Noticias

08 de junio de 2016

“Crisis mundial” y carestía

 El Partido Comunista de la Argentina presentó en 1922, ante el 4° Congreso de la Internacional Comunista, un “Informe de la delegación argentina” en el que se realiza un análisis detallado de la visión que tenía entonces el PC, que había adoptado ese nombre apenas dos años antes, luego de romper en 1918 con el Partido Socialista y denominarse Partido Socialista Internacional.

 El Partido Comunista de la Argentina presentó en 1922, ante el 4° Congreso de la Internacional Comunista, un “Informe de la delegación argentina” en el que se realiza un análisis detallado de la visión que tenía entonces el PC, que había adoptado ese nombre apenas dos años antes, luego de romper en 1918 con el Partido Socialista y denominarse Partido Socialista Internacional.
El Informe, de cerca de 40 páginas, aborda distintos aspectos de la situación económica y política de nuestro país, así como las polémicas tanto con los dirigentes del PS como las internas que se producían en el PC. 
La parte de análisis económico contiene un relevamiento de los productos de importación y exportación, superficie cultivada y desarrollo industrial entre 1910 y 1920, con un capítulo destinado a la penetración de capitales “del imperialismo norteamericano”, y otro sobre “La crisis mundial y la carestía de la vida”, en el que nos queremos detener.
Allí, sobre la base de las estadísticas de importación-exportación, se concluye que para 1917 –en plena guerra– mientras disminuía el volumen, aumentaban los productos, tanto nacionales como importados. Los productos nacionales que valían 100 en 1910, costaban 176,1 en 1917. Los importados pasaron de 100 a 198,3: “Los capitalistas de la Argentina tenían beneficios considerables mientras disminuía considerablemente el nivel de vida [del] proletariado, que acababa de pasar un período de crisis industrial al iniciarse la guerra europea”, dice el Informe.
Sobre la base de caracterizar una “crisis económica mundial” a la situación de posguerra, el Informe analiza las luchas proletarias de los años 1917, 18, 19 y 20, consignando que si bien en muchos casos, tanto en la Capital Federal como en “el interior”, se habían conseguido aumentos salariales importantes, “los aumentos de salarios no estaban en proporción con el encarecimiento de la vida. En relación al nivel de vida del proletariado es hoy inferior al de 1906 a 1910 ya que el costo de la vida aumentó más que el esfuerzo humano”.
Ejemplifican los delegados del PCA, en este Informe firmado por José Penelón y Juan Greco, con el precio de la carne, que mientras al por mayor disminuye entre 1919 y 1921, aumenta su precio al por menor: “Esta situación tan anormal está determinada por la excesiva especulación que se ha hecho con el comercio de la carne”. Lo mismo consignan para el pan, en momentos que los molinos harineros se “trustifican… sometiendo a los pequeños productores transformándolos en verdaderos tributarios suyos”.