La Constitución de 1949 marcó un momento de la superestructura que se correspondió con cierto grado de independencia económica y soberanía política alcanzados, como nunca antes se habían logrado conquistar. Su expresión más clara, fue el artículo 40 que determinó la nacionalización de los servicios públicos y la nacionalización del subsuelo. Léase: Petróleo y Minería. Los lectores que quieran profundizar los aspectos jurídicos de esta norma constitucional pueden consultar la intervención del miembro informante Dr. Sampay en el diario de la convención Constituyente. La norma tuvo estado público el 8 de marzo de 1949, dado que no figuraba en el anteproyecto, y fue votada el 11 de marzo de 1949.
El 27 de abril de 1956, la Constitución de 1949 fue derogada por un decreto del gobierno de facto, argumentando que el único objetivo de la reforma había sido la reelección del Gral. Perón, razón por la cual se reimplantaba la Constitución de 1853. Resulta interesante ver cómo trataron los diarios del Partido Comunista esta derogación fáctica de una Constitución que defendía los intereses nacionales.
Se inicia así un proceso de vaciamiento constante e ininterrumpido de la superestructura creada por el primer peronismo, que duró décadas y que culminó con la Ley 23.196, de Reforma del Estado, dictada en el gobierno de Carlos Menem con la oleada de privatizaciones que desató.
El Chorro de la manguera. Una metáfora que solía utilizar el Gral. Perón, quedó apuntando para afuera, agrandando mucho más todavía la sangría de nuestros recursos y la extranjerización de nuestra tierra.
El caso de los hidrocarburos es uno de los que necesitó tratamiento especial, la Ley 24.145 de setiembre de 1992 provincializó los recursos y ordenó la venta de la acciones de YPF, el broche de oro del negociado fue la introducción en la Reforma Constitucional de 1994 del dominio provincial de los recursos naturales, Art. 124. Lo que se hacía era debilitar y dispersar la línea de defensa de los intereses nacionales. El pacto de Olivos permitió dicha reforma Constitucional, y la posterior declinación de la soberanía, una nueva vuelta de tuerca de la dependencia.