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02 de octubre de 2010

Unir las fuerzas populares y patrióticas por el no pago de la deuda ilegítima, fraudulenta y usuraria.

Derrotar el engendro kirchnerista

La hora política

1. Cristina quiere pagar
La situación política nacional sigue caracterizada por la crisis abierta tras el manotazo del gobierno kirchnerista a las reservas del Banco Central, que muestra la profundidad de la ruptura en el bloque hegemónico de las clases dominantes. Y a la vez pone al desnudo toda la mentira sobre la llamada política de “desendeudamiento”, con la que el gobierno venía encubriendo los escandalosos pagos y refinanciaciones de una deuda ilegítima, fraudulenta y usuraria, que sistemáticamente se ha negado a investigar. Esto, incluso existiendo el fallo del juez Jorge Ballestero ordenando dicha investigación, que sigue cajoneado en el Congreso de la Nación.
Por si quedaban dudas sobre cuál es la posición del kirchnerismo al respecto, Cristina Fernández sostuvo enfáticamente –al tiempo que se llenaba la boca contra “los fondos buitres” que dicen lo mismo–, que “no se puede hablar de deuda legítima e ilegítima”. Así, frente al reclamo de denunciar la deuda tomada durante la dictadura, sostuvo que “eso no puede hacerse porque la avaló el primer gobierno democrático”.
La señora Presidente tira la pelota hacia atrás, al gobierno de Alfonsín, como si las renegociaciones de aquél –y de los gobiernos posteriores incluidas las de su marido– de algo que era ilegítimo y fraudulento las hubieran convertido en algo bueno. Y como si los negociados económicos y financieros hechos por la sanguinaria dictadura con sus cómplices de adentro y fuera del país, no pudieran ser investigados y repudiados como corresponde.

2. Del ridículo no se vuelve
Al “quilombo” que armaron internamente, como lo calificó el ministro Boudou y la propia Presidente, se sumó la semana pasada el embargo que dictó el juez norteamericano Griesa –a pedido de los bonistas que no ingresaron en el canje de 2005 y que tienen sentencias a su favor– hasta cubrir algo más de 3.100 millones de dólares, incautándose los casi 2 millones que había en la cuenta del Banco Central en la Reserva Federal de Nueva York.
Frente a esto, los Kirchner trataron de recomponerse mostrándose como víctimas de una “conspiración internacional” y el juez Griesa terminó siendo calificado de “embargador serial” por el ministro Boudou. Calificación que se “olvidó” 48 horas después, cuando dicho juez suspendió la medida al considerar que todavía no estaba probada la identidad entre los fondos del Banco Central y los del gobierno. Entonces, sin sonrojarse, Boudou volvió a referirse a Griesa: “Quiero destacar la actitud del juez, que en 48 horas tomó una resolución. Qué diferencia con la jueza argentina [María José Sarmiento], que se dedicó a hacer más lenta la solución. Creo que es algo que nos debe hacer reflexionar”.
Para el gobierno kirchnerista no hay otra “solución” que ejecutar el decreto de apropiación de las reservas del Banco Central para pagar la deuda, aunque eso sea a riesgo de que terminen apropiándose de gran parte de las reservas los llamados “fondos buitres”, pues la suspensión del embargo por el juez Griesa está condicionada al resultado de la “acción pendiente de alter ego”, o sea de la demostración de que el Banco Central es el “otro yo” del gobierno. Y eso, para los usureros, estaría probado si entra en vigencia el decreto de disposición de las reservas del Banco Central para el pago de cualquier tipo de deuda del gobierno.

3. Terciar en la disputa
“Es una acción muy miope. Eso sí, para los que tienen contratos con el Gobierno y reciben el dinero del Gobierno esto está bien”, sostuvo el exdirector del FMI Claudio Loser al criticar al llamado Fondo del Bicentenario. “Mi interpretación y de otros es que el gobierno quería tener más recursos para gastar internamente ya que el presupuesto tenía las partidas” previstas para la cancelación de vencimientos de deuda de 2010, señaló.
Esa es la opinión de la llamada “comunidad financiera internacional”, que no deja de ser cierta aunque no la digan para defender las reservas para el país, sino como caranchos que las consideran propias. Pues lo que no aclaran, porque son parte de los negocios en disputa, es que esos pagos para 2010 que ya estaban presupuestados (y ahora el gobierno quiere pagar con las reservas) son principalmente por los vencimientos de los bonos del canje de 2005 que en gran parte tienen los bancos amigos del kirchnerismo (sino los propios K), como los que manejan Brito, Esquenazi, Heller y compañía, a quienes les cabría la calificación de “ratas del Riachuelo” que acuñó la señora Presidente. En fin, una disputa entre caranchos y ratas, de la que tratan de sacar ventaja los usureros del Club de París y los bonistas que no entraron en el canje de 2005, sea reclamando todo, como hacen “los buitres”, o queriendo hacer negocio con un nuevo canje (Barclays inglés, Citi yanqui y Deutsche alemán).
En esta disputa, poner el centro en la renuncia de Redrado es hacerle el juego al kirchnerismo y los usureros que quieren que se usen las reservas para pagar la deuda. Poniendo el centro en derrotar el engendro kirchnerista, es necesario unir a todos los sectores patrióticos y populares para avanzar en la lucha por el no pago de la deuda ilegítima y fraudulenta (desde su origen y por las sucesivas renegociaciones). La crisis abierta sólo podrá resolverse a favor del pueblo y de la patria suspendiendo todo pago mientras se investiga su legitimidad, y empleando los fondos de las reservas hechas con el esfuerzo de los trabajadores y el pueblo, para afrontar sus imperiosas necesidades y las necesidades del desarrollo de la producción nacional. Lo que sólo se podrá lograr imponiendo un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático, por el camino del Argentinazo y la rebelión agraria, con el faro de la marcha y acampe de los originarios y campesinos pobres del Chaco y de la lucha de los obreros de Terrabusi como guía.