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20 de noviembre de 2019

América del Sur de golpe en golpe

De Guido a Jeanine Añez

El golpe de estado fascista en el hermano Estado Plurinacional de Bolivia que forzó la renuncia de Evo Morales, si bien aparece como algo nuevo en este siglo 21 en nuestra América, tiene viejos y nefastos antecedentes.

Para no irnos tan lejos como los golpes contra Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón en los que asumieron directamente los militares, se recordaron por estos días el golpe que derrocó un 29 de marzo de 1962 a Arturo Frondizi, y el dado a Juan María Bordaberry en el Uruguay, por algunas similitudes con la asunción de facto de Jeanine Añez en Bolivia.

Cuenta el director de nuestro semanario, Eugenio Gastiazoro, en el tomo 4 de su Historia Argentina que “la prueba que Frondizi ya no logrará superar serán las elecciones para legisladores y diputados del 18 de marzo. Contra todas las ‘seguridades’ que había dado a las direcciones del Ejército y de la Marina, el peronismo (encabezando el frente Unión Popular) ganó en 11 de los 18 distritos del país, en particular en la provincia de Buenos Aires. Pese a que el gobierno decretó al día siguiente la intervención de esas provincias y recurrió a la mediación de Aramburu, los altos mandos de las fuerzas armadas ya tenían la decisión tomada sobre su derrocamiento”. En el golpe a Frondizi coincidieron distintos sectores de las Fuerzas Armadas, llamados los “azules” y los “colorados”, y se designó presidente al presidente provisional del Senado José María Guido, quien asumió ante la Corte Suprema de Justicia.

En las horas siguientes Guido firmaría un “acta secreta” por el cual se comprometía “a la anulación de las elecciones del 18 de marzo y la proscripción del comunismo y el peronismo”. Este acuerdo fue precario, y pocos días después ocurrirían choques armados entre azules (“legalistas”) y colorados. Triunfaron los azules que “impusieron en el gobierno de Guido su línea”, aunque la disputa entre sectores de las clases dominantes siguió, en medio de luchas que no se detuvieron.

También por estos días se recuerda que Bordaberry, quien había ganado las elecciones a fines de 1971 y gobernaba desde marzo de 1972 sufrió varios planteos de las cúpulas militares, que culminaron en febrero de 1973 con un “acuerdo” que “encomendaba” a las Fuerzas Armadas “la misión de brindar seguridad al desarrollo nacional”. Pocos meses después, en junio, Bordaberry disolvió las cámaras de Senadores y Representantes con el apoyo de las Fuerzas Armadas y anunció la creación de un “Consejo de Estado” con funciones legislativas y constituyentes. Con este golpe nacía el término “bordaberrización”, para hablar un gobierno dictatorial con un presidente civil manejado por las Fuerzas Armadas. Cualquier parecido con el gobierno de facto de Jeanine Añez no es mera coincidencia.

Hoy como ayer, los sectores golpistas tratan de encubrir sus reaccionarias intenciones con falsedades. Así llamaron “Revolución Libertadora” al golpe de 1955 contra Perón, y “Proceso de Reorganización Nacional”, al derrocamiento de Isabel Perón en 1976.

Por eso no es extraño que ahora los golpistas se desgañiten diciendo que “no es un golpe” el zarpazo racista y fascista contra el gobierno de Evo Morales, esgrimiendo absurdos argumentos apañados por los capomafias imperialistas y sus instrumentos como la OEA, que en su momento el “Che” Guevara calificara de “ministerio de las colonias”.

Hoy N° 1792 20/11/2019