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02 de octubre de 2010

Nuestra corresponsal entrevistó a compañeros y compañeras de una cooperativa de construcción de redes de agua de la zona sur del Gran Buenos Aires.

“De un vestido de quince a palear… nada que ver”

Hoy 1259 / El trabajo en una cooperativa de desocupados

Tu trabajo es a pala y pico, hacer zanjas, encañar, etc. Al paso que van terminarán esta etapa (módulo) en menos tiempo que el estipulado.
El detalle es que de los 16 miembros, 7 son mujeres. La idea original era conversar sólo con las compañeras, pero nos convencieron que sería más enriquecedora la charla si nos sentábamos hombres y mujeres. Así lo hicimos.
En el comienzo de la charla, una de las trabajadoras nos dice: “Cuando empezamos, sólo dos o tres muchachos nos tiraban buena onda, los otros pensaban que íbamos a arrugar, que no íbamos a aguantar. Y así fueron pasando muchachos. Pasando y abandonando. Y nosotras nos quedamos”.
Se fueron sumando las opiniones: “En mi casa no me ponían fichas. Yo llegaba y mi hijo me decía: ‘dejá este trabajo, no es para vos’”. “De noche me dormía en la mesa, me aplaudían, cualquier cosa para que me despertara. Con el pasar de los días les fui demostrando que aguantaba”.
“Hacé lo que quieras si total, te diga lo que te diga, lo vas a hacer igual”. “Estás loca, palear así no es para una mujer”. “¿Cómo se metió a hacer eso si usted sabe hacer otras cosas? Trate de volver a la peluquería”, eran algunas de las cosas que les decían a las compañeras.

Agarrar la pala fue muy difícil
Ellas antes habían trabajado de modista, mecánica dental, administrativa, ayudante de pocero, ama de casa. La mayoría había “agarrado la pala para alguna punteadita en el fondo, de agua sólo sabíamos lo que hay que saber para cocinar y bañarse”. Desde octubre del 2008 trabajan en la cooperativa organizados por parejas.
–Hicimos sorteo de parejas con papelitos –cuenta un compañero– Yo metí mi santa mano y me salió X, que es la presidenta de la cooperativa. La mayoría somos parejas mixtas. Cuando la compañera está indispuesta, por ejemplo, tratamos que descanse más, que salga de la zanja, se fume un cigarro, descanse y después siga con el ritmo. No es cuestión de mandar a puntear la tierra más dura a una mujer, que las mujeres tienen menos fuerza que los hombres. ¿Es así o no? Igual las chicas aguantan más que nosotros, si vamos al caso, a veces a algunos les agarra dolor de pierna o dolor de algo y ‘me quedo en casa dos o tres días’. Yo creo que no es así, si sos varón y te la aguantás, vení a laburar. Sino parece que las mujeres valen más que los hombres.
–Agarrar la pala fue muy difícil, los primeros días nos íbamos a las 7 de la tarde. Nos hacíamos las guapas y agarrábamos 6 metros por pareja y decíamos “3 metros y 3 metros y nos encontramos en el medio…” ¡nunca llegaba el medio! Al contrario, te dabas vuelta y el medio… ¡estaba muy lejos!
—La vida nuestra, el trabajo nuestro no termina cuando salimos de la cooperativa, nos vamos a casa y cada una tiene sus obligaciones.
–El primer mes no le vi un sólo cuaderno a mis hijas. Llegaba, me bañaba y me quedaba desmayada. Y tenés que limpiar, lavar, cocinar. Fue duro.
–Sigue siendo duro. Pero nos acostumbramos.
–Algunas tenemos ayuda de alguna hija más grande, en vacaciones hay un poco más de colaboración pero cuando empiecen las clases…
–En general los muchachos llegan a sus casas, sus mujeres les hacen la comida y ya está… Con suerte nosotras nos acostamos a las dos de la mañana.
–Hay algún muchacho acá que le toca hacer de mamá y papá y está como nosotras.

