Gracias a que nuestro Partido se ha templado durante veinte años, el sectarismo ya no domina en su seno. Sin embargo, aún se encuentran supervivencias en las relaciones tanto internas como externas del Partido. Las tendencias sectarias en las relaciones internas conducen al exclusivismo respecto a camaradas del Partido y obstaculizan la unidad y cohesión internas de éste, mientras las tendencias sectarias en las relaciones externas llevan al exclusivismo respecto a los no comunistas y obstaculizan la tarea del Partido de unir a todo el pueblo. Sólo extirpando estos dos males, podrá nuestro Partido avanzar sin obstáculos en su gran obra de conseguir la unidad de todos nuestros camaradas y de todo nuestro pueblo.
¿Cuáles son los residuos del sectarismo en el seno del Partido? Principalmente los siguientes:
Primero, la pretensión de “independizarse”. Algunos camaradas sólo ven los intereses parciales y no los generales; en todo momento destacan indebidamente aquellas secciones de trabajo de las cuales son responsables, y siempre tienden a supeditar los intereses generales a los parciales. No comprenden lo que significa el centralismo democrático en el Partido, ni se dan cuenta de que el Partido Comunista necesita no sólo democracia sino, sobre todo, centralismo. Olvidan que, dentro del centralismo democrático, la minoría debe subordinarse a la mayoría, el nivel inferior al superior, la parte al todo, y todo el Partido al Comité Central. (…)
Aunque el sectarismo de que hablamos ahora no es tan particularmente grave, debemos prevenirlo y acabar con toda manifestación de desunión. Debemos alentar a los camaradas a tener plenamente en cuenta los intereses del todo. Cada miembro del Partido, cada sección de trabajo, cada palabra y cada acción deben tener como punto de partida los intereses de todo el Partido. No será tolerada en absoluto ninguna violación de este principio.
Los que pretenden este “independizarse” generalmente se aferran a la doctrina del “yo primero” y se equivocan en cuanto a la relación entre el militante y el Partido. Aunque respetan de palabra al Partido, en la práctica se colocan a sí mismos en primer término y relegan el Partido al segundo. ¿Qué buscan? Fama, posición y oportunidad de lucirse. Siempre que se les encarga de alguna sección de trabajo, procuran “independizarse”. Para este fin, engatusan a algunos, desplazan a otros y recurren, entre camaradas, a la jactancia, las lisonjas y la adulación, introduciendo en el Partido Comunista el estilo filisteo de los partidos burgueses. Es su deshonestidad lo que les pierde. Creo que debemos trabajar honestamente; sin una actitud así nada se puede realizar en el mundo. (…)
Todo el que es taimado, todo el que no adopta una actitud científica en su trabajo, aunque se crea ingenioso e inteligente, en realidad es el más estúpido, y no tendrá buen fin. Los estudiantes de nuestra Escuela del Partido deben prestar atención a este problema. Hemos de edificar un partido centralizado y unificado, y desembarazarnos de toda lucha fraccional sin principios. Para que nuestro Partido marche al mismo paso y luche por un objetivo común, tenernos que combatir el individualismo y el sectarismo.