China atraviesa una grave crisis económica. Y, como todo país imperialista, busca descargarla sobre los pueblos de los países oprimidos.
El grupo chino Evergrande, principal actor en el mercado de construcciones e inmobiliario de China, solicitó en Nueva York la «protección por bancarrota del Capítulo 15». Esta es una legislación yanqui que permite proteger los bienes de la empresa en Estados Unidos, mientras se lleva el proceso de bancarrota. Esto se debe a que el Estado chino no pudo salvar a esta empresa, que maneja más de 1.300 proyectos en casi 300 ciudades del país. Evergrande también intentaba meterse en el negocio de los vehículos eléctricos, turismo, deportes, finanzas, salud y pensiones. La gran crisis empezó hace poco más de dos años, cuando se conocieron las deudas que Evergrande no podía pagar.
La timba financiera de Evergrande consistía en comprar un terreno al gobierno local, planificar cuántas viviendas construir y ponerlas a la venta antes de construirlas. Las familias las compraban y este grupo, en lugar de construir las casas prometidas, usaba esa plata para comprar nuevos terrenos o ponía en otros sectores que nada tienen que ver con la construcción. Esto produjo una bola de nieve de usura, que no se pudo parar hasta que arrasó con todo.
Pero no sólo Evergrande tiene problemas. El grupo chino Country Garden, con más de 300 mil empleados y más de 3.000 obras en construcción, reconoció recientemente su imposibilidad de pagar dos vencimientos de su deuda millonaria. Más aún, las empresas que representan el 40% de las ventas de viviendas chinas reconocieron incumplimientos de pagos de vencimientos de deuda. Esto provocó que la Bolsa de Hong Kong, cayese un 2.1% y acumulase una pérdida del 20% en lo que va del año.
Esto repercute directamente sobre el pueblo chino, ya que el sector inmobiliario genera trabajo en muchas ramas: no solo directamente en la construcción, sino también en el acero, materiales de construcción, y transporte, entre otros. Recientemente se publicó que el índice de desocupación entre jóvenes chinos supera el 21%, aunque el gobierno chino mandó a eliminar esos datos por considerarlos «con errores técnicos».
Muchos de los trabajadores con capacidad de ahorro habían decidido invertir en los bonos que emitían las constructoras. Ahorristas que compraron estos bonos hicieron manifestaciones en Beijing, después de que financieras suspendieran los pagos por esos bonos, sin ofrecer un plan de recuperación de los ahorros.
Para remarcar la importancia del sector inmobiliario en China, podemos mencionar que es el negocio con mayor cantidad de activos en el mundo: maneja más de 62 billones de dólares, y genera el 30% de la riqueza del país. Más de dos tercios de la riqueza de los hogares está vinculada a este rubro.
El resto de los países imperialistas muestran su preocupación: tienen metidas cucharas por todos lados. Los índices S&P 500, Nasdaq y Dow Jones tuvieron pérdidas durante agosto. El presidente yanqui, Joe Biden, firmó una orden para prohibir nuevas inversiones en industrias en China. Este movimiento de mercados en parte tiene que ver porque muchas empresas le venden a China petróleo, minerales y demás insumos.
Para China, la única salida a esta crisis es explotar a los pueblos oprimidos y expandir sus dominios sobre éstos.
El desarrollo imperialista chino tiene la particularidad de que gobierna el Estado un partido que se dice “comunista”, en el que la presencia estatal regula toda la economía, incluso a las crecientes empresas y monopolios privados. «Todo lo de Evergrande viene dado por el Partido, el Estado y la sociedad», dijo el dueño de Evergrande, Xu Jiayin, en 2021 (https://www.bbc.com).
Zhiwu Chen, director del Asia Global Institute (AGI) y profesor titular de la Universidad de Hong Kong, así explicaba esta relación entre el Estado y los privados: «Si bien el Partido Comunista controla todo en China como lo exige la Constitución, los acuerdos comerciales a nivel práctico se realizan en base a conexiones o relaciones». Por esto y por todo el desarrollo de la restauración capitalista en China, decimos que es un país “socialimperialista”, socialista de palabra, pero imperialista en los hechos.
Como ejemplos de esta política podemos mencionar el chantaje económico al que se somete el gobierno argentino, que tomó préstamos en China con altos intereses para pagar la deuda fraudulenta al FMI que contrajo el gobierno macrista. O la instalación de una base militar en la Patagonia, bajo el pretexto de ser un «observatorio astronómico al que no se puede tener acceso». También están las actuales pretensiones chinas de instalar otra base en Tierra del Fuego. O cómo China pelea por meterse en la extracción y manejo del litio, y busca demorar la aprobación del proyecto de ley presentado por nuestro diputado Juan Carlos Alderete para la nacionalización del litio.
Escribe Rodrigo Cruz
Hoy N° 1977 06/09/2023