Luego de 300 años de conquista, derrotados los sectores más avanzados de la Revolución de Mayo, poco cambió para los pueblos originarios sometidos en nuestro territorio. “Nuevos siervos reemplazaron a los viejos siervos”, dice Otto Vargas, refiriéndose a los trabajadores de las estancias y de servicio doméstico, muchos de ellos originarios.
Luego de 300 años de conquista, derrotados los sectores más avanzados de la Revolución de Mayo, poco cambió para los pueblos originarios sometidos en nuestro territorio. “Nuevos siervos reemplazaron a los viejos siervos”, dice Otto Vargas, refiriéndose a los trabajadores de las estancias y de servicio doméstico, muchos de ellos originarios.
La formación de la estructura oligárquico-dependiente de la Argentina actual, necesitó del genocidio llamado “conquista del desierto” hacia la década del 70 del siglo 19, que prácticamente liquidó los pueblos originarios de la Patagonia y del Chaco, que habían resistido los embates anteriores. Los pocos originarios sobrevivientes tuvieron distintos destinos: unos (muchas mujeres y niños), engrosaron los “criados” de las familias oligárquicas, otros hacinados en las “reducciones”, y algunos destinados a brutales trabajos en obrajes, estancias e ingenios.
Un ejemplo es el que cuenta Miguel Galván en Política y Teoría Nº69, sobre el trabajo forzoso de mapuches, ranqueles y qom en la zafra tucumana: el gobernador Martínez Muñecas, agradeciendo el “ofrecimiento” de Roca de “pampas y ranqueles”, en 1878, le cuenta al genocida algunas de las “medidas” que tomaría. Tras fijar un “bajo salario” el primer año, y “los alimentos necesarios dos veces por día”, asegura Muñecas que “de ese salario recibirán una parte… depositándoles ese sobrante en el mismo patrón… hasta que llegara a los indios el día en que puedan tener la libre administración de sus bienes…”. Salario que, aclaremos, era pagado en “monedas” que sólo tenían validez en las proveedurías de obrajes o ingenios.
Todo bajo un Reglamento General de Policía que concedía al patrón la “potestad de justicia”, particularmente ante la alta tasa de “fugados” de los ingenios, que escapaban de un trabajo esclavo, servil, propio de los prisioneros de guerra.
Otro ejemplo de las canalladas capaces de nuestra rancia oligarquía, lo constituyen los relatos de las “incursiones” en las “reducciones” en territorio chaqueño, de donde llevaban originarios, “custodiados” por los soldados, y que eran entregados a los Posse, Padilla, Paz, Lynch, Hileret, entro otros “prohombres” dueños de ingenios.
La brevedad nos obliga a dar sólo un ejemplo de cómo fue la “acumulación originaria” que está en la base de nuestro desarrollo capitalista, y dejar para otra columna la incesante resistencia de estos pueblos originarios, ya como trabajadores, que son parte del patrimonio de lucha de nuestra clase obrera, y como tal debemos conocer y rescatar.