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03 de octubre de 2010

Los protagonistas de las plantas de Arcor y Arcor/Bagley de Córdoba, dicen que hicieron una verdadera rebelión.

Córdoba: rompieron el tope salarial

Hoy1319 / Trabajadores de la alimentación marcan el camino

La lucha contra la inflación y por salarios de acuerdo a la canasta familiar toma forma en el seno de la clase obrera. Por eso Cristina Kirchner, antes de salir para España, le dejó orden expresa a Tomada –y dicen que a Morán– que cerrara como sea el conflicto en la Alimentación, ya que no quería ningún conflicto salarial en los festejos del Bicentenario. Y cumplieron. Cerraron un acuerdo a las 4.30 de la madrugada del lunes 17; y con fórceps lo metieron en las plantas de Córdoba.
Para Tomada y Moyano, el 35% no es referencial; y para Dragún, del Smata Córdoba, “lo acordado por la alimentación es el piso que tomará el gremio mecánico para comenzar a negociar con las automotrices y autopartistas locales” (La Voz del Interior, 21/5/10).
La lucha de los trabajadores de la alimentación, encabezada por los compañeros de Arcor y Arcor/Bagley de las plantas de Córdoba, rompió el tope salarial del 24% que Cristina K y los jerarcas de la industria habían puesto cuando almorzaron en Olivos a fines de febrero; y así volvieron a poner todo en discusión. En la UOM cerraron las paritarias hace 20 días con el 25%, los docentes provinciales -que tienen básicos de menos de $2.000- habían firmado por un 12%.

Días históricos
Varias cosas se pusieron en marcha en estos 28 días: En 56 años que tiene esta empresa, nunca tuvo una huelga de estas características (La Voz, 19/05/10). Se unieron las cuatro plantas de Córdoba (4.500 operarios, mujeres y hombres), y se dieron una coordinación desde abajo para sostener esa unidad y las acciones.
Cuando el traidor de Arroyito firmó, los compañeros de las otras tres plantas se dieron una línea de unirse a los trabajadores de Arroyito, golpeando esa semana centralmente al traidor de Romero.
Los trabajadores pararon casi 600 horas (28 días por 24 horas), no cobraron dos quincenas, las familias bancaron y acompañaron la decisión de sus hombres y sus mujeres; esperó el almacenero, la escuela, los cumpleaños, los alquileres. Por abajo miles de cordobeses acompañaron y siguieron esta lucha, aunque los medios la quisieron tapar sostenidamente.
Es la primera huelga larga durante el gobierno de los Kirchner que obliga a jugar a todo un gremio nacional, no por un porcentaje de aumento, sino por el valor de la canasta familiar. En los cortes, en el paro, en los reportajes se escuchaba discutir que la canasta está en los $5.000, en los $4.200; que con $3.800 todavía se está lejos. Esta lucha disputó, por lo tanto, la viga maestra de la política K, el IndeK mentiroso, sueldos bajos y dólar alto.
Con el acuerdo que firmó la Federación, sin consultar a las asambleas de planta, se cerró una etapa y se abre otra. Falta por conseguir $1.000, porque no abandonamos los $ 3.800. La unidad alcanzada está por encima de todo, y va quedando claro que para ir más lejos hay que ganar la dirección del gremio.

