En muchos negocios de Argentina y otras partes del mundo se puede observar un cartel que señala: “Su pregunta no molesta”. Se trata de un gesto del dueño del comercio que invita a averiguar sobre el precio o las cualidades de un determinado producto, con el objetivo de generar conocimiento y confianza en el consumidor.
En muchos negocios de Argentina y otras partes del mundo se puede observar un cartel que señala: “Su pregunta no molesta”. Se trata de un gesto del dueño del comercio que invita a averiguar sobre el precio o las cualidades de un determinado producto, con el objetivo de generar conocimiento y confianza en el consumidor.
En política, y según cualquier manual de periodismo, las preguntas y repreguntas no sólo son importantes para conocer sino que permiten visualizar el pensamiento de un dirigente. Cuando en medio de las inundaciones de La Plata el conductor del noticiero de Canal 7, Juan Miceli, le preguntó al diputado de La Cámpora Andrés Larroque, por qué trabajaban con pecheras partidarias con las donaciones anónimas; el dirigente, desde una posición de poder, reaccionó de manera cuasi mafiosa preguntando el nombre del entrevistador y exigiéndole que concurra a ayudar a los damnificados.
Una sola pregunta bastó para corroborar que el perfil ideológico de Larroque es el de alguien que ejerce el poder sin limitaciones, es decir el de un autoritario que se incomoda al extremo si se cuestiona el relato oficial. Tan contrariado estaba el jefe de La Cámpora y referente de Unidos y Organizados que al término de la entrevista gritó ¡quién es este pelotudo!, por Miceli.
Pero la cosa no terminó ahí; desde 6, 7,8 y otros programas oficialistas salieron a denostar a Miceli, identificándolo con Clarín. En interminables y soporíferos debates se cuestionaba la pregunta. El problema era la pregunta. Es que cuando se construye un relato desde el doble discurso –se habla desde la izquierda y se gobierna a favor de la derecha- cualquier pregunta puede dinamitar el relato como le sucedió a CFK en Harvard.
En la actualidad, y debido a los ajustes impuestos, se vive un nuevo momento político marcado por un creciente descontento popular. El relato no tiene la solidez de otrora y sufre grietas que se reflejan inclusive dentro del propio kirchnerismo. La categórica solidaridad de la Comisión Interna del noticiero de la TV Pública con Miceli es el mejor ejemplo.