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20 de octubre de 2021

Los “libertarios” y su obediencia al sistema

Despeinados para la tribuna

Para confundir, se hacen llamar “libertarios” y se montan en el descontento popular. Buscan canalizar por derecha el enojo ante un sistema que no resuelve nuestros problemas. Saben que mientras más crece nuestra rebeldía por las injusticias de este sistema, más crece el miedo de los de arriba de perder lo que tienen.

La disputa por la juventud es parte de la disputa por nuestro país, es por eso que las clases dominantes intentan ganarla para sus objetivos. Entre ellos, los autodenominados “libertarios” que tienen como exponentes a Javier Milei y José Luis Espert, son una derecha que se muestra como “antisistema” y “antipolíticos”, con un programa político que expresa lo más rancio de la oligarquía conservadora.

Se ubican dentro del liberalismo, una corriente política que históricamente tuvo un lugar en la política argentina, siempre ligados a sostener la dependencia y el latifundio. Algunos referentes del liberalismo son Ricardo López Murphy, Martínez de Hoz, Álvaro Alsogaray, Domingo Cavallo.

Aunque son afines, no es una corriente homogénea. Desde el PRO intentaron sumarlos a Juntos por el Cambio en las PASO de septiembre, pero fueron en listas distintas: López Murphy integra Juntos por el Cambio y sacó 11,3%, Milei de La Libertad Avanza el 13,6% en la Capital Federal y Espert en Avanza Libertad el 4,8% en la provincia de Buenos Aires.

Javier Milei es uno de los referentes que obtuvo mayor relevancia mediática y actualmente integra su grupo Carlos Maslatón, fundador de la agrupación universitaria UPAU en los ‘80, que fue relanzada en 2020.

A los gritos, Milei llamó a “despertar leones” contra la “casta política y el statu quo”, durante su acto de cierre de campaña en Capital Federal.

Hablan apasionadamente de la libertad y la justicia. Con enojo cuestionan problemas actuales como la falta de trabajo y el crecimiento de la pobreza, pero a la vez reivindican los gobiernos de Julio Argentino Roca, el de Menem y Cavallo; están en contra de la Ley de Alquileres, se oponen a las medidas que otorgan derechos a las mujeres, la paridad de género e interrupción voluntaria del embarazo. Mientras que la campaña presidencial de Espert en 2019 estuvo financiada por un empresario acusado de narcotráfico y lavado de dinero. Se quejan que “les impusieron” hablar de 30 mil desaparecidos, como dijo Milei ¿Será porque éste fue asesor del genocida de la dictadura Antonio Bussi?

Para estos sectores, somos “desiguales por naturaleza”, el capitalismo y el liberalismo son la “máquina de prosperidad” y se oponen a cualquier medida tendiente a regular la economía por parte del Estado.

Afirman que el capitalismo es sinónimo de liberalismo, y que cualquier intervención del Estado es socialismo. Según esta lógica es socialismo que el Estado destine dinero a la construcción de escuelas, hospitales, rutas, subsidios a servicios de luz y gas, planes sociales, becas y hasta la recuperación de Vicentin. Todas serían medidas de carácter comunista. Milei ha llegado a tachar de socialistas a Alberto Fernández, Cristina Kirchner y a Mauricio Macri.

“El Estado es pura opresión por la cantidad de impuestos que nos cobran”, repite Maslatón. Es el caballito de batalla que usan sin diferenciar si es el IVA que paga un desocupado al comprar la leche, un pequeño comerciante, un chacarero, un monopolio o gran terrateniente, exportador de soja.

Al usar la mayor o menor regulación del Estado como “termómetro de comunismo”, se oculta la esencia del Estado como aparato de dominación que en cada momento histórico se halla en manos de determinadas clases sociales, permitiéndoles imponer y reproducir las reglas de juego de determinado modo de producción.

Nos venden que sus propuestas nos van a llevar al paraíso, pero Argentina ya tuvo experiencias con esas políticas. Una fue el plan que aplicó la dictadura de Videla-Viola que a través de la represión, los asesinatos y las desapariciones, con Martínez de Hoz a la cabeza, aplicó un plan de destrucción industrial, endeudamiento externo y menos derechos laborales.

Reivindican al menemismo y a Cavallo, porque en su programa político proponen dejar todo en manos de privados sin intervención directa del Estado. Durante ese gobierno implementaron un plan de privatizaciones de empresas estatales estratégicas. Vendieron todo a distintos monopolios extranjeros: YPF, los ferrocarriles, las telecomunicaciones, los puertos, profundizando la dependencia y el aumento de la desocupación y la pobreza. Luego vino el gobierno de De la Rúa, donde López Murphy como ministro de Economía anunció el arancel universitario y el recorte del 13% a los salarios. En su reemplazo volvió Cavallo, que impuso el “corralito” a los ahorros bancarios.

Este modelo terminó con la mayor crisis económica y social: un 54% de pobreza, el quiebre de miles de pequeñas empresas y chacareros del campo. La crisis no fue para todos: los monopolios, bancos y terratenientes mantuvieron su status.

