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04 de diciembre de 2019

Más datos del Censo Agropecuario 2018

Desaparecieron casi 38 mil propiedades de hasta 50 hectáreas

Entre 2002 y 2018 desaparecieron cerca de 80.000 explotaciones agropecuarias en nuestro país. La mayor cantidad son explotaciones de hasta 50 hectáreas.

Según la información preliminar dada por el Indec sobre los resultados del Censo Nacional Agropecuario de 2018, en el 2002 había 330.000 establecimientos, que se redujeron a 250.880 el año pasado. La mayor pérdida se ha producido en las explotaciones de hasta 50 hectáreas, que cayeron de 137.241 en 2002 a 99.454 en 2018. Ahora son el 43,55% de las explotaciones que cubren apenas el 1,03% del total de la superficie censada.

Con los datos publicados sobre su distribución por el tamaño de los establecimientos, hemos podido realizar los cuadros para ambos censos, el de 2002 y el de 2018, para seguir la comparación en cada uno de los estratos. De estos cuadros se desprende que los establecimientos de más de 5.000 hectáreas son el 2,7% del total y disponen ahora del 51% del total de la tierra en producción del país.
Esto da una idea del peso que tiene la monopolización de la tierra en la Argentina, aún con las limitaciones que tiene el Censo al hacerse por explotaciones y no por propiedad, ya que las familias o sociedades de grandes terratenientes –sean nacionales o extranjeros– disponen de varias explotaciones en distintos lugares del país.

Este peso del latifundio, como expresión del monopolio capitalista de la tierra, es lo que está en la base del tamaño de la renta absoluta capitalista, y de la concentración de su apropiación, junto a la renta diferencial, a través de la concentración de la apropiación de la producción basada fundamentalmente en el capital de los contratistas y el trabajo de los asalariados.

Esto se da mayormente en la zona pampeana y en la producción agrícola-ganadera extensiva, mientras que en las zonas de producción intensiva, principalmente de chacras y quintas alrededor de las ciudades, predomina la producción a través de medieros o arrendatarios y asalariados.

También en las zonas extrapampeanas subsiste el latifundio como forma de explotación primitiva, con campesinos originarios y criollos sometidos a la pobreza o directamente desplazados cuando avanza el latifundio capitalista extendiendo la llamada frontera agropecuaria.
El carácter dependiente del imperialismo del país, económica y también políticamente, es el otro elemento determinante de la producción, y de cómo se distribuyen los resultados de esa producción, y de su industrialización y comercialización, en particular para la producción agropecuaria y la mayoría de las producciones regionales e industriales.

Este carácter dependiente hace a la cuestión agraria parte fundamental de la cuestión nacional, ya que determina la deformación y subdesarrollo del capitalismo en toda la economía nacional.

Esto se da por el manejo monopólico imperialista de los insumos fundamentales del agro –al igual que ocurre en la industria– que limitan el desarrollo científico y tecnológico nacional, o por el dominio de las llamadas “cadenas de valor” y de las exportaciones (no sólo de granos y derivados sino de prácticamente todas las producciones exportables), que determinan el qué y cómo se produce y cómo se distribuye el resultado de lo que se produce, con las consecuencias de una mayor explotación y opresión de los obreros y peones rurales, de los pueblos originarios y la mayoría del campesinado, particularmente a los medieros, arrendatarios, contratistas y pequeños propietarios. Esto es lo que está en la base de la exclusión y la pobreza que hoy padecen millones de argentinos.

Al latifundismo y el imperialismo tenemos que agregar el poder del Estado oligárquico-imperialista en que se sustenta –su legislación y políticas (incluidas las impositivas y crediticias) y su justicia–, sin cuya destrucción y reemplazo por un poder popular revolucionario nuestros países y pueblos seguirán condenados al “subdesarrollo”.

Para terminar, vale recordar algunas opiniones de Ernesto Che Guevara sobre el latifundio y la reforma agraria:

“El latifundio, ya como forma de explotación primitiva, ya como expresión del monopolio capitalista de la tierra, se conforma a las nuevas condiciones y se alía al imperialismo económico eufemísticamente llamado ‘subdesarrollo’, que da por resultado el bajo salario, el subempleo, el desempleo; el hambre de los pueblos”. (De “Che” Guevara: La revolución cubana, ¿una excepción, 1961).

“No hay gobierno que pueda llamarse revolucionario aquí en América, si no hace como primera medida una reforma agraria. Pero, además, no puede llamarse revolucionario el gobierno que diga que va a hacer o que haga una reforma agraria tibia; revolucionario es el gobierno que hace una reforma agraria cambiando el régimen de propiedad de la tierra, no solamente dándole al campesino la tierra que sobra, sino, y principalmente, dándole al campesino lo que no sobre, la que está en poder de los latifundistas, que es la mejor, que es la que rinde más, y es además la que le robaron al campesinado en épocas pasadas.

Eso es reforma agraria y con eso deben empezar todos los gobiernos revolucionarios, y sobre la reforma agraria vendrá la gran batalla de la industrialización del país”. (De “Che” Guevara: Mensaje a los jóvenes, 1960).

Hoy N° 1794 04/12/2019