Sobre unos 2.300 niños y adolescentes de ciudades con más 200.000 habitantes: Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Mendoza, Salta, Resistencia, Paraná, Neuquén y Bahía Blanca, un 60% vive en hogares vulnerables.
Los datos que nos brinda este informe nos muestran la realidad y desenmascaran la Argentina del crecimiento y la redistribución que nos quieren vender con el discurso K.
Porque son los números de la pobreza actual, los de los chicos que tienen que dejar la escuela, que no tienen acceso a la salud, los que no obtienen una alimentación adecuada, los que, en definitiva, necesitan otras condiciones de vida para afrontar su crecimiento.
El informe analiza que el 14% de los niños y adolescentes comparten una cama o colchón para dormir; el 32% vive en casas precarias; el 23% se ve afectado por la tenencia irregular de vivienda (sus familias se mudan constantemente).
Y los problemas de hacinamiento -más de tres personas por cuarto- afectan a dos de cada 10 chicos. Este déficit de habitabilidad influye en las condiciones de salubridad y en la falta de equipamiento satisfactorio para atenderlos dentro de los hogares.
Además, según el mismo estudio, el 33% de los niños y adolescentes, por problemas económicos, dejaron de atender su salud; el 46,5% de esos hogares no cuenta con una cobertura de salud (obra social, mutual y menos que menos prepaga o servicio de emergencias).
El 46% de esas familias dejó de comprar ropa. En el 44% de las casas donde viven esos pibes debieron restringir el consumo de alimentos en el último año. Y un 9% directamente experimentó lo que es sentir hambre. Estas condiciones de crianza repercuten sin dudas en las motivaciones y estimulaciones intelectuales de los chicos. Por dar un ejemplo, al 35% de los nenes de hasta cinco años jamás les contaron un cuento o les relataron una historia.
Y en esto tiene mucho que ver la ausencia de jardines maternales en los barrios, que reciban a nuestros chicos y les brinden un lugar y una atención "privilegiada", con profesionales capacitados para tal fin.
En un chico, la falta de alimento, la falta de vivienda digna, la falta de juego, la falta de jardines y escuelas, deja huella. Y esa marca se lleva el resto de la vida, ya que "las faltas" durante la niñez, no se recuperan en otro momento.
En este estudio de la UCA se muestran sólo algunos datos de la realidad de 2.300 niños. Niños a los cuales no les llegó ni un centavo de las cifras récord recaudadas por el gobierno kirchnerista.
02 de octubre de 2010