La base de los 28 días
La masa obrera de las grandes empresas de la alimentación protagonizó el debate político, sobre si era posible o si era necesario. Y se convenció que había que jugar para lo necesario.
En los últimos años, los obreros de cada planta fueron protagonizando luchas parciales, y se fueron preparando para ir a la lucha dura.
Al calor de esas luchas parciales se fueron eligiendo delegados y comisiones internas que representen verdaderamente a los compañeros y las compañeras; y se constituyó de hecho una dirección desde las fábricas que le impuso al gremio las decisiones fundamentales del conflicto: luchar por los $3.800, no acatar la conciliación obligatoria cuando se dictó, sacar dos paros nacionales de la Federación que unió a los 60.000 obreros de la alimentación, que el gremio ponga la plata para sostener el conflicto (otorgó un préstamo de $800 a cada trabajador, se discutía en las planta que si tienen que hipotecar el predio que lo hagan, que para qué sirven los bienes del gremio, si no es para sostener la lucha).
Pasó a discutirse todo en asamblea. Las asambleas por turno pasaron de informativas a resolutivas. Cualquiera pudo hablar sin temor.
Las mujeres se ganaron para la discusión en sus familias, con los novios y los maridos, porque sin ellas -que son el 50%- no hubiera sido posible.
Jugaron en la avanzada los 101 jóvenes efectivizados, con la toma de fábrica del 16 de octubre de 2007, en Lía. También los jóvenes de Caroya, que junto a los obreros de mayor experiencia y antigüedad dijeron no al despido de un compañero en abril.
Totoral sostuvo la lucha a pesar de las presiones de “si no trabajás en Arcor te tenés que ir del pueblo porque no hay otra cosa”.
Los compañeros de cada turno se pusieron al hombro el acompañamiento de las otras plantas, cuando flaqueaban las fuerzas.

Las últimas horas del conflicto
La última asamblea que aceptó la propuesta fue a las 15 hs. del martes 18, de los turnos mañana y tarde juntos, de Lía. “Aceptó” es una forma de decir, porque el conjunto de los compañeros estaban indignados, porque en el bolsillo el 35% recién va a ser en abril del 2011; el gremio firmó sin consultar, y la directiva del gremio no apareció con el acta firmada hasta que la propia asamblea hizo el último llamado a Cornejo de la Directiva para que venga a dar la cara y traiga el acta, porque la empresa amenazaba si los trabajadores no entraban y el gremio seguía sin aparecer.
Fueron momentos tensos. Se escuchó “te burlaste de mi familia, dijeron que no iban a firmar nada sin consultar y firmaron sin consultar”. “¿No fue suficiente la cagada que le dimos a Morsillo? Ustedes no aprenden más”. Otros compañeros lo detienen a Cornejo mientras lee el acta: “No leas apurado, andá punto por punto y te parás donde tenemos dudas”. Finalmente se escuchó “Entramos pero estamos desconformes, entramos con la cabeza alta porque a esta pelea la ganamos nosotros, y entramos con la condición de que ahora hay que ir por más”.

Qué gremio se necesita
De hecho se pone en el tapete aquella vieja sentencia de René Salamanca: “Para qué sirve un gremio si no es para conseguir conquistas”. Las obreras y obreros de Arcor y Bagley han hecho su propio recorrido, y los de las pymes y demás empresas de la Alimentación saben que lo que se consiguió fue por la sostenida lucha de los compañeros de Arcor y Bagley y están orgullosos de sus compañeros, aunque no se conozca.
Ir en busca de la unidad de todo el gremio para sostener lo conseguido, ni un solo despido e ir por lo que falta del valor de la canasta familiar, implicará pensar en qué conducción se necesita en beneficio de los trabajadores. Y ese debate está abierto.

Comenzó el revanchismo
Llegaron seis telegramas, sólo a trabajadores de un turno de Lía. Quieren dividir. Una vez enterados los delegados, se hizo una reunión en el gremio el lunes 24, a la que vinieron delegados de Caroya.
La Comisión Interna de Lía convocó a una asamblea ese día en la puerta de la planta. La abrió un compañero planteando: “Siempre dijimos, tocan a uno tocan a todos”. Hay preocupación porque está claro que cada uno de los seis es uno de nosotros; a la vez, recién termina un conflicto largo, difícil, y hay muchas deudas en la casa de los compañeros. Pero todos sabemos que esto es sólo el comienzo, si pasan estos despidos vienen más.
La asamblea discutió, conversó y tomó una decisión unánime: Volvemos a la lucha por la reincorporación de los seis compañeros. Desde el miércoles 26: baja del 50% en las líneas de producción y el turno siguiente viene dos horas antes, corta la ruta frente a la planta y se larga ya el fondo de huelga.