El acampe de los desocupados de la CCC, Pueblos Originarios en Lucha y Comedores Independientes ya lleva treinta días y las soluciones no aparecen. Las organizaciones sociales exigen un “empleo social universal de 500 pesos con contraprestación laboral de 4 horas” y que se destrabe el tercer tramo –lleva ocho meses de demora– del plan de viviendas de las 7 Cooperativas del Barrio Toba. Asimismo, y como solución de fondo, plantean la creación de un Programa Social entre Municipio, Provincia y las organizaciones sociales con el objetivo de obligar a la Nación a garantizar un ingreso mínimo a través de puestos de trabajos genuinos.
El lunes 23, cuando todo indicaba que se podía arribar a algún entendimiento con las autoridades locales, provinciales y nacionales, inexplicablemente ningún representante de la Nación (Desarrollo Social o Ministerio de Trabajo) concurrió al encuentro, demostrando que la redistribución del ingreso es una mentira más del gobierno K.
Si bien se produjo un acercamiento de las posiciones, ya que se observaron avances en temas como becas, ayuda escolar, puestos de trabajo en cooperativas e higiene urbana, kits de invierno, etc., la ausencia mencionada obligó a los presentes a pasar a un cuarto intermedio con el objetivo de consultar a la Nación sobre una contrapropuesta que las organizaciones sociales habían llevado a la reunión. En horas del mediodía, y luego de conocer el desplante de Nación, la asamblea realizada en Plaza San Martín, cumpliendo con lo que se había resuelto democráticamente el sábado pasado, decidió marchar a escrachar al intendente Lifschitz quien desde un primer momento definió al acampe como “una extorsión”.
La masiva y combativa columna de más de 1.000 compañeros marchó por calle San Lorenzo. Al llegar a la Caja de Pensiones Sociales de la Nación apareció Pablo Melone, el responsable de Desarrollo Social encargado de la relación con los desocupados quien al ver a los manifestantes salió corriendo. Con mucha bronca e indignación por el faltazo de la mañana, los manifestantes realizaron una asamblea donde se resolvió la toma del edificio.
Al cierre de esta nota, se realizaba una asamblea que decidía posponer el escrache a Lifschitz –estaba en Buenos Aires- y regresar a la plaza para esperar una respuesta de las autoridades sobre la contrapropuesta realizada en la reunión de la mañana. Tras treinta días de acampe, la moral y las ganas de pelear de la gente están intactas. Se observa en la fuerza de los dirigentes y en el optimismo de las bases que consultadas por hoy coinciden en ¡que esta lucha la ganamos sí o sí! Una prueba más de que por abajo la Argentina arde.
02 de octubre de 2010