La masacre de los trabajadores de la Patagonia de fines de 1921 fue preparada en Buenos Aires. Hay múltiples testimonios de las “gestiones” realizadas por los terratenientes santacruceños, exigiendo que el gobierno de Hipólito Yrigoyen mande tropas a la Patagonia de manera urgente, para contener a los huelguistas. Mientras, en las estancias los patrones desconocían el acuerdo firmado en febrero de ese año, con lo que crecía el descontento entre los obreros rurales.
El presidente de la Sociedad Rural de San Julián, Cobos, quien presenta un informe al Ministerio del Interior: “En él pide el establecimiento urgente y permanente de tropas de línea en los puertos y localidades principales a los efectos de ‘garantir’ la vida, intereses y libertad de trabajo seriamente amenazados por las convulsiones obreras de carácter anarquista”, escribe Osvaldo Bayer en La Patagonia Rebelde.
Los estancieros llegan a la misma Casa de Gobierno, primero Correa Falcón, y luego Mauricio Braun y Carlos Menéndez Behety, al frente de un grupo selecto de propietarios, quienes se entrevistan con el presidente Yrigoyen. Fogoneando la campaña, los medios al servicio de la oligarquía como La Prensa y La Nación se llenan de artículos alarmistas y exigen la represión a los trabajadores, que en la estancia La Anita han retomado la huelga porque no se cumple el pliego de condiciones. El presidente de la Sociedad Rural de Río Gallegos, Ibón Noya, le pide al presidente de la Cámara de Diputados que envíe tropas de manera urgente, para evitar que siga avanzando un “estado de descomposición social ocasionado principalmente por fermentos inmigratorios no deseables”. Estos eran parte de los integrantes de una Liga Patriótica en la que predominaban los súbditos de la corona británica con estancias en nuestra Patagonia.
Los aprestos represivos crecen. Llegan a Santa Cruz los primeros rompehuelgas reclutados por la Asociación del Trabajo Libre, y en una reunión en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires se unifican los terratenientes de toda la Patagonia. Así llegamos a agosto de 1921.
En octubre de 1921 comienza la segunda huelga grande de las estancias patagónicas. El “Gallego” Soto deja la secretaría de la Federación Obrera de Río Gallegos para concentrarse en el trabajo entre los obreros rurales, y se interna en el territorio de Santa Cruz. Recorre estancias y puntos importantes de la provincia preparando la huelga, retoma la modalidad de la primera de concentrar a los huelguistas en lugares apartados y desde allí ir a las distintas propiedades en busca de levantar a los peones, y obtener víveres.
En Río Gallegos queda al frente, con el acuerdo de Soto, Antonio Paris, un mozo español que cobró notoriedad por encabezar el boicot a algunos personajes de las clases dominantes, negándose a servirlos durante un banquete por el 9 de Julio.
El clima en la provincia, incluso antes de la llegada de las tropas enviadas por el gobierno de Yrigoyen, al mando del teniente coronel Varela, es de una creciente represión. La policía encabeza varios operativos contra la Sociedad Obrera, deteniendo a la mayoría de la Comisión Directiva. Muchos son embarcados hacia Buenos Aires, “deportados”.
Esto es el desencadenante de la huelga en octubre, por la que se pide la libertad de todos los detenidos. Soto, ya fuera de Río Gallegos, refrenda el llamado a la huelga general hecho por la Sociedad Obrera: “¡Trabajadores del campo! Recojamos el guante con gesto digno de hombres y neguémosnos a producir para esos zánganos de la bandera. La arbitraria deportación de nuestros compañeros pide nuestros esfuerzos y hasta nuestro sacrificio, ante tal atropello”. El trasfondo de la huelga es la prolongación de la crisis lanera por la caída de los precios de exportación, y el incumplimiento del acuerdo entre patrones y obreros, con el laudo del gobierno provincial y el visto bueno de Varela, que puso fin a la primera huelga.
Las fuerzas obreras llegan a esta segunda huelga divididas. Por un lado la FORA sindicalista realiza un trabajo divisionista en varios sindicatos de las ciudades portuarias, y además se produce la ruptura entre uno de los protagonistas de la primera huelga, “El Toscano” y Antonio Soto. Tras una entrevista a principios de octubre, se separaran el dirigente de la Sociedad Obrera y el líder del llamado “Consejo Rojo”, que planteaba que no sólo había que levantar a la peonada sino que los huelguistas tenían que atacar las comisarías. Soto defiende el carácter pacífico de la huelga y que se limite a las estancias que no cumplían el acuerdo de febrero.
Hoy N° 1890 17/11/2021