 

¿Libertad para qué y para quiénes?

El sistema capitalista imperialista no ha resuelto la pobreza, la desocupación, el acceso a la educación, la salud, la cultura y el deporte para millones. El capitalismo, una máquina de fabricar desigualdad entre los humanos, se perfeccionó en una máquina de generar desigualdad entre países. Así es que un puñado de potencias, aliadas a grandes terratenientes, nos someten y controlan nuestra economía: lo hacen a través de la deuda, como el FMI y el Club de París, quedándose con los dólares de las exportaciones, desindustrializando el país.

Este sistema no ha resuelto estos dramas, pero no porque le falta “mejorarse”, sino porque necesita la desigualdad para poder subsistir: los principales medios de producción están en manos de una minoría. La desigualdad no es “natural”, sino que su origen está en la apropiación privada por parte de una minoría que oprime a la mayoría.

La mayoría, desposeída de medios de producción, tiene que trabajar para subsistir y a otra parte la condenan a la desocupación para imponer la baja salarial en la mano de obra ocupada. En el campo, los campesinos pobres y medios son obligados a pagar la renta terrateniente y grandes cargas impositivas. Las mujeres relegadas al rol de sostener las tareas domésticas, trabajando por menor salario y sufriendo la violencia de género. Mientras que la educación está moldeada para formar, a la minoría que logra acceder, como técnicos y profesionales que ayuden a sostener este modelo profundamente desigual.

La dirigencia “libertaria” expresa a un sector de las clases dominantes que no busca salir de este sistema, sino que busca tirar abajo conquistas históricas del movimiento obrero y popular para aumentar la tasa de ganancias de monopolios y latifundistas para seguir sometiendo a la Argentina.

Pese a la forma pasional, despeinada y a los gritos que nos venden, en esencia son la sumisión y obediencia a la opresión imperialista y terrateniente. Son sectores muy peligrosos para el pueblo: en nombre de la “libertad” agitan “leones” contra todo lo que piensa distinto a ellos y tiene contenido popular, democrático y antiimperialista. En nombre de la libertad se hizo el golpe de Estado contra el gobierno de Perón en 1955, con el previo bombardeo a la Plaza de Mayo, para ir en contra de las conquistas populares.

 

La rebeldía anida en la revolución

Es imposible hablar de libertad, igualdad, justicia y trabajo sin luchar por la independencia de nuestro país. El único sistema que consiguió resolver el hambre, la desocupación, educación y salud, el que garantizó la industrialización e históricos avances tecnológicos fue el socialismo que gobernó en la tercera parte de la humanidad. Sistema al que se llegó por medio de revoluciones de liberación nacional y social, protagonizadas por las masas populares oprimidas y con la dirección de un partido. Para los países dependientes como el nuestro, la revolución agraria y antiimperialista en marcha ininterrumpida al socialismo es una necesidad para resolver de fondo los problemas que vivimos.

Hoy no quedan faros socialistas, seguramente por eso algunas variantes revisionistas y reformistas dicen que el comunismo fracasó, que los “libertarios” van a un capitalismo “salvaje” y por eso lo único posible que nos queda es un capitalismo “bueno”.

Pero nos indignan las injusticias que genera este sistema y así venimos buscando nuestros caminos para tener un futuro mejor. Lo posible no es una estación de llegada, sino un punto de partida. “Luchamos por hacer posible lo necesario”, como decía nuestro querido Otto Vargas, secretario del PCR desde su fundación hasta su muerte.

La rebeldía, el descontento y lo que nos impulsa a transformar la realidad crece en la juventud de América Latina. Somos parte de las rebeliones populares que nos tienen como protagonistas en Chile, Colombia, Perú, Bolivia y en nuestro país luchamos contra el hambre, por la educación, contra la pandemia y los femicidios.

No queremos volver al macrismo, queremos avanzar. Por eso venimos encabezando la lucha para que el gobierno actual tome medidas para atender nuestras necesidades como la falta de laburo, que la guita no alcanza, no poder estudiar o avanzar en la carrera y que el ambiente se destruya para las ganancias de unos pocos. En las elecciones el Frente de Todos es la herramienta para frenar al macrismo y sus variantes. Eso nos deja en mejores condiciones para seguir luchando por nuestras necesidades, frenar a los sectores más reaccionarios y acumular fuerzas para abrir un camino liberador que termine con el latifundio y la dependencia, y el Estado oligárquico imperialista que los sostiene.

La gran mayoría de la juventud en nuestro país somos condenados a vivir en condiciones miserables, privados de cualquier perspectiva de un futuro mejor, cada vez es más difícil acceder a la educación, al trabajo y a la posibilidad de una vivienda.

En las masas juveniles anida un gigantesco potencial revolucionario que las clases dominantes tienen que encauzar de una u otra manera, los «libertarios» son una opción, otra es que nos adaptemos a las miserias. Nosotros trabajamos para que las masas juveniles seamos protagonistas de la lucha por otra Argentina, una digna de ser vivida.

Escribe Nehuen Corbeletto, Responsable universitario JCR

Hoy N° 1886 20/10/2021