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05 de mayo de 2021

Independencia, autodecisión y autoabastecimiento

Covid 19, la vacuna argentina

Reproducimos extractos de una nota del compañero Horacio Micucci, docente e investigador en temas de bioseguridad, salud poblacional y medicina social, publicada en revistalamarea.com.ar

Muchos dicen que no se puede. Que no hay insumos. Que no estamos capacitados, que hay patentes que respetar. También lo dijeron antes de que organizáramos la producción de respiradores, o reactivos, o barbijos de alta protección, ante la pandemia. Sin embargo, pudimos.

Los enemigos de Argentina, de adentro y afuera, nos imaginaban entregados y sin vacunas. Pero, de una u otra manera, lo vamos consiguiendo. Los ejemplos que ellos daban de lucha contra la pandemia, ya no lo son. Mienten y no se autocritican de sus mentiras cuando quedan al descubierto. Lo que aportó el gobierno fue necesario, pero aún no es suficiente. Lo que sí fue y es esencial, es la participación protagónica del pueblo.

Argentina tuvo el segundo avión a reacción de América (el Pulqui II), produjo trenes, aviones, automóviles, utilitarios, el misil Cóndor, barcos, desarrolló su energía atómica, etc. Extrajo y procesó petróleo con la YPF del General Mosconi y produjo acero con la orientación del General Savio.

Los golpistas represores de 1955 (los que no vacilaron en bombardear la Plaza de Mayo en junio de ese año) despreciaban la industria argentina. Despectivamente la llamaban “industria flor de ceibo” en alusión a la flor nacional. Daban por sentado que era mala.

La dictadura de 1976 también despreciaba lo nacional. Es recordado aún un spot televisivo de la época de Martínez de Hoz que mostraba cómo se rompían las sillas nacionales y exaltaba la calidad de las extranjeras. Un funcionario dijo, entonces, que era lo mismo producir caramelos que acero, sosteniendo que no era importante industrializar en sectores básicos y estratégicos, como la siderurgia o la petroquímica. O el litio, o las vacunas, hoy.

Sin embargo, los insumos para la salud, como se advierte, son vitales para nuestra existencia como país. Porque lo sanitario, y las vacunas en particular, se han demostrado como de importancia geoestratégica.

Tener o no una Argentina independiente de toda dominación extranjera, como dice el Acta de nuestra Independencia, está muy ligado a la Independencia Política e indisolublemente relacionado a la Independencia Económica. Y a la Defensa Nacional, patriótica y popular, de esa Argentina independiente.

La vacuna contra el COVID nos está enseñando cuánto cuesta, en vidas, la dependencia. La dependencia mata…

 

Las patentes y los convenios

La dura situación de la pandemia nos ha obligado a aceptar duras condiciones para proveernos de vacunas. En la emergencia debimos actuar como quien, amenazado con una pistola en el vientre, entrega su dinero para salvar la vida. Pero debemos prepararnos para que no se repita una situación similar. Porque seguramente deberemos seguir vacunando y aplicar refuerzos en futuros años.

Es curioso lo que pasa hoy:

1º) Astrazeneca-Oxford-Sigman producen, en Argentina, el líquido de las vacunas para ser envasado. Éste se envía a México para ello. Muchos partidarios de EEUU ocultan que este país restringió la exportación a México de un insumo necesario para el envasado (¿para boicotearlo?). Entonces Sigman exportó el líquido a la planta de Astrazeneca de EE.UU. y de allí el producto final no puede salir. Rara situación: está el líquido, pero no lo podemos envasar, ni rescatar, ni aplicar.

2º) En cambio, la Sputnik Vida, se envasará acá, en sus primeras producciones, con materia prima enviada por Rusia.

O sea, en un caso sólo se produce el material básico sin envasar y, en el otro, los primeros lotes se produjeron recibiendo el material del extranjero. Se puede deducir que, si tomamos la adecuada decisión política, tenemos toda la capacidad de línea de producción completa o podemos ampliar la que tenemos.

