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02 de octubre de 2010

Resumimos aquí algunas notas de diario yanqui Wall Street Journal de la primera semana de julio, sobre la nueva caída en las bolsas.

China, la más golpeada

Hoy 1224 / Los nubarrones de la economía mundial derrumban las Bolsas

El primer semestre de 2008 mostró una caída generalizada en casi todas las bolsas del mundo. Desde Shangai, donde la bolsa cayó 48%, a Francfort (Alemania), donde perdió 19%, a Estados Unidos, las acciones se desplomaron.
Los inversionistas comenzaron el año con la amenaza de que la crisis financiera, cuyo epicentro está en Estados Unidos, desembocara en una recesión global. A lo que ahora se suma el temor por la inflación. Economistas de Merrill Lynch calculan que la tasa global de inflación está en un 5,5% frente a un 3,5% a principios del año, por los crecientes costos de los alimentos y la energía.
En momentos en que comienza el segundo semestre, los inversionistas están preocupados de que los bancos centrales del mundo se vean forzados a subir las tasas de interés para contener el alza en los precios, pese a que el sistema financiero internacional sigue afectado por los problemas del mercado hipotecario estadounidense. La mejor noticia para muchos sería un declive en los precios de los commodities, lo cual aliviaría la presión sobre los márgenes de ganancias y les daría espacio de maniobra a los bancos centrales. La probabilidad de ello, sin embargo, parece ser escasa.
Brasil y China ya han empezado a subir las tasas. Merrill Lynch calcula que más de tres cuartas partes de los bancos centrales del mundo han hecho lo mismo. A lo que se sumó el Banco Central Europeo elevando su tasa de referencia a 4,25%. “Los problemas ya no están confinados sólo a Estados Unidos”, dice Bruno Berry, gestor de portafolio de Morley Fund Management en Londres. “Ningún área va a ser inmune.”

La profundidad de los “males financieros”
El bajón del Promedio Industrial Dow Jones, en Nueva York, comenzó a mediados de mayo e hizo que el principal indicador estadounidense acabara el segundo trimestre con una baja 912,88 puntos, un 7,6%, para ubicarse en 11.350,01 unidades. La caída representa un declive de 19,9% frente a su máximo, a un paso del 20% que es considerado el inicio de un mercado a la baja.
Las acciones del sector financiero lideraron el descenso a medida que bancos grandes y pequeños anunciaban rebajas contables a raíz de sus pérdidas crediticias. La aseguradora American International Group, uno de los integrantes del Dow, cayó 39% en el segundo trimestre al paso que Bank of America, otro miembro del índice, descendió 37 por ciento.
El componente del Dow que registró la mayor caída fue la automotriz General Motors, cuya acción cedió casi 40%, 70% desde agosto de 2007. De los 30 integrantes del Dow, 23 cerraron el trimestre en rojo. Entre las pocas empresas que salieron airosas figuran ExxonMobil y Chevron, las cuales se beneficiaron del auge en los precios del crudo, que superaron los US$ 140 el barril.
Los inversionistas ven el futuro con pesimismo. Después de siete recortes en las tasas de interés desde septiembre, la Reserva Federal de los Estados Unidos parece estar en un dilema entre estimular el crecimiento y combatir la inflación. La Fed mantuvo las tasas estables en su reunión de junio, en medio de especulación de que podría haber incrementos de tasas en los próximos meses para frenar las presiones inflacionarias. En Wall Street se teme que las altas tasas de interés ahoguen a la ya deprimida economía estadounidense. Muchos analistas argumentan que las cifras serán más negativas una vez se desvanezcan los efectos del paquete de estímulo fiscal del gobierno y los consumidores queden con pocos ingresos disponibles después de llenar los tanques de sus autos y los carritos del supermercado.

