El relato oficial bate el parche del orgullo nacional por el reconocimiento que ello significaría. “Todos nos quieren, todos nos respetan”. Si nos comportamos como corresponde el Mundo nos recompensará. Mientras tanto a hacer buena letra y esperar.
El relato oficial bate el parche del orgullo nacional por el reconocimiento que ello significaría. “Todos nos quieren, todos nos respetan”. Si nos comportamos como corresponde el Mundo nos recompensará. Mientras tanto a hacer buena letra y esperar.
La propaganda del gobierno es un colador de premisas falsas. ¿Una comunidad internacional que premia el esfuerzo? Nada que ver con la realidad. La tal “comunidad” es un nido de víboras recorrido por la disputa. Un puñado de potencias imperialistas en pugna las unas contra las otras. Las contradicciones lo determinan todo y la única coincidencia real es expoliar al máximo al Tercer Mundo y transferirle el peso de sus problemas.
Más relato: “la soberanía es una antigualla”. La dependencia es una insignificancia dado que ahora somos todos interdependientes.
“Dentro del campo de la economía internacional, los métodos del imperialismo capitalista no difieren de su conducta habitual”. Tal frase no fue escrita por un marxista. Lo dice Perón en su artículo “Así paga el Diablo”. Horas después de conversar distendidamente con Trump, el winner de Macri se enteró del cierre del mercado yanqui a los limones de Tucumán. Y semanas más tarde llegó el bloqueo al biodisel.
El FMI y el Banco Mundial, sin renunciar a sus roles de custodios del orden internacional, le conceden a la Organización Mundial del Comercio (OMC) la tarea de fijar las reglas para que el Mercado resuelva las menudencias. Las cuestiones de fondo se resuelven en otros ámbitos y/o por otros medios. No pocas veces a los tiros.
La OMC
Integrada por más de 160 países, la inmensa mayoría de ellos dependientes como el nuestro, ¿será quizá el ámbito para resolver democráticamente las asimetrías en los intercambios económicos internacionales? Tal la hipocresía con la que es presentada. Pero en la época del Imperialismo (¡cuándo acaso!) las cosas no funcionan así. Ninguna de estas Instituciones es neutra. En ellas coexisten los países centrales con sus víctimas. Son las potencias las que marcan la Agenda.
Con un capitalismo que va de crisis en crisis las principales potencias imperialistas trabajan a tiempo completo en su excluyente interés. Descargando el costo en terceros países y en su propio proletariado. Al “resto del Mundo” se le ofrecen dos caminos: enfrentarlos o acomodarse. ¿Alguna duda de cuál de estas alternativas aplica Macri?
La agenda
En el mundillo OMC lo natural es la división internacional del trabajo. Algunos países fabrican productos, otros vendemos commodities. Lo mismo que venimos padeciendo desde el siglo XIX.
Pero, en estos tiempos de frazadas cortas, ni siquiera estos roles están consentidos. El “libre comercio” está atravesado por el dumping, los subsidios, el respaldo financiero a las exportaciones, las trabas paraarancelarias. Todos ellos al alcance del Primer Mundo y vedados en la práctica al Tercero.
Macri encarna todo esto. No trepida en condenar por inviable economías regionales enteras para salvaguardar los intereses centrales de la gran burguesía, los terratenientes y los monopolios extranjeros. El Mercado Interno está “fuera de moda” y es una incomodidad sin destino. Por lo tanto a bancarse los daños colaterales de los cierres de fábricas, los salarios y las jubilaciones a la baja. No otra cosa implica esta “reinserción” en el Mundo que pregona el gobierno.
Mientras Jack Ma (el millonario chino dueño de Alibaba) y otros CEOs son agasajados como invitados ilustres a la Reunión Ministerial de la OMC, el gobierno deportó a representantes de ONGs que vienen denunciado el papel de la OMC y , para su vergüenza, después tuvo que rectificarse. A la vez blindó la reunión con un anillo de seguridad. Una vuelta de tuerca en sus ensayos represivos.
El G20
Macri preside el Grupo de los 20 hasta la próxima Cumbre de Presidentes en Buenos Aires (fines de 2018). Con Menem la Argentina fue incluida (como comparsa) en este selecto club que integran los poderosos del globo. Se sientan a la mesa el 85% del PB global. Entre ellos, los mandamás de las todas las potencias imperialistas: Trump, Xi, Putín, May, Macron, Rajoy…
Aún así es de destacar las serias dificultades que crea en importantes sectores populares calar la indubitable esencia imperialista de China y Rusia. Admiten la restauración capitalista en ambos países (imposible de negar ante el cúmulo de las evidencias) pero hacen todo tipo de malabares para eludir una caracterización inevitable. Las implicancias políticas de ello son múltiples.
Las Cumbres (tanto las del G20 como las del más selecto G8) suscitan combativas reacciones de repudio. La más reciente, en Hamburgo durante este 2017.