Noticias

02 de octubre de 2010

Un obrero de mantenimiento del Instituto Nacional de Tecnología Industrial recibió una descarga fatal de 13 mil voltios.

Conmoción en el INTI

Hoy 1243 / Un empleado murió electrocutado

Aunque el convenio laboral establece que “por razones de seguridad y el tipo de tareas asignadas” debía realizar su guardia con uno o más colegas, Juan Mercado estaba solo y sabía que eso era peligroso.
Tiempo antes lo había vivido cuando su compañero Miguel recibió una descarga de 13.200 voltios, mientras hacían tareas de mantenimiento. Aquella vez él llegó a tiempo para salvarlo. Pero ahora estaba solo, su compañero de guardia estaba ausente con aviso y no había sido reemplazado, por el corte de las horas extras y la no devolución de los francos compensatorios que aplica el organismo siguiendo la política del gobierno nacional.
El lunes los trabajadores pararon, copando la puerta y poniendo un pasacalle: “Basta de muertes en INTI, castigo a la responsables”.
Allí figuraba el nombre de Mercado y el de otro fallecido hace un tiempo en las mismas circunstancias, el “Puma” Rodríguez.
 A eso de las 10 la gente apuró a la Interna para que diera una información de lo que sabía hasta entonces y exigió la presencia de autoridades. Un compañero propuso ir a escrachar al gerente de Finanzas (que tiene a su cargo Mantenimiento) y hacia allá se fueron con bombos y redoblantes; hasta se cantó el “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.
Los ánimos estaban caldeados porque ni los familiares de Mercado, ni los delegados de ATE habían recibido reconocimiento alguno.
El presidente del organismo, Enrique Martínez, se había ausentado a Venezuela sin preocuparse por el hecho: “No fueron capaces ni de mandar flores al velatorio, y del funeral se tuvo que hacer cargo la mutual del INTI, es lamentable”.
Luego de recibir un comunicado del presidente desde Venezuela, su vice José Luis Esperon decidió reunir a trabajadores y sindicalistas en el auditorio del Instituto y se los leyó: el comunicado decía que los jefes involucrados habían puesto su renuncia a disposición.
Muchos trabajadores reclamaron la renuncia de todas las autoridades: “No fue un accidente, fue un acto criminal”.
Esperon afirmó que los responsables serían echados, mientras los delegados pedían un sumario interno apuntando a “las responsabilidades penales de los jefes”, señalando en un volante que “el propio Juan (Mercado) era uno de los que con más énfasis reclamaba que en los turnos nunca hubiera una persona sola.
Las autoridades, siempre de palabra, se comprometieron a que así sería”.
En una asamblea posterior se decidió esperar a Martínez con un paro.