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24 de noviembre de 2010

Crónicas incorrectas

Hoy 1345 / Aunque se vista de seda…

Uno de los íconos del kirchnerismo –notable fotografía de la decadencia de una clase y una época- es el programa “6, 7 y 8”, que se emite por el canal oficialista. Una de sus estrellas rutilantes, Sandra Russo -otrora ferviente “lilista”- acumula un historial que no es propiamente el de una “progresista”, y mucho menos de una “izquierdista”.

Uno de los íconos del kirchnerismo –notable fotografía de la decadencia de una clase y una época- es el programa “6, 7 y 8”, que se emite por el canal oficialista. Una de sus estrellas rutilantes, Sandra Russo -otrora ferviente “lilista”- acumula un historial que no es propiamente el de una “progresista”, y mucho menos de una “izquierdista”.
Cuando en el año 1995 la patronal de Página 12 despidió a 95 trabajadores, Russo, que pertenecía a esa redacción, jamás se solidarizó con sus compañeros despedidos ni con quienes realizaron ¡dos meses! de huelga, sin cobrar salarios, por la reincorporación. Carnereó.
Russo tampoco participó, nunca, de ninguna manifestación u otra acción gremial fuera de la empresa para alcanzar esa reincorporación. En esa época tenía otras preocupaciones: se mudó al barrio de Palermo porque, argumentaba públicamente, debajo de su departamento de Boedo vivía una familia paraguaya y era como ser “vecino de una reserva indígena”. Textual.
Incluso, en su antiguo barrio que tanto le incomodaba, denunció a la policía a un grupo de chiquilines que fumaban porros. Fenomenal trepadora, al estilo de otras colegas suyas que conocieron, en su momento, las mieles de la “carpa menemista”, en su escalamiento tuvieron intervención personajes como Fernando Sokolowickz, ex propietario de Página 12.

 

UPAU, la SIDE, Hadad…
Por el lado de la “otra” derecha, entre otros personajes, fatiga diariamente la TV el inefable Fabián Dóman, quien desde las pantallas de C5N “ausculta la realidad”. Dóman, candidato a posar para la foto del “gorilita de la semana”, siempre se caracterizó por su espíritu, digamos, audaz, sensible a los golpes del bolsillo. Fue en Derecho de la UBA donde se inició en la política, integrando UPAU, aquella tristemente célebre agrupación de la derecha universitaria.
    En los ’90 fue vocero de María Julia Alsogaray y, posteriormente, de Francisco de Durañona y Vedia. Sobre las pos- trimerías del menemato saltó a la “arena internacional”: fue segundo del delegado de la SIDE en la Embajada argentina en Washington.
Ahora, diariamente, ataca a cuanto luchador reclama por sus derechos: con su conocido estilo de “perdona vidas”, en tono cancherito y destilando odio de clase, baja el mensaje archiconocido de “proteste pero no corte calles”, “no perjudique a los demás”, “¿estás en algún partido?”, “pero si ustedes son de la CTA bonaerense ¿por qué vienen a cortar Callao?”, etc.
Voceros de las dos derechas, con idéntico mandato reaccionario y antiobrero. También para estos personajes va a tronar el escarmiento.