El kirchnerismo, tanto en su versión masculina como femenina, siempre se refirió a los sucesos del 19 y 20 de diciembre de 2001 como “trágicos”, o como un “infierno”. En realidad, esa gran pueblada nacional, fue el producto de una inmensa oleada de lucha obrera y popular, frente a la tragedia y el infierno a los que fueron sometidas las masas por las políticas de los gobiernos de esos años. El Argentinazo hizo emerger una situación revolucionaria, a ese “infierno” le temen las clases dominantes.
Un nuevo auge de luchas
En diciembre de 1993, con la rebelión conocida como el Santiagueñazo, comenzó un período de auge de lucha de las masas, que con sus idas y vueltas, continúa hasta ahora. Como analizó el 9º Congreso del PCR, en el año 2000: “en un proceso en espiral, con momentos de grandes picos y otros de calma relativa, el auge de masas, atizado por la crisis económica y social y motorizado por la actividad conciente de nuestro Partido y otras fuerzas combativas y revolucionarias, se profundizó y se extendió a todo el país y al conjunto de las clases y capas sociales afectadas por la política menemista. Se produjeron grandes puebladas. Hubo paros nacionales llamados por la CGT y, por primera vez en décadas, paros nacionales al margen de ella. Se realizaron dos Marchas Federales con enorme repercusión pública, innumerables cortes de ruta, marchas, ocupaciones de fábrica y edificios gubernamentales. Todo esto desenmascaró y desgastó al menemismo, y fue decisivo para frustrar muchos de sus planes e impidió la maniobra de la re-reelección de Menem. La primera Marcha Federal permitió el surgimiento de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y ésta fue el motor de la coordinación de las fuerzas del movimiento obrero que enfrentaban al ajuste menemista a través de una Mesa de Enlace con la CCC, la CTA y el MTA, y de su unidad con la Federación Universitaria Argentina, la Federación Agraria Argentina y organizaciones populares opositoras, políticas y sociales, lo que permitió profundizar la lucha contra la política menemista”.
El 2001
Así se llegó al año 2001. El gobierno de la Alianza profundizaba una política hambreadora y el país se caía a pedazos. Temeroso del crecimiento de las organizaciones de desocupados y mayores combativas, y del clasismo en los ocupados, las atacó con saña. Estas organizaciones, que habían crecido en fuerza y unidad en el noroeste, y que tenían su corazón en La Matanza, abonaron el camino de la pueblada con cortes de ruta prolongados, como el de 18 días en mayo de 2001 en Isidro Casanova que le torció el brazo al gobierno, y gigantescas marchas sobre la Capital Federal; avanzando en la relación con la capas medias también afectadas por la política de la Alianza, anticipando el “piquete y cacerola”. Se sucedían las puebladas y combates donde las fuerzas represivas eran derrotadas, como en Mosconi, Salta, en julio. El gobierno contraatacó con una feroz represión a los desocupados y al combativo SEOM jujeño, con más de un centenar de detenciones.
Varios destacamentos del movimiento obrero y popular libraron grandes combates durante 2001. Surgían luchas obreras, como las del Astillero Río Santiago, de Terrabusi (con su Comisión Interna clasista y combativa); y se afirmaban los procesos de toma y puesta en marcha de la producción por parte de los trabajadores, de empresas vaciadas y quebradas, como La Esperanza, Renacer y Zanón; o la lucha en defensa de su fuente de trabajo, como los mineros de Río Turbio. Se produjo la gran lucha de los trabajadores de Aerolíneas Argentinas, que demostraron que el pueblo había hecho el balance de las privatizaciones menemistas. En medio de esa situación, estalló la bronca de los trabajadores de Ford. La jornada nacional de lucha de la CCC el 18 de julio y el paro nacional del 19 conmovieron el país. El 12 de diciembre se realiza el primer plenario aborigen de la CCC del Chaco.
Avanzaba el movimiento agrario. Se constituía la Multisectorial de Firmat, de Maciel y de otras localidades del sur santafesino, con un gran prestigio y protagonismo del Movimiento de Mujeres en Lucha y Chacareros Federados que había logrado la paralización de numerosos remates.
Las dos asambleas piqueteras realizadas en La Matanza, una en julio y otra a comienzos de diciembre, buscaron unir fuerzas para el combate.
“Se marcha a un desenlace y el Partido debe prepararse para enfrentar los acontecimientos en el terreno en el que sea necesario hacerlo, dominando, para ello, todas las formas de lucha”, advertía un Informe del CC del PCR de octubre de 2001.
