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03 de mayo de 2012

Crónicas proletarias

Hoy 1417 / Bibliotecas y escuelas obreras

Las organizaciones obreras, tanto sindicales como políticas, buscaron desde sus inicios, en el siglo 19, maneras de avanzar en la educación de sus integrantes. El instrumento principal eran los periódicos, pero era costumbre además, entre los socialistas al menos, fundar una biblioteca o centro cultural en cada lugar donde abrían trabajo político. Hacia 1930, estas bibliotecas obreras llegaron a sumar 397.

Las organizaciones obreras, tanto sindicales como políticas, buscaron desde sus inicios, en el siglo 19, maneras de avanzar en la educación de sus integrantes. El instrumento principal eran los periódicos, pero era costumbre además, entre los socialistas al menos, fundar una biblioteca o centro cultural en cada lugar donde abrían trabajo político. Hacia 1930, estas bibliotecas obreras llegaron a sumar 397.
Una particularidad de la formación de nuestro movimiento obrero, se sabe, fue integrar la gran masa de inmigrantes con los criollos y originarios. Esto no fue sencillo, y tanto los socialistas como los anarquistas tuvieron aciertos y errores. Entre los aciertos, la decisión de publicar los periódicos en castellano, como fue el caso de El Obrero en 1890. Ya a fines de siglo, las publicaciones anarquistas, socialistas y de otras tendencias en el campo sindical, eran más de un centenar y se editaban casi todas en castellano. Este desarrollo se dio en paralelo a la educación pública, en la que el Estado –ya hegemonizado por terratenientes y burgueses intermediarios del imperialismo– imponía su visión de la historia y el presente del país.
Tanto en las filas socialistas como anarquistas, a mediados de la década de 1890 se incorporaron importantes figuras intelectuales, que tuvieron un papel importante en las labores de difusión cultural y educativa. Podemos nombrar del lado del socialismo a Juan B. Justo, José Ingenieros, Roberto J. Payró, Ernesto de la Cárcova y Leopoldo Lugones, y entre los anarquistas a Alberto Ghiraldo, Antonio Pellicer Paraire y Rodolfo González Pacheco. Tanto entre los intelectuales socialistas como los anarquistas, tuvieron mucho peso las concepciones sarmientinas sobre la educación, con la que compartían el positivismo filosófico.
Los socialistas fundaron el Centro Socialista de Estudios, la Biblioteca Obrera, la Escuela Libre para Trabajadores, y la Sociedad Luz. Estas instituciones fueron instrumentos de difusión de las ideas revisionistas del marxismo, que hegemonizaron en la dirección del PS. Algunos grupos anarquistas tuvieron sus Escuelas Libertarias donde se pregonaba la “libertad por la educación”. Entre los anarquistas predominaba la pedagogía “racionalista”, que pretendían oponer a la “dogmática” de la escuela pública.
Si bien estas experiencias culturales y educativas se frustraron, por los golpes del enemigo y por las contradicciones de sus impulsores, merecen ser conocidas y estudiadas, pues forman parte de la larga lucha de nuestro pueblo por su liberación.