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10 de abril de 2019

Córdoba: negocios o derechos en las culturas latinoamericanas

Congreso y contracongreso de la lengua

Se realizó en Córdoba, del 27 al 30 de marzo, el VIII Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE), evento que contó con gran cobertura por parte de la prensa y que tuvo repercusiones notables por su carácter político, social y cultural.

Se había dispuesto, para su organización y realización, un Comité integrado por el gobierno nacional, provincial y municipal que venía trabajando desde el 2017. No obstante, y aunque se difundió la participación de algunos sectores de la Universidad Nacional de Córdoba, como de la comunidad académica y científica, los principales impulsores del CILE fueron la Real Academia Española, el Instituto Cervantes y la Asociación de Academias de la Lengua Española. Estas instituciones, lejos de propiciar un ámbito democrático de investigación y estudio de la realidad lingüística y social de las comunidades de habla hispana, fortalecen posturas de colonialismo lingüístico, económico y social.
Este acontecimiento fue mucho más que un evento cultural ya que la Real Academia Española es una institución monárquica fundada en 1713 cuando España, en pleno desarrollo del colonialismo, necesitaba homogeneizar la lengua para garantizar el control y dominio de sus colonias en América Latina. Felipe IV apostó a fijar normas, establecer e imponer la lengua española, avasalló con violencia a más de 270 lenguas de origen americano como parte de los etnicidios llevados a cabo.

Sin embargo, y aunque la RAE pretenda sostener que su español es la única lengua hablada por más de 800 millones de personas, la lucha de los pueblos sigue dando frutos de diversidad lingüística, es decir, de lenguas y de variedades que se hablan en distintas comunidades. En la península, el euskera (vasco), catalán, gallego, calé (gitano) resisten al imperialismo lingüístico y en Hispanoamérica se estima que más de 200 idiomas y lenguas persisten, se transmiten y se desarrollan.

En este punto, el discurso de Macri adquiere una significación que sobrepasa las risas que genera su supuesta ignorancia y sus dificultades discursivas. El presidente tiene una concepción de cipayo que se expresa claramente en su pregunta “qué hubiera pasado si los argentinos habláramos argentino, los peruanos, peruano, y los bolivianos, boliviano”. Sin empacho, Macri señala que hubiéramos sido pueblos libres, aborígenes, que hablaríamos quechua, guaraní, qom, mapundungu, entre las 15 lenguas que se hablan en lo que hoy es Argentina. La vigencia del proceso de colonización explícita en el lema del VIII CILE: “América y el futuro del español. Cultura, y educación, tecnología y emprendimiento”, manifiesta el enorme negocio detrás de las conferencias magistrales.

El primer expositor fue el CEO de Telefónica porque en el centro está la disputa por el flujo de información que gobierna el mundo de las tecnologías. Aunque el inglés sea la lengua que lidera las comunicaciones, el idioma de mayor número de hablantes es el chino mandarín y tras éste, el español, ocupando el tercer puesto en la lucha por la hegemonía global y el segundo si consideramos occidente. Telefónica publicó, pocos días antes del evento, un informe en el que se señala que las industrias vinculadas al idioma español “significaron en 2018 el 16/100 del PBI de España (…)” y es a eso a lo que se refiere el presidente de la AAL cuando dice que “nuestra lengua goza de salud envidiable y crece sin que pueda anticiparse un límite para su expansión”. Estas son las razones que hacen que el CILE se asemeje más a una ronda de negocios que a un debate sincero e investigativo sobre las lenguas; ronda en la cual Macri no quiere quedar afuera.

No obstante, en el seno mismo de su evento aparecieron las fisuras. En su cierre, la escritora cordobesa María Teresa Andruetto expuso de manera sencilla pero brillante que las lenguas no tienen dueños. Los hablantes modificamos las lenguas porque modificamos la realidad y querer controlar este proceso es ir contra la vida misma.

I Encuentro Internacional de Derechos Lingüísticos
Sumado a esto, Córdoba dio lugar, en paralelo al congreso, a la realización del I Encuentro Internacional de Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos, organizado por la Universidad Nacional de Córdoba junto a otras nueve Universidades del país. A este “Contracongreso”, como lo llamaron algunos medios, asistieron unas 2.500 personas: docentes, estudiantes, investigadores de toda América Latina y de España. En el mismo se llevaron adelante debates, investigaciones, proyectos y conferencias alrededor de varios ejes como la revitalización de las lenguas originarias y el sostenimiento de la diversidad lingüística y cultural, el lenguaje inclusivo y sus vínculos con las transformaciones sociales y los derechos de las mujeres y sexualidades disidentes, las fronteras lingüísticas como posibilidad de soberanía, democracia y defensa de los territorios y las lenguas en su relación con la educación.

En este evento, se dieron lugar a las preocupaciones del pueblo por cuestiones como los salarios docentes por debajo de la línea de la pobreza, condiciones edilicias de las escuelas que, en algunos casos, han ocasionado muertes, cierre de comedores, baja del Plan Conectar Igualdad y restricciones en el acceso a planes sociales, impidiendo así el acceso a la educación y la cultura, aumento inflacionario en los materiales escolares y el cierre de un gran número de librerías, editoriales y centros culturales de difusión del conocimiento.

Quedó expresado, en este evento y en las calles, que la lucha por los derechos a la diversidad lingüística y la pluralidad cultural desborda los ámbitos académicos y toma un lugar en las calles junto a las luchas del pueblo por el acceso a la educación, a los servicios, a los alimentos y una vida digna, a pesar de los gobiernos y los reyes de turno.

Corresponsal

Hoy N° 1762 10/04/2019