El dengue es transmitido por la hembra de un tipo de mosquito llamado Aedes aegypti, el cual, para convertirse en vector (transmisor) de esa enfermedad, tiene que picar antes a una persona infectada. Cualquier recipiente capaz de acumular agua puede convertirse en un criadero. Sin mosquito no hay dengue y la participación y la movilización social son las mejores estrategias para prevenir y controlarlo.
No es algo desconocido. Sabemos cómo se contagia, cuál es el transmisor (fácil de eliminar). Tenemos repelentes que impiden la picadura, insecticidas, y hasta vacunas.
Lo primero es eliminar el mosquito. Pero no se consiguen repelentes, insecticidas y espirales. Y, si se consiguen, sus precios son inaccesibles para una población (la que más lo necesita) sumida en una pobreza creciente.
La fumigación debe ser selectiva. No sirve fumigar las veredas y el pavimento. Se necesita la actividad del pueblo. Si aparecen casos de dengue en una zona, se deben fumigar los sitios en el interior de las casas donde se puedan acumular y reproducir los mosquitos. Esto sólo lo saben los habitantes del lugar. Es un tema del barrio, el pueblo, la Sociedad de Fomento, el Comité Barrial, la Escuela, el pueblo organizado.
Se aconseja descacharrar, pero ¿cómo hacerlo si se vive como en una villa, al lado de un enorme desarmadero de autos y cubiertas viejas? ¿Cómo poner mosquiteros en casillas cuyas paredes están hechas con restos de esos mismos autos y cuyas puertas y ventanas son precarias o no existen? ¿Cómo erradicar los basurales a cielo abierto si mucha gente tiene como único trabajo la recolección de todo lo que sirva, aún para comer, con los riesgos que implica? ¿Cómo no acumular agua si se carece de agua corriente y cloacas?
Dengue y cambio climático
El cambio climático existe a pesar del “negacionismo” del presidente. Y no es resultado de un ciclo geológico inmanejable para los humanos. Tampoco es el resultado de la “acción humana” en general. Es el resultado de un modo de producción destinado a maximizar la ganancia de un puñado de cárteles y monopolios que se enriquecen obscenamente.
El aumento de las temperaturas medias es innegable. Eso va tropicalizando a nuestro país y extendiendo como endemias a enfermedades tropicales. Y este mosquito llega más al sur. El dengue ya no es un visitante esporádico, está asentado. Y nada se hizo. No fue una desgracia obra del azar.
“No hay plata” dice el presidente. Pero hay plata y hay dólares. Se van como contrabando (subfacturación de exportaciones), se va cuando las filiales de casas matrices de monopolios extranjeros duplican o triplican el verdadero valor de los insumos y productos que se les envían (como Jonhson y sus repelentes), se va en renta de latifundistas (muchos de ellos extranjeros), etc. Y se va, pagando su consecuencia: una deuda fraudulenta, usuraria, ilegítima. Para eso hay plata. Para prevención no. La dependencia argentina enferma y mata.
Dengue y vacuna
El 7 de marzo de 2024 la Comisión Nacional de Inmunizaciones (Conain) concluía que había que avanzar en la implementación de una estrategia focalizada de vacunación contra el dengue con la vacuna Qdenga (japonesa). La reunión del Consejo Federal de Salud (Cofesa) se produjo después. Se ocultó la resolución de Conain a los representantes provinciales para que no pidieran la vacuna. Fuentes fidedignas y de alto nivel científico (cuya identidad voy a preservar) así me lo afirmaron.
La vacuna fue aprobada por el EMA europeo (European Medicines Agency). Dice su informe: “Qdenga está indicado para la prevención del dengue en personas a partir de los 4 años de edad”. ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) lo hizo posteriormente, en base a la documentación presentada.
Dengue y dependencia
Lo que ocurre con los repelentes es una muestra. Su venta en Argentina estaba monopolizada por Jonhson y Unilever. SC Jonhson, la firma estadounidense que produce el repelente Off y Fuyi y el insecticida Raid, aumentó sus precios un 170 % desde finales de diciembre de 2023 al 20 de febrero de 2024. El presidente llama a eso trabajar para el progreso. En la Covid era falta de barbijos, ahora es falta de repelentes y espirales. Pudimos fabricar y producir barbijos N95. Ahora laboratorios de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (Anlap) los fabrican, en varias provincias y universidades. Hace falta desarrollar el Anlap y darle fondos. Milei-Villarruel disminuyen fondos de Ciencia y Técnica, desmantelan el Anlap por el DNU 70/23 y dejan sin presupuesto a las universidades públicas.
En este momento, el gobierno acaba de autorizar la entrada de repelentes sin control alguno de Anmat. Piratas a sus negocios, nosotros a sufrir…
Si un país carece de algo tan viejo y sencillo como un repelente o espirales, no puede plantearse la defensa nacional de un proyecto de Argentina independiente de toda dominación extranjera.
Tenemos que fabricar nosotros y, si los insumos básicos escasean (último argumento escuchado), los tenemos que producir nosotros. Para eso hay que desarrollar ciencia y técnica, investigación científica y capacidad de fabricación del sistema educativo y del complejo militar industrial. Y, en la emergencia, el pueblo debe tomar en sus manos la lucha contra el dengue a través de sus organizaciones. Porque sólo el pueblo salvará al pueblo y a la patria.
El presidente Milei vocifera, en su estilo habitual, enorgulleciéndose de despedir personal capacitado, mantenido con contratos anuales desde hace diez o veinte años. Los dictadores amigos de su vicepresidenta, trataban de imponer, cuando hacían desaparecer personas, el “por algo será”. Ahora se despide imponiendo el “será por ñoquis”. Así se desmantelan sectores de Ciencia y Técnica, de producción estatal, de investigación universitaria, del Servicio Meteorológico Nacional, etc. que son necesarios en esta emergencia. El ministro de Salud “clandestino”, sin voz y sin rostro por mucho tiempo, reaparece y aconseja: “no usen pantalones cortos”.
Escribe Horacio Micucci
Hoy N° 2005 10/04/2024