarifa del metro de Santiago, la primera reacción de Piñera fue declarar el estado de emergencia y el toque de queda en casi todo Chile, mandando a las fuerzas armadas a reprimir la protesta.

La salvaje represión por parte de carabineros y militares, con más de 20 muertos confirmados oficialmente y más de 40 según organizaciones de derechos humanos, centenares de heridos y miles de detenidos, violaciones a mujeres, torturados y desaparecidos entre otras atrocidades, no ha podido sacar al pueblo chileno de las calles. Al contrario, cada día se suman nuevos sectores a la lucha. Como nos decía un amigo desde Chile: “Hay una crisis política gigante. Se empiezan a ver contradicciones en el gabinete de Piñera y dentro del Ejército. Si Piñera supera esta crisis, su gobierno será débil. Porque la gente sigue en las calles. Es muy bonito ver este momento histórico. Nunca hubo un reclamo tan transversal”.

Génesis de una rebelión popular

Hace pocas semanas, el presidente Piñera decía en tono jactancioso que Chile era un “oasis” en una América Latina convulsionada. Con esa soberbia que tienen los representantes de las clases dominantes en nuestro continente, el ministro de Economía dijo, al momento del aumento de la tarifa del metro que destapó la olla de luchas, que si los santiaguinos querían pagar menos, que se levantaran más temprano para pagar una tarifa más barata. Ya hemos visto la respuesta popular al tarifazo, y cómo a partir de allí se vienen sucediendo inmensas luchas.

Hace crisis un “modelo” económico que se sostiene desde la dictadura pinochetista, con muchos de sus recursos naturales privatizados y en manos extranjeras; con bajos salarios y alto endeudamiento de las familias trabajadoras. Con las jubilaciones mercantilizadas por las AFP’s, con una educación carísima que endeuda a las familias, y una salud dividida en dos sistemas: uno que abarca al 80% de la población y es desastroso, y otro privado que cubre al 20% de los sectores más ricos de la sociedad.

En estos años, el “modelo chileno” estuvo cuestionado por gran cantidad de luchas parciales. Hubo masivas marchas por el cambio en el sistema de jubilaciones privatizadas, luchas estudiantiles reclamando la gratuidad de la enseñanza, reclamos de muchos sectores de trabajadores, así como recrudeció el histórico reclamo del pueblo mapuche. En los últimos tiempos, “las luchas de las mujeres han llevado la batuta en el movimiento popular y han visibilizado la profunda desigualdad entre hombres y mujeres”, escribe un protagonista de las últimas manifestaciones.

Con esta gigantesca oleada de lucha emergen además grandes casos de corrupción que involucran a los mandos de Carabineros y del Ejército, así como los que involucraron a políticos del sistema, como el llamado “Pentagate”, un gigantesco fraude al fisco, y el “caso SQM”, por las siglas de Sociedad Química y Minera de Chile.

La represión salvaje no detuvo la oleada de luchas

Día a día se conocen más denuncias y filmaciones de tremendas violaciones a las libertades democráticas. El presidente Piñera es directamente responsable de estos crímenes de lesa humanidad. En primer lugar porque decretó el estado de emergencia en varias ciudades, y porque dejó en manos de la comandancia del Ejército el establecimiento del toque de queda en distintas ciudades, con la movilización de las fuerzas armadas. Además, fue el propio presidente chileno el que dijo el 20 de octubre “estamos en guerra contra un enemigo poderoso”.

Con el correr de los días y la valiente movilización del pueblo chileno, se van conociendo detalles de este actuar criminal de las fuerzas represivas. “Las cifras de muertos, detenidos, torturados y de mujeres violadas crecen cada día más demostrando la grave situación en la cual se encuentra el país”, nos escriben desde Chile.

El sitio http://represionenchile.com recopila gran cantidad de denuncias y videos, donde se ve cómo carabineros y militares golpean a niños, jóvenes, mujeres o mayores; disparos de carabineros a bomberos en servicio, maltrato de detenidos, carabineros rompiendo candados de comercios. Incluso se pueden ver enfrentamientos entre carabineros que reprimen y militares que intervienen para detenerlos.

