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19 de septiembre de 2012


Cristina roba en las asignaciones

Hoy 1437 / Con la inflación “empareja” hacia abajo y se queda con la diferencia

Con gran bombo, la presidenta Cristina Fernández anunció con retraso el demorado aumento en las asignaciones por hijo. Por supuesto que lo hizo sin reconocer explícitamente la inflación y presentándolo como un estímulo a la demanda “en un momento de caída de la actividad económica”. Eso sí, como no reconoce la inflación, el aumento es menor o directamente no hay aumento en las otras asignaciones familiares y en cuanto al aumento para los hijos es sólo para aquellos sectores sin ingresos o con ingresos más bajos. Además, este aumento viene acompañado de un cambio en las escalas que reduce –no sólo en términos reales (por la mayor inflación) sino también en términos nominales– las asignaciones por hijo para aquellos sectores de trabajadores cuyos ingresos brutos superen los 3.200 pesos mensuales.


Por otro lado, si bien se eleva el tope del salario bruto para poder cobrar la asignación por hijo de $5.200 a $7.000 mensuales, esto viene acompañado también de un cambio en la base del cálculo: ya no será el salario bruto individual del cónyuge que cobre la asignación sino la suma de los ingresos brutos de los dos (sea como asalariado, monotributista o jubilado) y siempre que ese total no supere los $14.000 ni ninguno de los dos conyugues supere individualmente los $7.000, ya que en tal caso ese “privilegiado” cae bajo el régimen del impuesto a las Ganancias. Pues todo esto se hace sin modificar por la inflación el mínimo no imponible de dicho impuesto, ya que el gobierno kirchnerista considera “rico” a todo trabajador con familia que saque en bruto, aunque sea con horas extras, más de 7.000 pesos por mes.

 

Unos salen hechos…
De todo esto resulta que a los únicos que se les reconoce la inflación del 25,9%, por lo que pasarán a recibir 340 pesos en vez de 270 por hijo, son los incluidos en la llamada Asignación Universal –que no es universal pues sólo abarca a los hijos de los desocupados, empleadas domésticas y trabajadores no registrados, siempre y cuando nadie del grupo familiar tenga un ingreso en blanco–, y aquellas familias en las que un aumento de sueldo no las haya hecho cambiar de categoría, es decir cuyo ingreso bruto mensual continúe siendo inferior a los 3.200 pesos mensuales.


Aunque ese “universo” salga hecho tardíamente con la inflación, el “aumento” tiene un significado enorme para los millones de hogares que todavía siguen debajo del límite de la pobreza. El problema es que a esto no se lo acompaña de un combate serio contra la inflación (al contrario, se sigue con la política inflacionaria) y tampoco con una política de creación de trabajo genuino para los que no lo tienen o están subocupados y de “blanqueo” para los no registrados. Y, lo que más indigna, es que este aumento que ya era imprescindible para prácticamente la mitad de la población que está empobrecida, se lo haga profundizando la discriminación contra los hijos de los otros sectores asalariados, buscando enfrentar a unos con lo que llama “armonización” (la nueva palabra por ajuste), como si esos sectores fueran “privilegiados”; todo para que los beneficiarios del “modelo”, sigan juntando la plata “con pala”.

 

…y otros pierden
Todos los demás trabajadores que entren en las categorías de más de $3.200 mensuales, por el ingreso bruto medido ahora a nivel familiar y no individual como antes, tendrán ahora por hijo: con ingresos brutos de entre $3.201 y $4.400 por mes, $250; entre $4.401 y $6.000, $160, y de $6.001 a $14.000, $90, siempre que ninguno de los dos conyugues supere un ingreso bruto de $7.000 por mes.


Para todas las familias en las que los dos miembros de la pareja tienen empleo en blanco (“un tercio de los hogares”, trató de minimizar el director ejecutivo de la Anses, Diego Bossio) esto implicará efectivamente una reducción en lo que reciben por hijo. Así, una familia en la que los dos padres cobren en blanco el salario mínimo pasará de cobrar $270 por hijo con la antigua escala a $160 con la nueva. Si entre los dos cobran en blanco más de $6.000 pesos, el recorte es aún mayor: hasta ahora, podía percibir la asignación el que menos cobrara, por lo que recibían $270 por hijo; ahora estarán en la categoría más alta y cobrarán sólo $90. Además, todas las familias en las que uno de los padres tenga un ingreso bruto de más de $7.000 mensuales dejarán de recibir el beneficio.


A eso se suma todavía que las escalas salariales que dan derecho al cobro del beneficio aumentaron menos que la inflación y los aumentos salariales, lo que hace que incluso en familias con un solo sueldo en blanco cobrarán asignaciones más bajas que hasta hace poco: un trabajador con un sueldo de $2.700, cobraba $270 de salario familiar, pero si recibió un aumento del 25%, ahora gana $3.375 y el salario familiar se reduce a $250; uno que ganaba $5.000, cobraba $136 de salario familiar, pero si recibió un aumento del 25% y ahora gana $6.250, el salario por hijo se reduce a $90.


Si el gobierno se hubiera limitado a aumentar los topes y los beneficios un 25,9% y no empezara a computar los ingresos por grupo familiar, las asignaciones se hubiesen recuperado de lo perdido este año con la inflación. En cambio, ahora no sólo no revirtieron el deterioro anterior sino que bajaron tanto en términos reales como nominales. Lo que constituye directamente un robo a los trabajadores, ya que las asignaciones familiares no son un subsidio que depende de los recursos del Tesoro, sino que son parte del salario que se ingresa a la Anses como contribuciones patronales al efecto, que han crecido de acuerdo a los aumentos en los salarios por la inflación.

 

Las otras asignaciones
La asignación por nacimiento sigue congelada desde 2008, en $600; la de adopción, en $3.600; la de matrimonio, en $900 y la ayuda escolar anual, en $170 (¡cuando en 2001 era de $130!). Lo único es que se amplió el tope de los que lo recibirán esas menguadas asignaciones, de los $5.200 mensuales de antes a los $7.000 de ahora.


La asignación prenatal sigue los mismos lineamientos que la asignación por hijo, con las mismas escalas y montos.


En cuanto a la asignación por hijo con discapacidad no se le reconoce más de un 11% de inflación en todos los casos: sube de $1.080 a $1.200 para los hogares con ingresos familiares de hasta $3.200; de $810 a $900 para los de ingresos familiares de hasta $4.400; y de $540 a $600 para los de ingresos mayores, sin límite. También la ayuda escolar anual para hijo con discapacidad sigue congelada en $170.