La crisis se extiende a Asia y Europa
Aparte de la inflación, países como China e India luchan con las consecuencias de los gigantescos saltos que dieron sus acciones el año pasado.
En China, los altos costos de las materias primas y el fortalecimiento del yuan están mermando las ganancias de las empresas. Las utilidades de las compañías chinas subieron 17,4% en el primer trimestre de 2008, frente a un crecimiento de 49,4% del año pasado, según Jing Ulrich, presidenta de renta variable para J.P. Morgan Securities en Hong Kong. El número de compañías no rentables se ha más que duplicado, dice, y ahora representa el 15,4% de todas las empresas chinas en bolsa.
China no es un caso aislado. Las bolsas de Hong Kong, Mumbai y Singapur han caído 21, 34 y 15 por ciento, respectivamente, en el primer semestre.
A su vez, los mercados accionarios europeos vienen sufriendo fuertes caídas junto a la desaceleración que se observa en sus economías. Los bancos europeos, afectados por rebajas contables de miles de millones de dólares, son renuentes a conceder crédito a las empresas en momentos en que el alza de la energía y el costo del dinero le quitan aire a las ganancias. El indicador bursátil paneuropeo Dow Jones Stoxx 50 ha caído 25% este año. Entre las principales víctimas están empresas como la alemana Siemens, cuyas acciones han perdido un 34% de su valor este año, y las de Unilever, que han caído un 27 por ciento. El alza de los costos amenaza la máquina exportadora china
Un cartel que cuelga en su principal avenida proclama que Honghe es “la ciudad china famosa por sus suéteres”. Sin embargo, la economía de la ciudad de los suéteres se está deshilvanando.
En las últimas dos décadas, Honghe, a 90 minutos en auto de Shangai, se labró un cómodo nicho en la economía mundial. Llegó a tener a unos 100.000 residentes empleados en 100 fábricas y 8.000 talleres para tejer, teñir, empacar y exportar unos 200 millones de suéteres al año. El gobierno estima que el sector facturaba unos u$s 650 millones anuales.
Ahora, muchos exportadores y talleres han cerrado sus puertas. A otros no les ha quedado más alternativa que disminuir su producción. Y algunos de los inmigrantes que llegaron en busca de empleo están regresando a sus hogares.
Los fabricantes dicen que el alza de las materias primas y la energía han reducido sus ganancias. El fortalecimiento del yuan ha encarecido las exportaciones de Honghe en mercados importantes como Estados Unidos, donde el precio de los productos chinos subió un inusitado 4,6% en mayo frente al mismo mes del año pasado, según el Departamento de Comercio estadounidense. Los compradores extranjeros, acostumbrados a los precios bajos, a menudo se niegan a pagar más.

Los límites del mercado
El aumento de los costos afecta a las empresas a lo largo y ancho de China, pero las más golpeadas han sido las que satisfacen el vasto apetito internacional por artículos como juguetes, productos para el hogar, calzado y vestuario.
Los fabricantes de productos baratos han sido un motor clave del “milagro económico chino”, contribuyendo a convertir al país en el segundo exportador del mundo después de Alemania. Durante años, siguieron creciendo al expandir sus volúmenes y reduciendo sus márgenes para superar la competencia. Ahora estas empresas son vulnerables a la apreciación del yuan y al alza de los costos laborales.
La transformación es más visible en las ciudades que ligaron sus fortunas a la fabricación barata de un producto, desde la provincia de Guangdong en el sur a las cercanías de Honghe en el delta del río Yangtze. Muchos de estos centros manufactureros han visto cómo cientos o incluso miles de fábricas han cerrado en meses recientes, según ejecutivos de la industria.
En Shengzhou, una ciudad cerca de Shangai que se jacta de producir un tercio de las corbatas del mundo, los fabricantes están tratando de hacer un frente común para aumentar los precios. En Dongguan, en Guangdong, han cerrado sus puertas fabricantes de juguetes y zapatos.
El cambio de fortuna ha sido rápido para empresarios como Yao Herong, presidente de Jiaxing Yishangmei Fashion Co., uno de los mayores exportadores de Honghe. La empresa estaba en plena expansión en 2005, cuando realizó un contrato con la estadounidense Wal-Mart, que pronto llegó a representar el 20% de su negocio, dice. No obstante, los grandes pedidos de Wal-Mart y otros clientes estadounidenses empiezan a escasear. Wal-Mart informó en un correo electrónico que no terceriza actualmente en fábricas de Honghe, sin añadir más información. “Estamos muy preocupados”, dice Yao.

Debilidad de una economía exportadora
Al igual que muchos otros sectores en el país, la industria de los suéteres se habría sobreexpandido. Honghe es una de al menos seis ciudades que aseguran producir más de 100 millones de suéteres al año.
Muchos economistas y autoridades del gobierno opinan que el país ha recurrido demasiado a los recortes de costos y modelos de producción simples para aumentar las exportaciones a niveles contraproducentes.
“Una dependencia tan alta en el comercio exterior no es buena para China”, indica Yu Yongding, investigador de la Academia China de Ciencias Sociales, un centro de estudios ligados al gobierno. Mientras para Estados Unidos y Japón el comercio exterior representa un 20% de su Producto Interno Bruto, en el caso de China la cifra es de 75%, dice Yu.
Un sondeo de la Cámara de Comercio Estadounidense de Shangai y la consultora Booz Allen Hamilton el año pasado halló que el 83% de las empresas que respondieron planea mantener su producción en China, aunque un 17% trasladaría algunas operaciones a otros países de bajo costo, como India o Vietnam.
Yao, por su parte, está tratando de colocar sus productos en otros mercados, con frecuencia más pequeños y menos lucrativos (como la Argentina). Hace unos días, empaquetadores en su almacén principal envolvían suéteres con destino a Sudáfrica, ya marcados a 49,99 rands, unos US$ 6,25.