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22 de febrero de 2012

El dictador Videla dio un extenso reportaje a la revista española Cambio 16, publicado el 12 de febrero de este año.

Confesiones de un asesino

Hoy 1407 / Videla reivindicó el golpe

Por esas cosas de la justicia burguesa y de cómo entiende el castigo a los golpistas este gobierno, este genocida tiene licencia para expresarse, a casi 37 años del golpe militar que derrocó al gobierno constitucional de Isabel Perón, e inauguró el terror fascista más oscuro del siglo 20 en nuestra patria.

Por esas cosas de la justicia burguesa y de cómo entiende el castigo a los golpistas este gobierno, este genocida tiene licencia para expresarse, a casi 37 años del golpe militar que derrocó al gobierno constitucional de Isabel Perón, e inauguró el terror fascista más oscuro del siglo 20 en nuestra patria.
Tragando saliva para no vomitar, leyendo las declaraciones de Videla aparecen confesiones que confirman el carácter del golpe de 1976, carácter que el PCR denunció desde noviembre de 1974. El tirano vuelve con la vieja cantinela de “Padecíamos vacío de poder, parálisis institucional y riesgo de una anarquía, y frente a este estado de cosas el clamor ciudadano, con sus dirigentes a la cabeza, pidiendo la intervención de las Fuerzas Armadas”, completando “Yo diría que en ineficacia la presidenta había llegado al límite”.
Además, calificó de “terrorista” a toda la lucha social de esos años, y no perdió la oportunidad de reiterar que el genocidio dictatorial fue “una guerra”, se encargó de demostrar la complicidad de las direcciones de los partidos mayoritarios en el golpe, como Balbín, y de la cúpula de la Iglesia Católica, y hasta apeló a la teoría de los “dos demonios”, tan de moda en tiempos de la presidencia de Alfonsín.
Pero dice Videla también que “los decretos de Luder [presidente provisional mientras Isabel estaba de “licencia por enfermedad”, un golpe institucional fallido] nos dieron todo el poder y competencias para desarrollar nuestro trabajo e incluso excedían lo que habíamos pedido; Luder, prácticamente, nos había dado una licencia para matar, y se lo digo claramente. La realidad es que los decretos de octubre de 1975 nos dan esa licencia para matar que ya he dicho y casi no hubiera sido necesario dar el golpe de Estado. El golpe de Estado viene dado por otras razones que ya expliqué antes, como el desgobierno y la anarquía a que habíamos llegado. Podía desaparecer la nación argentina, estábamos en un peligro real”. Así entendían los golpistas la profundidad del movimiento revolucionario que se desarrolló en la Argentina desde 1969 a 1976; frenar este auge fue el objetivo principal del golpe del 24 de marzo de 1976.
Desde ya, Videla no dice quiénes estaban atrás del golpe, en el que confluyeron la mayoría de los terratenientes, burgueses intermediarios e imperialistas, y en el que se expresó en un primer momento la hegemonía de los imperialistas prorrusos. Algo de esto deja entrever Videla cuando dice que fue parte de los que operaron para desplazar a López Rega, ministro de Isabel y de “otro palo” imperialista, y el “enojo” del dictador ante los que decían que veían en “la dictadura argentina, o en su forma de autoritarismo, una suerte de conexión con lo que fue el fascismo y el nazismo. Nos querían medir con esa vara y nosotros no teníamos nada que ver con todo eso, por supuesto”.
Es decir que, para Videla, la política hambreadora, entreguista, ultrarreaccionaria y belicista de la dictadura que él encabezó, con la consecuencia de 30.000 detenidos desaparecidos, miles de presos políticos, torturados, exiliados, y el pisoteo de todas las libertades democráticas, “no tuvo nada que ver” con el fascismo.

 

Los dictadores quisieron dejar cría
Otra “perlita” videlista es su confesión del fracaso del plan para dejar “descendencia del Proceso”: “¿Cómo? Dejando la herencia de un Proceso exitoso a los políticos que eran nuestros aliados y amigos, ese era el camino de entonces que yo defendí”. Esto es ni más ni menos que la “convergencia cívico militar” que pregonaba por aquel entonces la cúpula del Partido Comunista como salida, con el sector de “militares democráticos” contra los “pinochetistas”.
El periodista que hace la entrevista, que hay que decir que trata con demasiada deferencia a Videla, se diría que coincidiendo en algunas de sus opiniones, le pregunta sobre la real cantidad de “detenidos-desaparecidos”, dándole pie para una nueva ofensa al movimiento popular al decir que como se presentaron a cobrar indemnización económica familiares de 7.000 víctimas, sobre 30.000, descree de esa cifra.
En una faceta de siniestra autocrítica, dice Videla que “Fue un error de nuestra parte aceptar y mantener en el tiempo el término de desaparecido digamos como algo así nebuloso”, y afirma, como si no supiera de lo que está hablando “Creo que órdenes existieron y fueron precisas, no puedo entrar en detalle ahora en todas ellas. Las órdenes estaban”.
Si esto es cierto, ¿por qué el gobierno kirchnerista, que lleva más de 8 años, se sigue negando a abrir los archivos de los servicios, tanto de las fuerzas armadas como de las de seguridad y la SIDE?
El solo hecho de que el viejo tirano pueda hacer las declaraciones que hizo, es otra muestra de los límites de los juicios a los genocidas tal como los entiende el kirchnerismo. Al “punto final biológico” que se les garantiza a decenas de asesinos, se le suma la “libertad de expresión” para los máximos responsables del terror fascista. Sólo una verdadera justicia popular pondrá las cosas en su lugar, más temprano que tarde, con los responsables de esta herida abierta en el pueblo argentino.