Un aspecto particularmente aberrante de esta represión es el ensañamiento contra las mujeres, sean las que están en lucha o cualquiera que ande por las calles. Ya hay una decena de querellas judiciales por abuso sexual por parte de carabineros y militares, pero son muchas más las denuncias de cómo obligan a las detenidas a desnudarse delante de militares varones, niñas menores de 16 años en celdas sin agua ni comida ni acceso a hablar con sus familias. Hay denuncias concretas por violaciones.

A los muertos confirmados, se suman decenas de heridos de distinta gravedad (45 perdieron la vista de un ojo), torturas a detenidos, entre una larga lista de iniquidades. La ex presidenta Bachelet, hoy “alta comisionada” por los Derechos Humanos de la ONU, dijo que enviará una misión “de verificación” de las denuncias. Una burla.

Un pueblo movilizado

El estallido social “sorpresivo, rápido y multitudinario” como decía un participante de la lucha en el país hermano ya lleva más de dos semanas, y no se detiene. Piñera quedó acorralado por la lucha popular. Eso sí, fiel a lo dicho por su mujer, sus medidas llegan sólo a “reducir nuestros privilegios y compartir con los demás”, como aclaró Cecilia Morel.
En los últimos días se han sumado a las marchas, que comenzaron los jóvenes estudiantes, distintos sectores sociales y políticos. Varios gremios han lanzado huelgas y se vuelcan a las calles, como los transportistas, los mineros, los docentes, trabajadores de la salud, estatales, entre otros. En este proceso de lucha se ha conformado la Unidad Social, que agrupa a la Central Unitaria de Trabajadores, CUT y distintos movimientos sociales. Desde ahí se realizó la convocatoria a huelga general nacional los días 23 y 24. Sus demandas fueron: La inmediata derogación del estado de emergencia y el retorno de los militares a sus unidades y cuarteles, “el retiro de todos los proyectos de ley que conculcan los derechos sociales, económicos y culturales del pueblo chileno: Pensiones, Reforma Tributaria, Ley del Sence y la no aprobación del TPP” y “La definición e implementación de un paquete de medidas económicas de urgencia en materia de derechos sociales para el pueblo trabajador de Chile”. De la Mesa de Unidad Social nació la “Marcha más grande”, del 25 de octubre (ver recuadro).

Desde este nucleamiento, así como de varios sectores, crece el reclamo de una Asamblea Constituyente, para cambiar la actual Constitución chilena que, con algunos parches, sigue siendo la aprobada en 1980, en plena dictadura de Pinochet. Crece, también, la consigna “Piñera renunciá”.

Desde este lado de la cordillera, el pueblo de San Martín extiende un abrazo solidario al valiente pueblo de O’Higgins, y saluda los nuevos vientos de lucha que recorren América Latina, que más temprano que tarde alumbrarán la Patria Grande por la que lucharon nuestros patriotas.

La marcha más grande

El 25 de octubre millones de chilenas y chilenos ganaron las calles, con las consignas “Chile despertó”, “Renunciá Piñera”, junto a decenas de demandas sectoriales. En la capital, Santiago, cerca de un millón y medio de personas protagonizaron “la marcha más grande” (así se la convocó) que se recuerde desde la caída de la dictadura de Pinochet.

Se mezclaron en las calles los estudiantes que iniciaron esta oleada de luchas “evadiendo” el aumento del Metro, trabajadoras y trabajadores, familias enteras, hinchas de los principales clubes de fútbol con sus banderas, partidos políticos, organizaciones sociales, movimientos de mujeres y un largo etcétera de todas las edades y sectores populares.
Se vivieron momentos de honda emoción, al reconocerse protagonistas de una jornada histórica, en la que se mezcló la alegría de las canciones y hasta bailes alrededor de los “pacos”, hasta la bronca por los muertos y la represión, que volvió en horas de la noche cuando se desconcentraba la multitud, y derivó en nuevos enfrentamientos con las fuerzas represivas y en la ratificación del toque de queda. Al día siguiente, 26 de octubre, Piñera tuvo que volver a recular, levantando el toque de queda, el estado de emergencia, y pidiendo la renuncia de todo su gabinete. Nada será igual en Chile después de esta extraordinaria y profunda oleada de luchas.

escribe Germán Vidal

Hoy N° 1789 30/10/2019