Este repudio generalizado a De la Rúa se expresó también en las elecciones de octubre de 2001, cuando una marea de abstenciones, votos nulos y en blanco, castigó en las urnas. Fueron la primera fuerza electoral, con 10.594.668 abstenciones, votos en blanco y nulos; lejos del PJ (4.605.169 votos) y de la Alianza (3.120.848 votos).
Los días previos
El 3 de diciembre, en pleno colapso financiero, el gobierno de la Alianza lanzó su plan de congelación de depósitos (el llamado “corralito”) y de bancarización de los salarios y otras medidas que dejaron sin plata el país.
Los desocupados detonaron el Argentinazo con la jornada convocada por la Asamblea Piquetera el 12 de diciembre. Luego el movimiento obrero ocupó el centro de la política con el paro nacional activo del jueves 13, donde participaron las tres centrales sindicales, y la Asamblea Piquetera se unió a sectores combativos cortando rutas, calles, vías férreas y ocupando edificios públicos. El corte de la Panamericana por los obreros mecánicos y los de Terrabusi, junto a los desocupados de la CCC, fue histórico.
El Argentinazo
El Argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001 fue un hecho nacional. Se inició con saqueos en varias provincias y el Gran Buenos Aires. En la noche del 19, la Capital Federal fue el centro de una gigantesca movilización en rechazo de la declaración del Estado de Sitio; y también hubo movilizaciones en varias capitales de provincia. Iniciada la represión, los combates del 20 tuvieron tres “teatros de operaciones”: el centro de la Capital Federal, las barriadas del Gran Buenos Aires y las capitales de provincia.
Entre las clases dominantes crecía la disputa. Mientras algunos impulsaban los saqueos para un golpe palaciego, De la Rúa buscaba un “acuerdo nacional” en el que en principio acordaron Menem, Duhalde y Ruckauf. El 19 De la Rúa decretó el Estado de Sitio, para reprimir a sangre y fuego la imparable oleada de combates, y ése fue su fin.
La noche del 19, la gigantesca movilización y cacerolazo de repudio en la Capital Federal, con un gran protagonismo de las capas medias de larga tradición democrática, el Porteñazo, se llevó puesto al ministro de Economía, Cavallo. De la Rúa pensó que aceptándole la renuncia, controlaría la situación. Se equivocó. El 20 de diciembre la consigna ya era “¡Que se vayan todos!”.
El baño de sangre desatado por De la Rúa el mismo 19, que costó la vida de 34 compañeros en distintos lugares del país –6 de ellos sólo en la zona de combates del centro porteño–, y decenas de heridos y detenidos en el Gran Buenos Aires y en varias provincias.
Desatada la represión, cientos de jóvenes trabajadores, desocupados y estudiantes, venidos desde los barrios de la Capital y algunos desde el Gran Buenos Aires, resistieron la saña asesina del gobierno y ganaron las calles, iniciando un combate que se prolongaría todo el día siguiente.
En el Gran Buenos Aires el gobernador Ruckauf desplegó la Bonaerense para amarrar a las barriadas combativas reprimiendo con balas de plomo, deteniendo a compañeros, y desplegando una campaña desde los servicios de inteligencia de supuestos enfrentamientos de pobres contra pobres.
El tercer escenario del combate fueron las provincias. En algunos casos desde la noche del mismo 19, en otros desde la mañana del 20. Saqueos y represión, por un lado, y por el otro, marchas y ocupaciones de barrios de las fuerzas combativas organizadas. La tarde del 20 De la Rúa tuvo que renunciar.
Vigencia del camino
del Argentinazo
Seis años después, los mismos que ridiculizaban la propuesta lanzada ya en 1996 por nuestro secretario Otto Vargas, de transitar el camino de un Argentinazo como única posibilidad de solución a los grandes padecimientos producto del atraso y la dependencia e imponer un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático, hoy decretan que es capítulo cerrado.
Eternos temerosos de la lucha revolucionaria de las masas, pretenden resolver todo en el remanso reformista de las campañas electorales. Por eso desprecian los innumerables ejemplos de la vigencia de la situación abierta en diciembre de 2001, porque descreen de la senda del Argentinazo como la única posible para unir y reagrupar a las fuerzas populares, patrióticas y democráticas, en el camino de un gran alzamiento nacional que barra al Estado de las clases dominantes y abra el paso a la revolución de liberación nacional y social de nuestra patria y nuestro pueblo.