El secretario general de nuestro PCR, camarada Otto Vargas, relató en ¿Ha muerto el comunismo?, el libro de conversaciones con Jorge Brega, cómo llega nuestro Partido a adherir al maoísmo. Dice Vargas: “Al romper nosotros con el revisionismo, era inevitable que llegáramos a los camaradas chinos, pero ese proceso de ruptura fue complejo, como lo es todo proceso de nacimiento de lo nuevo. Arrastrábamos muchas cosas del pasado, mucha suciedad revisionista. Veníamos profundamente influenciados por ideas revisionistas que arrastramos durante muchos años y que dificultaron nuestro dominio del marxismo-leninismo y su integración a la realidad de la revolución argentina”.
Otto describe los primeros años del PCR, cuando “se hablaba mucho del eje Cuba-Corea-Vietnam, como un eje diferente de China y de la Unión Soviética. Pero después de la invasión soviética a Checoslovaquia quedó claro que Cuba estaba subordinada a la URSS en los problemas fundamentales de la política internacional”.
Cuenta en el libro que el PCR manda una primera delegación a China en 1970 “en pleno apogeo de Lin Piao” [dirigente del Partido Comunista de China promotor del llamado “culto a la personalidad”, hoy], que la delegación “se niega a levantar el librito de citas de Mao como estaba en uso entonces en China”, y que polemiza con la “teoría revisionista sobre los genios” de Lin Piao según la cual “aparecían de a uno por siglo. Uno de ellos sería Mao, con lo cual lo elevaba a tal punto que lo convertía en un ser extraordinario, alejado de la realidad y de las masas.
“El Comité Central consideró correcto lo actuado por la delegación, pero al mismo tiempo consideró que habían tenido una actitud demasiado cerrada ante la experiencia que se estaba viviendo con la Revolución Cultural, de la cual destacaron aspectos negativos sin valorar suficientemente los positivos, que eran los principales.
“En el Congreso llegamos por un camino propio y sobre la base de recoger lo que se estaba debatiendo en el movimiento obrero internacional sobre la URSS, a la definición de una capa burocrática de nuevo tipo que se ha aburguesado y a la existencia de un capitalismo monopolista de Estado.
“No definimos socialimperialismo, pero definimos todos los atributos de esa nueva clase dominante. Llegamos a este criterio antes de llegar al maoísmo; o simultáneamente, si se quiere. Mao formula su tesis sobre el socialimperialismo en 1964, pero es en 1968, refiriéndose, precisamente, a la invasión a Checoslovaquia, que Chou Enlai, en la recepción a una delegación extranjera, llama a la URSS socialimperialista, haciendo oficial y pública esa definición.
“La caracterización de la URSS que hizo el II Congreso fue el resultado de un debate muy intenso en torno a si se estaba ante una nueva burguesía o si, como dicen los trotskistas, se trata de una capa burocrática, no burguesa.
“El II Congreso señaló también nuestras discrepancias con los camaradas chinos, focalizadas en tres puntos: 1º) la valoración de Stalin; 2º) la definición de época y su contradicción fundamental en el mundo; 3º) el culto a la personalidad.
“Ese mismo año enviamos una segunda delegación a China, que yo presidí, con los compañeros César Gody Alvarez y Marcos Palermo (éste ya no pertenece a nuestro partido). Los camaradas chinos respondieron a los tres interrogantes.
“Sobre Stalin nos expresaron sus posiciones hoy conocidas… Ellos nos dijeron directamente, “Nosotros no somos stalinistas. Pero Stalin también tuvo sus méritos –y esto fue lo principal en él– además de sus errores. Al menos convirtió a la URSS en un país socialista. No aprobamos la opinión de que Stalin no tuvo errores, pero estamos lejos de considerar, como Jrushchov, que Stalin no tuvo nada bueno. Stalin tuvo una política de ocupar territorios luego de la guerra. No queremos entrar en detalles porque es un problema de ellos. Que el pueblo de la URSS saque conclusiones… La URSS tiene tropas en varios países socialistas, ¿Qué clase de país socialista es aquél que tiene tropas en otros países? Eso lo hacen los Estados Unidos.
“En cuanto a la definición de época ellos sostenían correctamente la que había hecho Lenin (época del imperialismo y las revoluciones proletarias) … Respecto al culto a la personalidad tuvimos una respuesta en los hechos que se producían a nuestra llegada, con la defenestración de Lin Piao y el descrédito de su teoría del genio”.
Prosigue el secretario del PCR “fuimos profundamente influenciados por la Revolución Cultural que estaba en curso. Después de haber conocido la realidad terrible de la URSS y todos los países dependientes de ella, encontrarnos con esa experiencia y ese entusiasmo inflamado de las masas, fue verdaderamente un baño revolucionario maravilloso.
“Al adherir al marxismo-leninismo-maoísmo pudimos tener los elementos teóricos para salir del pantano ideológico en el que estábamos. Comprendimos que muchos de nuestros vaivenes políticos estaban originados en nuestra indefinición ideológica. Mejor dicho, en los arrastres revisionistas que teníamos.
“Lo fundamental fue que nos ayudaron a pensar, nos ayudaron a buscar el camino argentino, nos ayudaron a comprender el profundo significado de esa palabra que utilizan ellos, la palabra integrar…
“A partir de ese momento dejamos de apoyarnos en un tembladeral, porque nosotros éramos marxistas, leninistas, gramscianos, guevaristas, mariateguistas, sorelistas, etc., etc., y algo maoístas también. Una mezcolanza…
“La relación con los chinos nos permitió tomar al marxismo–leninismo-maoísmo como base teórica del Partido y sobre esta base unirlo. Fue el resultado más importante de nuestra relación con China. A partir de allí iniciamos un camino radicalmente diferente. Podíamos tener crisis, problemas, dificultades, pero el núcleo fundamental de cuadros se fue unificando en torno a una base ideológica común, que es el alma de la organización del Partido, si se puede usar esta palabra”.
Hoy N° 1720 6/06/2018