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25 de mayo de 2016

Extractado de un escrito de Antonio Gramsci, publicado en L’Ordine Nuovo, del 15 de marzo de 1924.

Contra el pesimismo

De la experiencia histórica del proletariado

 

 
No puede existir ninguna manera mejor de conmemorar el V aniversario de la Internacional Comunista, de la gran asociación mundial de la que nosotros, revolucionarios italianos, nos sentimos más que nunca parte activa e integrante, que el hacer un examen de conciencia, un examen de lo poquísimo que hemos hecho y del inmenso trabajo que todavía debemos realizar, contribuyendo así a aclarar nuestra situación, contribuyendo especialmente a disipar esta oscura y pesada nube de pesimismo que oprime a los militantes más calificados y responsables y que representa un peligro, el más grande quizá del momento actual, por sus consecuencias de pasividad política, de pesadez intelectual, de escepticismo hacia el porvenir.
Este pesimismo está estrechamente ligado a la situación general de nuestro país; la situación lo explica, pero no lo justifica naturalmente. ¿Qué diferencia existiría entre nosotros y el Partido Socialista, entre nuestra voluntad y la tradición del Partido Socialista, si también nosotros supiésemos trabajar y fuésemos activamente optimistas sólo en los períodos de vacas gordas, cuando la situación es propicia, cuando las masas trabajadoras se mueven espontáneamente, por impulso irresistible y los partidos proletarios pueden acomodarse en la brillante posición de la abeja en el panal? ¿Qué diferencia existiría entre nosotros y el Partirlo Socialista, si también nosotros, aun partiendo de otras consideraciones, de otros puntos de vista, aun teniendo un mayor sentido de responsabilidad y demostrando tenerlo con la preocupación de aprestar fuerzas organizativas y materiales idóneos para hacer frente a cualquier eventualidad, nos abandonásemos al fatalismo, nos arrulláramos en la dulce ilusión de que los acontecimientos no pueden sino desarrollarse según una determinada línea de desarrollo, la prevista por nosotros, en la cual encontrarán infaliblemente el sistema de diques y canales predispuesto por nosotros, canalizándose y tomando forma y potencia histórica en él? Este es el nudo del problema que se presenta muy enredado, porque la pasividad aparece exteriormente como trabajo diligente, porque parece que se trata de una línea de desarrollo, de una veta en la que los obreros sudan y se fatigan excavando meritoriamente (…). 
Se aproximan grandes luchas, quizá más sangrientas y duras que las de los años pasados; por tanto, es necesaria la máxima energía en nuestros dirigentes, la máxima organización y centralización de la masa del partido, un gran espíritu de iniciativa y una grandísima rapidez en las decisiones.
El pesimismo toma prevalecientemente este tono: regresamos a una situación pre-Livorno*, deberemos rehacer el mismo trabajo que hemos hecho antes de Livorno y que creíamos definitivo. Es necesario demostrar a cada compañero cómo esta posición está equivocada política y teóricamente. Ciertamente que se necesitará todavía luchar fuertemente: claro que la tarea del núcleo fundamental de nuestro partido que se constituyó en Livorno no ha terminado y no terminará durante un período todavía (será todavía viva y actual aun después de la revolución victoriosa).
Pero no nos encontraremos otra vez en una situación pre-Livorno, porque la situación mundial e italiana no es en 1924, igual a la de 1920, porque nosotros mismos no somos aquellos de 1920 y no queremos volver a serlo nunca más.
Porque la clase obrera italiana ha cambiado mucho y no será la cosa más simple de este mundo hacer que vuelva a ocupar las fábricas con tubos de estufa por cañones, después de haberle aturdido las orejas y removido la sangre con la torpe demagogia de las fieras maximalistas**. Porque existe nuestro partido, que es algo y que ha demostrado ser algo, y en el cual nosotros tenemos una confianza ilimitada, como en la parte mejor, más sana, más honesta del proletariado italiano.
 
*Se refiere a la situación previa a la escisión de la izquierda del Partido Socialista Italiano (PSI) en la ciudad de Livorno, que fundó el Partido Comunista de Italia (PCdI) el 21 de enero de 1921.
**Se refiere a las corrientes trotskizantes de Amadeo Bórdiga y Palmiro Togliatti, quienes encabezaron la dirección del joven PCdI hasta 1923. En 1924, Gramsci pasó a ser su secretario general.