La crisis económica de 1890 se descargó con brutalidad sobre los trabajadores. La recientemente creada Federación Obrera Argentina, a comienzos de 1891, en un petitorio al presidente de la nación hablaba de “la inmensa multitud de proletarios que hoy viven aquí en Buenos Aires sin poder hallar trabajo”.
La crisis económica de 1890 se descargó con brutalidad sobre los trabajadores. La recientemente creada Federación Obrera Argentina, a comienzos de 1891, en un petitorio al presidente de la nación hablaba de “la inmensa multitud de proletarios que hoy viven aquí en Buenos Aires sin poder hallar trabajo”.
Los trabajadores sintieron en sus bolsillos la crisis, desde sus inicios. Primero con la pérdida de poder adquisitivo, ya que la moneda nacional se había devaluado en un 45%, con la consiguiente carestía. Por esto hacia fines de la década de 1880 los trabajadores reclamaban que se les pagara su salario en oro o su equivalente en pesos. La magnitud de la situación la da el dato que 1891 fue el primer año -desde 1869- en que fueron más los trabajadores que salieron del país que los que entraron.
El Obrero, periódico marxista y órgano de la Federación Obrera, calculaba –en enero de 1891- en 10.000 “los obreros sin trabajo hoy en la capital y miles de otros en iguales condiciones en el campo”. Desde la Federación Obrera se impulsó un “meeting” (movilización) de desocupados, para denunciar el aumento de la desocupación. El Obrero describía el “terrificante (sic) cuadro de la mortandad de niños menores de cinco años, que aquí en Buenos Aires llega a un monto total mayor que en ninguna parte del mundo habitado”, y denunciaba el aumento de “robos, homicidios y suicidios. Sin hacer mención de tantos crímenes secretos que nunca salen a la luz del día, de la prostitución pública y clandestina, paga con el dinero de los acaudalados patricios del high-life”.
A la hora de las propuestas convocantes del “meeting”, El Obrero adquiere un tono pesimista: “es simplemente con la intención de hacer presente a las autoridades… las condiciones desesperadas en que nos hallamos”, afirmando “queremos ser como siempre esclavos de los medios de producción”. Propone al gobierno “fundar colonias agrícolas y que emprenda obras públicas en que puedan hallar ocupación los miles de trabajadores que hoy no tienen trabajo”; y denuncia la “empleomanía” en las oficinas públicas de los amigos del poder.
Pocos años después, en 1897, la FOA, que se había reconstituido y en la que coexistían todavía socialistas y anarquistas, volvía a denunciar el incremento de la desocupación –estimada por algunos en 100 mil personas- y realizaba un acto en la Capital Federal “para protestar contra el gobierno y exigir trabajo”, donde se reunieron entre cuatro y cinco mil personas, que fueron reprimidas por la policía al intentar marchar por el centro porteño.