El gobierno de Donald Trump avanza en su aplicación de aranceles a exportaciones a sus países fronterizos con idas y vueltas, y disputa con el imperialismo chino, también en el plano comercial con aranceles a las importaciones de ese país. La semana pasada, Trump aplazó la puesta en marcha de los aranceles a México y Canadá para inicios de abril.
Como venimos analizando en estas páginas, el sector de las clases dominantes que está detrás del gobierno de Trump en Estados Unidos viene produciendo cambios en su política, poniendo el centro de la disputa con la China socialimperialista. Hace un acercamiento hacia el imperialismo ruso, avalando un “plan de paz” que reconozca los territorios tomados en Ucrania por los invasores dirigidos por Putin, aunque lo amenazó con sanciones por los ataques a centrales de energía, y exige a los gobiernos europeos que están en la OTAN que aumenten sus presupuestos de defensa.
En este marco, Trump quiere chantajear con las medidas arancelarias, pero los países afectados responden, y ahí empiezan las negociaciones. A principios de marzo vencía el “plazo de gracia” que Trump les había concedido a México y Canadá, después que estos países tomasen medidas más fuertes de protección de fronteras y lucha contra las drogas. Canadá anunció aranceles del 25% sobre importaciones yanquis, y un posible aumento en las próximas semanas. México también tomó medidas y anunció aranceles a productos agrícolas y manufacturados de Estados Unidos.
Uno de los objetivos de Trump es conseguir la radicación de las empresas monopolistas yanquis en Estados Unidos, por eso declaró “Lo que tienen que hacer es construir sus fábricas aquí, en cuyo caso no habrá aranceles”. Eso desestabilizaría completamente las economías de México y Canadá, profundizando el sometimiento yanqui, y le provoca contradicciones con parte de los monopolios yanquis. Las grandes empresas fabricantes de autos, Ford y Chevrolet, se plantaron y consiguieron que Trump pospusiera por un mes la aplicación de estos impuestos. China se mete en la disputa, y quiere “invitar a incrementar el intercambio comercial con México y Canadá”.
El gobierno yanqui también amenazó a Europa con imponer aranceles, a lo que el ministro de Economía alemán Robert Habeck, respondió: «Si el presidente Trump impone los aranceles anunciados a los productos de la UE, reaccionaremos unidos y con confianza».
China: Estamos dispuestos a luchar hasta el final
En su disputa interimperialista con China, Trump aumentó del 10 al 20% el arancel a los productos chinos. Sigue usando la excusa de la lucha contra el tráfico de fentanilo, ocultando que es la propia agencia de control de drogas yanqui, la DEA, la que controla el ingreso de drogas a Estados Unidos. China respondió con nuevos aranceles a productos agrícolas y restricciones adicionales a empresas estadounidenses con sucursales en su territorio. Y declaró «Si lo que quiere EE.UU. es una guerra, ya sea arancelaria, comercial o cualquier tipo de guerra, estamos dispuestos a luchar hasta el final» (Lin Jian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino).
El miércoles 5/3, el primer ministro de China anunció un nuevo aumento en el presupuesto en defensa en un 7,2%, y advirtió que «cambios no vistos en un siglo se estaban desarrollando en todo el mundo a un ritmo más rápido».
Los yanquis no se quedaron atrás y respondieron a través del Departamento de Defensa, que afirmó estar preparado ante una eventual guerra con China. «Quienes buscan la paz, deben estar preparados para la guerra», dijo el jefe del Pentágono, Pete Hegseth. Se sigue confirmando que crecen los factores de guerra mundial, como venimos analizando desde el PCR.
Trump descarga la crisis sobre sus trabajadores y los pueblos del mundo
Esta guerra arancelaria de Trump concentra aún más las ganancias de la clase opresora yanqui: las ganancias de las empresas siderúrgicas crecieron un 30%. Pero se calcula que cada familia viviendo en Estados Unidos tendrá que pagar 1.200 dólares extras al año por estos impuestos, que encarecen directamente los alimentos y productos de consumo básico. También encarecerá a los automóviles, ya que una gran cantidad de piezas necesarias en la producción se fabrican en México.
Las decisiones de Trump ya están provocando una “caída de confianza” en su gobierno, según encuestadores del sistema. Una encuesta mostró que el 68% cree que Trump vende humo con estas medidas para no atacar los verdaderos problemas económicos del pueblo estadounidense.
Esta guerra comercial también tiene efectos en las masas de los países afectados. En Canadá, para las próximas elecciones la discusión política gira en torno a qué candidato enfrentará con más fuerza a Trump, y en varios comercios se retiran productos de origen estadounidense. Doug Ford (primer ministro de Ontario) amenazó con cortar la energía eléctrica al norte de EEUU. Ontario es un importante proveedor de electricidad para Nueva York, Michigan y Minnesota. Ford, gobernante de derecha, afirmó “Tienen que sentir el dolor. ¿Quieren atacarnos? Tenemos que contraatacar con el doble de fuerza”.
En México, la presidenta Claudia Sheinbaum convocó el domingo 9 a una multitudinaria movilización en la Plaza del Zócalo (el equivalente a nuestra Plaza de Mayo) en Ciudad de México, donde hizo eje en que “Nuestra relación con Estados Unidos debe basarse en el respeto mutuo y la cooperación», destacando la postergación de la imposición de aranceles.
El crecimiento de la guerra comercial agudiza la disputa de los monopolios y las potencias imperialistas, y hacen prever un aumento de los factores de una nueva guerra mundial interimperialista.
hoy N° 2050 12/03/2025