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13 de octubre de 2010

Está en circulación el tercer y último tomo de la obra de Carlos Echagüe “Revolución, restauración y crisis en la Unión”, del que reproducimos partes de la introducción de su autor, referida a su contenido (los subtítulos son de hoy).

Del socialimperialismo al imperialismo

Hoy 1339 / El tercer tomo de una obra imprescindible



 En el capítulo XVI encaro el análisis de los cambios cualitativos en las relaciones de producción a partir de que los revisionistas, que expresaban a los nuevos elementos burgueses, usurparon la dirección del partido y del estado. Dicho análisis y el examen de la superestructura política e ideológica ponen al descubierto el sistema realmente existente, el capitalismo monopolista estatal, y sus particularidades. El “socialismo real” fue la negación del socialismo, su conversión en forma original en imperialismo y fascismo.
En los capítulos XVIII y XX se trata el socialimperialismo en tanto categoría científica y cómo los hechos fueron evidenciando que la URSS no era ni podía ser el “aliado natural” de los pueblos y las naciones del Tercer Mundo.
Los imperialistas proclaman el supuesto “fracaso del socialismo” y sus ideólogos sentencian que se debe, según ellos, al “gran fracaso intelectual” del marxismo. Pero ocultan celosamente que Mao Tsetung, el líder de la revolución en el país más poblado de la Tierra y el teórico marxista-leninista más importante de nuestro tiempo (ninguneado o vilmente atacado), desentrañó el carácter del cambio cualitativo producido en la URSS con el XX Congreso del PCUS (febrero de 1956) y el golpe de estado de junio de 1957. Pocos años después, precisamente utilizando las herramientas teóricas del marxismo, Mao demostró que el ascenso del revisionismo al poder era el ascenso de la burguesía al poder.
Un muro de silencio se ha erigido para ocultar este análisis de Mao. Porque a la burguesía, tanto a la del Este como a la del Oeste, le conviene difundir por todos los medios entre las amplias masas populares la idea de que la URSS que colapsó en 1991 era comunista.

La Perestroika y el colapso
En los capítulos XXII y XXIII abordo el proceso que finalmente desembocó en la implosión de la URSS y el curso posterior hasta mediados de la primera década del siglo XXI. La burguesía burocrática monopolista rusa estuvo dotada de entrada de un enorme poderío heredado de las realizaciones de la Unión Soviética socialista. Pudo usurpar el prestigio de la Revolución de Octubre, la influencia en los pueblos del mundo de la histórica victoria soviética sobre el nazismo y de las grandes conquistas sociales.
La URSS se convirtió en una superpotencia, socialista de palabra pero imperialista en los hechos. Sin embargo, como toda burguesía imperialista llegada última al reparto del planeta, necesitaba expandirse y se empeñó en la disputa con la otra superpotencia, la yanqui, en pos de obtener la hegemonía mundial. En los años ’70 logró poner a la defensiva a EEUU y alcanzó la paridad estratégica militar. No obstante, su fuerza real estaba por debajo de su voracidad, como señaló Mao en plena ofensiva socialimperialista.
Hondas contradicciones internas corroían a la URSS. Su análisis es abordado en los capítulos que tratan sobre las particularidades y divisiones de la clase dominante, sobre Afganistán (primera derrota militar del socialimperialismo), sobre el brezhnevismo y la crisis de principios de los años ’80, sobre la “guerra fría”, la perestroika y su fracaso, el colapso.
Se fue generando una situación inédita y sucedió lo inimaginable: en 1991 se desplomó la Unión Soviética, que era una de las dos superpotencias. Esto se produjo sin disparar un tiro (salvo la represión sangrienta de Moscú contra el pueblo en Georgia y Lituania). Otra, muy distinta, había sido la historia de la Unión Soviética cuando era socialista…
 

El debate actual sobre el socialismo
En el capítulo XXIV trato de analizar los problemas de la base y la superestructura a la luz de la primera experiencia histórica del socialismo y con la guía de la teoría de Mao sobre la continuación de la revolución en las condiciones de la dictadura del proletariado…
Las experiencias más avanzadas de edificación socialista se inscribieron en la lucha por alcanzar y superar a las naciones capitalistas más desarrolladas, pero no de cualquier modo, sino del modo que precisamente le interesa al proletariado como clase: llevar la revolución hasta el fin, hasta eliminar las causas que generaron la división de la sociedad en clases y la explotación del hombre por el hombre.