Se impone una decisión política, una política de Estado:

a) Dar todo el apoyo de fondos y estructura para completar el desarrollo de los proyectos de vacuna nacional y fabricarlos completos por el Estado o con empresas del empresariado nacional subordinadas y bajo conducción del Estado. Relevar ya toda nuestra capacidad de producción y envasado y ampliarla, invirtiendo en ello, ya mismo. Fomentar y sostener, bajo la conducción y coordinación del Estado y dando prioridad a ello, a los proyectos argentinos de vacuna propia en curso. Establecer fondos del presupuesto destinados a tal fin.

b) Impulsar el proyecto, en curso en varios países, de que se liberen las patentes de las vacunas por ser un bien de la humanidad. En determinadas circunstancias debemos tener la decisión de desconocer las patentes. Ya que más arriba se citó al tecnólogo desarrollista Jorge Sábato, es bueno recordar que alguna vez escribió: “la tecnología se compone de conocimientos nuevos y viejos, originados en la investigación, en la copia y hasta en el robo; propios o ajenos”.

c) Hugo Sigman no ha cumplido su convenio. No debe salir un envío más de lo producido por su empresa en Argentina. Envasaremos acá lo que podamos y acordaremos con países hermanos el envasado del resto. De paso, esto debe servirnos de lección. Una cosa es un empresario nacional que tiene interés en el desarrollo argentino y otra es un empresario que vive de nuestra dependencia y tiene lo fundamental de sus empresas en el extranjero. Y al que le da lo mismo lo que suceda en Argentina.

d) Lo anterior exige fondos que provendrán de los que se benefician y beneficiaron con la entrega y la indefensión nacional y con la miseria del pueblo.

 

A modo de epílogo

Producir la vacuna argentina es cuestión de emergencia sanitaria, de desarrollo industrial, de seguridad y soberanía para la Defensa Nacional. Debemos impedir, en este y otros temas, ser chantajeados por las potencias que reclaman retazos de nuestro país.

La situación es grave y reclama decisiones inmediatas. Bancos y “timberos” de las finanzas, latifundistas en gran medida extranjeros, empresarios que figuran entre los más ricos del mundo según la revista Forbes, tienen el dinero que hace falta. Hay una deuda fraudulenta, ilegítima, usuraria y odiosa que no debemos pagar. Debe ser investigada. Se nos escurre entre los dedos la riqueza minera, petrolera, del litio, etc. Se nos filtra por la Hidrovía la producción cerealera. Esos fondos deben ser para paliar el sufrimiento y el sacrificio del pueblo. Y para tener nuestra vacuna. Debemos volver a fabricar por el Estado lo fundamental de ellas.

Los conservadores de la dependencia argentina prometen volver, en un “segundo tiempo” de su gobierno de entrega y ajuste. Amenazan con la fractura nacional, como el presidente de la UCR macrista, Alfredo Cornejo, que propuso la escisión de Mendoza, primero, y la de Córdoba y Mendoza, después. Promueven la desobediencia ante las medidas contra la segunda ola de la pandemia. Bordean el delito de sedición en CABA y en algunos municipios. Intentan desestabilizar de todas las maneras posibles en busca de una crisis que abra camino a un golpe institucional (o abierto si les da la fuerza). Y no es imaginación esto último: hace unos días, eufemísticamente, el conocido periodista Marcelo Longobardi planteó en Radio Mitre, la necesidad de “formatear la Argentina de un modo más autoritario”. Es bueno recordar que, el 24 de marzo de 1976, esta gente “formateó” la democracia de un modo más autoritario, seis meses antes de las elecciones…

Se equivocan estos defensores de la dependencia. Los pueblos están en ascenso en sus exigencias y no lo permitirán. No volverá a ocurrir. No pasarán.

 

Hoy N° 1862 05/05/2021