La presidenta Cristina Fernández afirmó en su discurso del 4 de agosto, que “cada vez que la Argentina se tornó viable comenzaron los misiles”. Así quiso atribuir la profundización de su política de ajuste recesivo –que aplica desde enero de este año, con la devaluación y la suba de las tasas de interés– a la crisis de la deuda detonada por el fallo del juez yanqui Griesa.
La presidenta Cristina Fernández afirmó en su discurso del 4 de agosto, que “cada vez que la Argentina se tornó viable comenzaron los misiles”. Así quiso atribuir la profundización de su política de ajuste recesivo –que aplica desde enero de este año, con la devaluación y la suba de las tasas de interés– a la crisis de la deuda detonada por el fallo del juez yanqui Griesa.
Lo cierto es que la economía argentina, aún tomando las cifras cuestionadas del Indec, viene en caída desde comienzos de este año, con los dos primeros trimestres de crecimiento negativo, que es lo que establecen los economistas burgueses para hablar recién de crisis o, más suavemente, de recesión. Este sería el resultado inmediato de la política de ajuste recesivo, aplicada por el gobierno kirchnerista desde enero de 2014.
Como manifestación del agotamiento del “modelo” kirchnerista de inflación y entrega, la economía ya venía prácticamente estancada desde 2012, con un crecimiento del PBI entre 2011 y 2013, de apenas un 3,8%. Pero por el crecimiento de la población, si se mide por habitante (per cápita, lo llaman), se reduce prácticamente a cero. Con el agravante que en el reparto de ese PBI –la llamada redistribución del ingreso–, la actividad financiera creció en el mismo tiempo ¡un 40%!
Este sector, que en su momento Martínez de Hoz llamó “la industria financiera”, recibió, a comienzos de este año, una tajada adicional de 10.000 millones de pesos de un saque con la devaluación que el gobierno acordó con los bancos imperialistas radicados en el país, nucleados en la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA).
Es cierto que en esta jugada también ganaron los bancos argentinos nucleados de Adeba, que encabeza el usurero Jorge Brito, y los de Abappra, en la que talla el camaleónico Carlos Heller. Pero también es cierto que mientras denostan a Adeba, y en particular a Jorge Brito, Cristina y Kicillof negociaron con las sucursales de los bancos imperialistas de ABA que son, dentro del “capital bancario” los que se llevan y siguen llevando la mayor parte de la tajada financiera dentro del “modelo” kirchnerista. Aquí también hacen como los teros: ponen los huevos en un lado y gritan en el otro.
Esto explicaría también por qué Cristina y Kicillof abortaron el intento de Jorge Brito y los otros miembros de Adeba (incluido el Banco Ciudad de Buenos Aires) de intermediar con los fondos buitres, en una acción acordada con el presidente del Banco Central, Fábrega, con el aliento incluso de Capitanich y Zannini. Ahora sólo quedan, como posibles intermediarios “privados” con los buitres, los bancos imperialistas con sede en el país (de ABA) en particular los yanquis JP Morgan y Citi, el chino HSBC y el alemán Deutsche quienes, por ahora, siguen contando con las postergaciones del juez Griesa (quien “da tiempo” manteniendo sus llamados a una negociación de partes).
Por eso también estarían buscando socios “nacionales”, como lo ha ratificado Eduardo Eurnekian, alguien afín al imperialismo de Rusia quien, a su vez, es empresario “de consulta” del ministro Capitanich. Otro empresario mencionado es Bulgheroni, quien habría sido “tanteado” también por Capitanich y, además por Zannini del lado de sus socios chinos. Todos temerosos de que sus negocios queden en “el limbo”, figura utilizada por Kicillof y Cristina para culpar a los buitres de todos los males de la economía producto de su política entreguista, como si los otros imperialistas fueran diferentes.