Desde que el Coronavirus empezó a hacerse presente en las noticias y en nuestros barrios, casas y hospitales, comenzamos a organizarnos para transitar la pandemia colectivamente.
Trabajadoras/es de la salud agrupados en la Corriente de Salud Salvador Mazza, junto a estudiantes universitarios, vemos en la crisis sanitaria un momento donde se hace más necesario que nunca poner nuestras herramientas y conocimientos en salud al servicio de quienes más lo necesitan, desde estrategias comunitarias, participativas y enfocadas en la prevención.
Allá por marzo de este año, la urgencia, la incertidumbre y lo inédito de la situación nos llevaron a pensar y actuar rápidamente, no sin algo de desorden en un principio. A medida que ajustamos la coordinación con la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y la Asociación de Medieros y Afines (AsoMA) nos fuimos acercando a los barrios, parajes y comedores de La Plata, Berisso y Ensenada con la intención de escuchar, acompañar y despejar dudas en relación al Covid-19 y la cuarentena. Junto con información y recomendaciones de cuidado de la salud física y mental, llevamos a la comunidad más de 1200 dosis de vacuna antigripal entregadas por el Ministerio de Salud Provincial.
Mientras crecía el contagio y los números aumentaban, conocimos más de cerca situaciones críticas no solo desde el punto de vista infectológico, sino asociadas a problemas estructurales de vivienda, alimentación y trabajo, agravadas por la situación epidemiológica actual. El virus entra sin pedir permiso en las casas donde no hay agua potable, circula sin barreras entre quienes viven en hacinamiento y golpea más fuertemente a aquellas y aquellos a quienes el sistema de salud no llega. Por otra parte, medidas de prevención como la cuarentena son difíciles de cumplir cuando es necesario salir a trabajar para alimentar a una familia. Como equipo interdisciplinario consideramos que para entender el fenómeno salud-enfermedad en su complejidad, debemos poner en primer plano las condiciones materiales de vida de la población. Es necesario a su vez promover el protagonismo de cada persona y cada comunidad en la transformación de dichas condiciones y del medio social donde viven.
Con estos objetivos en el horizonte, a través del dialogo con las y los vecins, fuimos ideando en los últimos meses los contenidos y métodos para un Curso de Formación de Promotorxs de Salud. El mismo consiste en 4 encuentros, en los cuales nos preguntamos acerca de qué es la Salud, cuáles son sus determinantes y por qué la consideramos un derecho universal. Vamos construyendo los roles y tareas de las y los promotores de salud en la práctica, aprendiendo medidas de prevención del contagio aplicables al contexto de cada comunidad, e incorporando herramientas de relevamiento socio-sanitario y de mapeo territorial, así como técnicas de control y registro de signos vitales y detección de casos sospechosos. En ese camino hemos encontrado una activa participación de alrededor de 50 mujeres, quienes diariamente recorren las casas, conversan con los vecinos, participan en los comités de crisis y se acercan a los centros de salud para poner su esfuerzo a disposición y trabajar en conjunto.
Próximamente llevaremos adelante nuevas experiencias como ésta, dirigidas a promover mejoras integrales en la salud de la población mediante la transformación de sus condiciones de vida. Todavía queda mucho camino por recorrer y vamos formando experiencia con cada paso. Nos guían experiencias previas como la del “Chino” Oliveri junto a su equipo en La Matanza y la convicción de que nuestra tarea como profesionales de la salud cobra sentido siempre que pongamos nuestros conocimientos al servicio de las necesidades de salud de nuestro pueblo.
Corresponsal
