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19 de diciembre de 2012

 

Cuando falta menos de dos meses para el segundo aniversario del levantamiento popular que terminó con el régimen de Mubarak 
en Egipto, la convulsión social y política ha vuelto a las calles de las principales ciudades.

Crece el descontento en Egipto

Hoy 1449 / Ante el “decretazo” presidencial y la pretendida reforma constitucional

 

 

El gobierno del presidente Mo-hammed Morsi, vencedor en las elecciones de junio de este año con el apoyo de la organización Hermanos Musulmanes, enfrenta una creciente oposición a una serie de medidas antidemocráticas, tendientes a reforzar el poder presidencial.
 
La piedra de toque de las gigantescas movilizaciones, que volvieron a tener como centro la Plaza Tahrir en El Cairo, es un decreto que otorgaba poderes excepcionales a Morsi. También provocó manifestaciones en contrario de distintos sectores opositores la propuesta de un referéndum planteado para el 15 de diciembre, para establecer reformas a la Constitución. Las sucesivas marchas lograron la derogación del decreto que reforzaba el poder presidencial.
 
El trasfondo de las revueltas es la falta de resolución de los graves problemas de vastos sectores populares, que apostaron a un cambio de fondo con la caída de Mubarak, y hoy ven frustradas sus aspiraciones. Esto en un país como Egipto donde, a diferencia de otros países árabes que se vieron envueltos en la oleada de luchas en el Norte de África estos últimos tiempos, existe una poderosa clase obrera, que se viene reorganizando aceleradamente en sindicatos independientes, rompiendo con la estructura de jerarcas sindicales al servicio del régimen derrocado.
 
 
Distintos sectores opositores
Dentro de los opositores a los Hermanos Musulmanes, se diferencian distintos sectores. Algunos, entre los que se cuenta el premio Nobel de la Paz, Mohamed Al Baradei, quien lidera el Frente Nacional de Salvación, ponen el centro en aspectos democráticos, y pretenden imponer cuotas de poder al gobierno. Han asomado la cabeza los seguidores de Mubarak, intentando aprovechar el “río revuelto”, y buscando aliados en las fuerzas armadas. Otros sectores, como el Movimiento 6 de abril, con destacada participación en el proceso de luchas previo al derrocamiento del régimen dictatorial, y posteriormente contra la Junta Militar, exige que se cumplan las demandas sociales, y pelean la profundización de un curso revolucionario.
 
El Ejército, factor de poder hasta ahora intocado en Egipto, por boca de algunos voceros ha salido a decir que no reprimirá las ma- nifestaciones populares. Sin embargo, varios tanques rodean hoy la sede del gobierno, que se mantuvo rodeada varios días las semanas anteriores, y de la que tuvo que salir prácticamente escapado Morsi. También dijo el Ejército que “no permitirá” una escalada de violencia.
 
Los voceros del gobierno, conscientes de los distintos sectores que confluyen en la oposición, los acusan de los enfrentamientos entre oficialistas y opositores que dejaron siete muertos y decenas de heridos, y de no querer respetar a las autoridades electas en las primeras elecciones realizadas en la historia de Egipto de los últimos 50 años. Los Hermanos Musulmanes han realizado grandes demostraciones de masas, apoyando al gobierno de Morsi. 
 
 
El referéndum
Desde algunos sectores opositores se cuestiona el poco tiempo entre la publicidad del proyecto de reformas constitucionales (dado a conocer a fines de noviembre), y el referéndum que, al cierre de esta edición, se mantenía en la fecha prevista del sábado 15 de diciembre. Hay además, cuestionamientos a varios artículos que limitan la libertad de expresión, mantienen el poder de los tribunales militares para juzgar a civiles, y no prohíbe de forma explícita la discriminación por razones de género, sexo, origen o religión.  Vastos sectores de trabajadores repudiaron en particular el artículo 53, que establece que “solo podrá haber un sindicato por gremio profesional”, cuando los sindicatos independientes surgidos al calor de la revuelta de los últimos años no han logrado, en muchos casos, su reconocimiento legal, y se mantienen los leales al régimen derrocado. Uno de los puntos más cuestionados por los opositores es el artículo que establece que “los principios de la Shariah Islámica (Derecho Islámico) son la principal fuente de legislación”, creando las condiciones para un Estado teocrático.
 
 
El edificio del régimen no cayó
Entre las denuncias realizadas en estos últimos días, dando cuenta de la supervivencia de algunos de los peores rasgos de la dictadura, algunos diarios como Al-Masry Al-Youm han revelado la existencia de un centro de tortura en el mismo “palacio presidencial”, en donde se mantuvo detenidos durante varios días a opositores al presidente Morsi.
 
Otro hecho de gran repercusión fue la filmación del momento en que un militante islamista literalmente le tapa la boca a una reconocida dirigente de las mujeres y de las luchas campesinas. Shahenda Mekled, de 74 años, es una legendaria figura de la lucha popular egipcia, quien fuera visitada en 1965 por el Che Guevara, para conocer la lucha del campesinado. Shahenda, en el momento de la agresión, coreaba una conocida consigna de estos tiempos “Somos el pueblo egipcio”. El episodio, reproducido por la TV, tuvo trascendencia nacional e internacional, y pasó a simbolizar tanto el intento de acallar las voces opositoras por parte del gobierno de Morsi, como particularmente la violencia hacia las mujeres, que ha recrudecido en el último período.
 
La misma Meklend, de activa participación en las luchas contra Mubarak, encabezó en diciembre del año pasado una “Marcha de las mujeres”, organizada para protestar contra la violencia de género, los ataques y los abusos sexuales practicados por las fuerzas armadas egipcias contra jóvenes manifestantes. Aquella persecución de género por parte de los militares no impidió que Estados Unidos renovase su ayuda anual de 1.300 millones de dólares al Ejército egipcio en 2012.
 
Muchas son las mujeres que vienen denunciando agresiones, tanto de parte de los militantes islamistas, como del propio ejército. Han surgido distintas organizaciones populares para denunciar esta violencia de género, organizar la autodefensa de las mujeres (en algunos casos con chalecos y cascos), e incluso aplicar la justicia popular sobre los agresores.
 
 
Raíces del descontento
Las últimas dos semanas, cientos de miles de personas tomaron las calles de ciudades como El Cairo, Mahalla, Asuán, Suez, o Ismailiya, luego que la Asamblea Constituyente Constitucional (ACC) diera a conocer el proyecto de reforma, y del decretazo de Morsi. Hay un gran debate entre los sectores opositores, para no ser usados por los partidarios de Mubarak. Morsi y los Hermanos Musulmanes usan esa contradicción para fortalecer su gobierno, y justifican las medidas en un presunto complot golpista. Habrá que ver el desarrollo de los acontecimientos en un Egipto donde está claro que las raíces profundas que motivaron el levantamiento de enero de 2011 no han sido resueltas por el camino de las últimas elecciones.