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02 de octubre de 2010

Contra el regionalismo

Escribe el primer secretario del PCMLM de Bolivia

Una de las batallas más importantes en el terreno ideológico entre quienes propiciamos el cambio profundo en nuestro país y aquellos que se oponen rabiosamente al mismo, es aquella que se refiere a desenmascarar el trasfondo que existe en torno al asunto del regionalismo como una expresión de los intereses más conservadores y retrógrados que afloran en los sectores más atrasados y que finalmente se traducen en movimientos chauvinistas y contrarrevolucionarios.
Pero, de una vez por todas, ¿Qué es el regionalismo?
Desde el punto de vista teórico, el concepto mismo es complemente ambiguo, confuso y no hace referencia puntual a ningún fenómeno concreto. Una región puede ser un determinado territorio como por ejemplo la región andina de Bolivia, o la región amazónica. Puede tratarse de una macro-región, como por ejemplo la macro-región que viene desde Venezuela pasando por Colombia, Ecuador, Perú hasta llegar a Bolivia sobre la cresta de Los Andes. Otra Macro-región es aquella que corresponde a la gran cuenca del Amazonas y que comprende casi todo el Brasil, parte de Venezuela, Ecuador Colombia, Perú y también la región norte de Bolivia.
También podemos hablar de micro-regiones, como aquellas que corresponden a los valles interandinos de Bolivia como es el caso del valle cochabambino, de los valles cinteños, de los valles de río debajo de La Paz, en fin…
Como podemos apreciar, la «región» puede definirse como un territorio con alguna y relativa homogeneidad demográfica, geográfica y económica; por lo tanto es una falacia hablar en Bolivia de los «departamentos» como «regiones». No existe equivalencia alguna entre los departamentos bolivianos de La Paz, Santa Cruz, Chuquisaca, por ejemplo y las verdaderas regiones como son lo andino, lo amazónico o lo chaqueño que son en realidad verdaderas regiones.
Los «departamentos», como hemos explicado muchas veces, son una creación colonial que no obedeció sino a los intereses coloniales de extracción de riquezas naturales de Bolivia y América Latina por parte de España absolutista. Por ello Potosí emporio de la riqueza argentífera fue consolidada como la colonia preferida y Sucre como la residencia del poder administrativo de la Colonia. Las ciudades como Oruro, Santa Cruz y Cochabamba fueron fundadas todas en función de la explotación colonial y la República temprana del siglo XIX, reconoció, sin ningún análisis dicha demarcación territorial. Ninguna ley existe en Bolivia que reconozca la existencia de los 9 departamentos y solamente se trata de una determinación aceptada como hecho consumado.
La Asamblea Constituyente, en su condición de Fundacional y Originaria, tenía la atribución, inclusive de re-dibujar el mapa boliviano, pero razones que tienen que ver con los poderes dominantes hicieron imposible dicha re-territorialización.
La derecha reaccionaria boliviana ha logrado un gran triunfo ideológico al situar la problemática de las «regiones» o micro-regiones de Bolivia en el primer plano del debate político, desplazando a otras contradicciones que son mucho más importantes como el problema de las clases sociales y la contradicción fundamental entre la burguesía y el proletariado, así como la gran contradicción entre el bloque de clases dominante y el bloque subordinado en la formación social.
Equiparando arbitrariamente “departamento” con “región”, ahora todos discuten el “derecho” de las regiones a su autonomía e incluso a su independencia y autodeterminación. Lo triste es que incluso quienes representan en este momento el cambio, sucumben ante el discurso autonómico “departamental” que ha privilegiado hasta el cansancio la problemática de las “regiones” y su correlato teórico: el regionalismo.
Santa Cruz, por ejemplo, no es una región, es un conjunto de regiones totalmente diferentes; existen en el “departamento” de Santa Cruz varias micro-regiones, como la Chiquitanía, el Chaco cruceño, Vallegrande, el Norte amazónico, etc.
Igualmente La Paz, tampoco es una región, pues en el departamento existen tres regiones bien definidas: La Paz andina o altiplánica, La Paz valluna y finalmente el gran territorio amazónico del norte del departamento. Igual como ocurre con todos los otros departamentos.
En cuanto a Chuquisaca ocurre algo mucho más significativo. El departamento constituye la plena prueba del carácter arbitrario de su demarcación, pues Sucre está más aislado de sus provincias orientales (chaqueñas) y sureñas (los Cinti) que de Potosí o Cochabamba, por ejemplo.
El regionalismo, por lo mismo, es una expresión del conservadurismo más atrasado, es la expresión pre-capitalista del amor al terruño frente al Estado nacional, del campanario frente a la unidad nacional que propugna la burguesía progresista, es un resabio del viejo latifundismo terrateniente que hace de la hacienda feudal, la patria chica del regionalista.
Mucho más enfrentado se encuentra el sentimiento regionalista con la aspiración integracionista de todos los pueblos sometidos en contra de sus opresores y de la aspiración de liberación social de las clases oprimidas.
El regionalismo debe ser combatido en todos los terrenos, debe ser desenmascarado como un exclusivismo primitivo que nos remite a los feudos de la Edad Media.
¡Abajo el regionalismo fascista, separatista y reaccionario!