Con pocos días de diferencia, se conocieron dos noticias que sintetizan la creciente impunidad para algunos de los represores de los últimos años en la Argentina. Darío Poblete, el asesino del docente neuquino Carlos Fuentealba, fue fotografiado paseando lo más orondo por la ciudad de Zapala (Neuquén), donde supuestamente cumple una condena a prisión perpetua.
Con pocos días de diferencia, se conocieron dos noticias que sintetizan la creciente impunidad para algunos de los represores de los últimos años en la Argentina. Darío Poblete, el asesino del docente neuquino Carlos Fuentealba, fue fotografiado paseando lo más orondo por la ciudad de Zapala (Neuquén), donde supuestamente cumple una condena a prisión perpetua.
Alfredo Fanchiotti, el policía responsable de la masacre de Avellaneda donde murieron Maximiliano Kosteki y Darío Santillán –a pocos días de cumplirse diez años del hecho-, fue trasladado a un régimen de detención de cárcel abierta, en la ciudad de Baradero, siendo que al igual que Poblete está condenado a prisión perpetua.
No podemos terminar esta nefasta enumeración sin recordar que hace poco más de un mes Fernando De la Rúa, el odiado presidente que cayó volteado por la rebelión popular del 2001, fue sobreseído en la causa por la represión y el asesinato de manifestantes en diciembre de 2001.
Hay un hilo conductor entre estos hechos, y es la cada vez mayor criminalización de la protesta popular, por parte del gobierno nacional y de las provincias. No olvidemos que venimos de un año y medio con 18 muertos en protestas sociales, cuyos crímenes se encuentran absolutamente impunes. El mensaje es claro: palos a los que luchan, impunidad a los represores. La respuesta popular se hizo sentir en sendas manifestaciones y escraches estos días, como seguramente pasará el 26 de junio en el Puente Pueyrredón, y el 27 en Plaza de Mayo.