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15 de diciembre de 2010

Crónicas incorrectas

Hoy 1348 / Barone, el gran simulador

El periodista Orlando Barone es el bastonero del híper oficialista “6,7,8”, en el que cumple con singular esmero la defensa del “modelo” kirchnerista. Sin embargo, en distintas emisiones del programa, Barone dejó deslizar un relativo mea culpa: “uno tal vez no ha hecho todo lo que debía en esa época”, en referencia a su papel durante los años de la dictadura videlista. De todas maneras nunca deja, como gran fiscal, de señalar –a veces con razón- las miserias de terceros. Uno de sus blancos preferidos es el grupo Clarín.
Ahora ¿Barone dice toda la verdad? Sus diatribas contra el matutino ¿ocultan algo? En su página web figura la historia, digamos oficial, de su trayectoria en los medios. Prolongada, ya que tiene 73 años. Y un detalle llama la atención: no parece haber trabajado en ninguno entre 1976 y 1982. ¿Qué hizo Barone en todos esos años? ¿Se dedicó a otra cosa? La “verdad de la milanesa” es que ejerció su profesión… ¡en el diario Clarín! Sí, el mismo que ahora trata de demoler con su verba inflamada.
Quien alguna vez, desde la pantalla de canal 7, aseguró que “nada puede construirse si no respetamos la memoria”, resulta que oculta haber ingresado a Clarín en febrero de 1976, un mes antes del golpe fascista, hasta diciembre de ese año, al que regresó en enero de 1978 hasta diciembre de 1981. Dos años después, ya con Raúl Alfonsín ocupando la poltrona de Balcarce 50, y hasta 1985, Barone pasó a Diarios y Noticias (DyN), agencia de noticias del mismo grupo Clarín.
El problema no es que haya trabajado en el matutino fundado por Roberto Noble, sino que ejecute con fruición la melodía “K” colocando en un sospechoso cono de sombra su prolongada estadía en el mismo.
Este ocultamiento, esta singular negación, deja lugar no sólo a diversos interrogantes sino a la certeza de que, como muchos otros voceros del régimen kirchnerista, Barone es un fanático de la simulación, el engaño y la hipocresía. Actitud que reitera, también, para no revelar su amistad, muy estrecha, con el empresario Eduardo Eurnekian. Pero como diría Rudyard Kipling, “esa ya es otra historia”.

Palabras, palabras
Se sabe. Pero siempre es útil recordar que el kirchnerismo, de progresista no tiene nada. Pruebas al canto, los disparates que con aire intelectual disparan todas las semanas tres “mosqueteros”, es decir, tres “bucaneros” del aparato oficialista en el programa televisivo “Café las palabras”: Eduardo Valdés, Jorge Schussheim y Jorge Coscia.
En una de sus últimas ediciones Coscia, secretario de Cultura de la Nación, trató por todos los medios, a coro con sus acompañantes, de deslindar la responsabilidad del gobierno de Cristina Fernández en la represión a los originarios qom de Formosa, que le costara la vida a nuestro compañero de la CCC Roberto López.
Tan grosero era el discurso, las palabras en defensa de lo indefendible, que Coscia –casi como en un arrebato- manifestó que “todo el peso de la ley debe caer sobre los responsables”. Lo que no estuvo mal. El problema es que agregó: “y también sobre los instigadores”, como si a los qom se los pudiera llevar de la nariz, típica conjetura colonialista.
¿Se acuerda de la teoría de los dos demonios? ¿O más aún, la frase maldita de “algo habrán hecho” de la dictadura militar? Sin anestesia, el kirchnerismo va mostrando su verdadera cara, muy alejado de los afeites “progre” con los que, todos estos años, intentó cubrirse.