Un verdadero desafío
…Y cómo serán las tareas de limpieza, de cocina en un grupo mixto de edades que van entre los 20 y los 45 años, preguntamos.
–Con la limpieza no hay problema, quien llega primero al pañol emprolija, barre y cuando llueve ¡todos al pañol! Limpiar, ordenar, todo es realizado sin problema tanto por hombres como por mujeres
–Con la comida no es tan sencillo… por eso se dejó de cocinar.
–Al principio una de nosotras venía y cocinaba. Pero resulta que en la zanja algunos decían: “Se van a cocinar para no palear”. Nos enojamos y dijimos basta, cocinen ustedes. No hay mas comida. Uno cocinó una vez y estaba rico… pero nunca más.
–Los comentarios venían de compañeros que abandonaron la carrera, que finalmente dijeron “este trabajo no es para mí”. Tejían (chusmeaban) en la zanja peor que las mujeres. Porque hay hombres y mujeres que tejen. Y hay hombres y mujeres que no tejen.
–Si hay plata hacemos vaquita para comer algo y si no… nada. Por ahí cuando baje la temperatura se vuelve a cocinar.
–En estos días de calor dábamos dos punteadas y salíamos a la sombra, paleábamos un poco y salíamos. Todos. La mateada es sagrada y las pausas, con el calor más. Las manejamos según sea el calor.
–Entre todos bardeamos, pero con límite, con respeto. Vos te das cuenta por la cara que te pone el otro. Aparte nos conocemos del barrio y de estar peleando 3 años para salga la cooperativa.
–Este trabajo es más difícil, es un verdadero desafío porque también ves hasta dónde podés llegar vos. No se compara. En otros trabajos hacía lo que te decía el patrón, acá somos “socios” y ninguno piensa igual al otro. Al principio nos costó mucho, día por medio era asamblea porque había roce o saltaba algo, tenés que estar todo el tiempo poniéndote de acuerdo.

–En esta cooperativa los principales cargos lo tienen mujeres. ¿Cómo es recibido esto por los varones?
–Bueno, son iguales a nosotros, no porque tengan un cargo se le van a subir los humos a la cabeza. Aparte hubo votaciones, elegimos entre todos. Nosotros las pusimos, no fue porque ellas quisieron.
–Cualquiera puede tener un cargo, el tema es para que querés ese cargo… Somos todos iguales, no por el cargo vas a hacer cagar a tus compañeros.
–En las asambleas se hace lo que dice la mayoría, no la presidenta. Eso siempre fue así.

–Hablando de asambleas y discusiones, ¿cómo resuelven el tema de las marchas?
–Nosotros sabemos lo que nos costó, los sacrificios, las marchas, los acampes, las reuniones con tipos que casi te basureaban y con la mirada te decían si quiero te doy la cooperativa y si no, no. Un día de marcha es un día de trabajo.
–Si uno viene y te dice no voy a la marcha. ¡No! Cooperativa y movimiento van de la mano. La cooperativa es parte del movimiento.
–Acá no se queda nadie, vamos todos. Nos coincidió día de marcha y día de certificación y cambiamos día de certificación.
–Una vez se quedó acá un grupo y otro grupo fue al acampe del Congreso. Los que nos quedamos íbamos a la noche. Rotábamos. Pero durante el día los compañeros que estaban en el acampe nos mandaban mensajes diciendo hay tantos carros hidrantes, hay esto, hay lo otro, nos contaban. Y nosotros decíamos ¿que hacemos acá en la zanja? Nunca más nos quedamos.
–Y si estamos muy ajustados con el tiempo vamos a la marcha igual y recuperamos el sábado.

Lo que avanzamos
y lo que nos falta
Todas las compañeras están orgullosas, entre otras cosas de la resistencia física que han desarrollado en este trabajo, orgullosas de no haber faltado por enfermedad, se sienten pares de sus compañeros que las miran con respeto y alegría… Pregunto qué opinan sobre la situación de Argentina. Un compañero responde: “Si Argentina estuviera como tiene que estar, no existirían las cooperativas, todos tendríamos trabajo, obra social, vacaciones y las mujeres podrían estar en su casa”.
Risas, burlas, protestas, abucheos, y sigue el intercambio de opiniones. “¡Machista!”, “¡Eso era en la época de Colon!”, “Nosotras podemos hacer más que ustedes. Tenemos hijos, cosa que ustedes no pueden hacer”, “A mí me gusta cuidar a mi mujer”, “Para la mujer es más fácil conseguir trabajo hoy en día”, “¡No! Lo que pasa es que las mujeres somos mas arriesgadas, el hombre se mete más para adentro, se deprime.
En el 2001,fuimos cantidad de mujeres las que nos acercamos al movimiento para encontrar una salida a nuestra desesperación”, “Mi marido me dijo que me admiraba porque no se creía capaz de hacer todo lo que yo hago”, “Cuando la mujer trabaja se retoba más en la casa”, “¡A ver si sus mujeres se ponen a trabajar y se convierten como nos pasó a nosotras!”
“¿Como siendo tan machistas nos bancan a nosotras?” dice finalmente una compañera, “Porque no nos queda otra”… Y así, en serio y en chiste, con risas y mates terminamos pensando que avanzamos mucho. Y cuanto nos falta.