Parece que fue ayer cuando recibimos conmovidos la noticia del accidente que se cobraba la vida de nuestros camaradas Josefina y Ferré, como los conocimos en el PCR, y causaba graves heridas a otras camaradas. Josefina y Ferré eran dos comunistas revolucionarios ejemplares que están entrañablemente unidos a la historia de nuestro Partido, a las luchas de la clase obrera, el campesinado y el movimiento de mujeres.
Parece que fue ayer cuando recibimos conmovidos la noticia del accidente que se cobraba la vida de nuestros camaradas Josefina y Ferré, como los conocimos en el PCR, y causaba graves heridas a otras camaradas. Josefina y Ferré eran dos comunistas revolucionarios ejemplares que están entrañablemente unidos a la historia de nuestro Partido, a las luchas de la clase obrera, el campesinado y el movimiento de mujeres.
Josefina era María Conti, y Ferré, Rafael Gigli. Ambos se sumaron a la lucha revolucionaria en la década de 1960 y se unieron como pareja al filo de los 90. Unidos los encontró el fatal accidente.
Rafael/Ferré
Hace pocos días tuvimos que informar el deceso de la madre de Rafael y volvimos a evocar la trayectoria revolucionaria del “Flaco” Gigli, que comenzó su militancia en el movimiento estudiantil de fines de la década del ‘60 y fue uno de los dirigentes del Correntinazo de 1969, desde el bastión que significó en aquel entonces la agrupación estudiantil Faudi de Agronomía, el Centro de Estudiantes de Agronomía y la Federación Universitaria del Nordeste. Allí, junto con Carlos “Vasco” Paillole, otro recordado dirigente de nuestro Partido, adhirieron al Movimiento Estudiantil Nacional de Acción Popular (MENAP), que confluyó en 1968 con los que rompieron con el Partido Comunista, formando el PCR.
De Corrientes, el Flaco pasó al Chaco, como secretario del partido. Allí fue detenido el 5 de diciembre de 1974. Estuvo más de 7 años “a disposición del Poder Ejecutivo”, en distintos penales. Siempre se sintió orgulloso del PCR por la lucha antigolpista y la antidictatorial y reivindicó la decisión de la dirección del Partido de permanecer en el país, y que sus presos no aceptaran la “opción” para irse. Gigli siempre afirmó que la cárcel era el lugar de lucha que le había tocado. Junto con Norma Nassif son dos de los compañeros que dieron el mejor ejemplo de cómo comportarse frente a nuestros enemigos y frente a los siniestros asesinos de la dictadura.
Luego de salir de la cárcel y tras la dictadura, Ferré fue secretario de nuestro Partido en San Nicolás, y luego, como miembro del Comité Central, tomó la responsabilidad nacional del trabajo agrario. Vinculando la teoría con la práctica, estudió la realidad de las clases sociales en el campo argentino, desarrollando un importante trabajo tanto entre el campesinado medio, como entre los campesinos pobres y originarios. Como dijo un camarada: “A Rafael le dolía el latifundio”, y “tenía una idea fija, la construcción en los pueblos originarios y el campesinado pobre”, como afirmaba el “Vasco” Paillole.
Gigli tuvo también una destacada labor en las tareas internacionales, y forjó una profunda relación con los compañeros del partido Paraguay Pyahurá a partir de su vinculación con las luchas del campesinado y el pueblo paraguayo. Rafael fue miembro también de la dirección del Instituto Marxista-Leninista-Maoísta, y un gran colaborador de nuestro periódico. Las crónicas periodísticas del accidente dijeron “murió un periodista”, porque el Flaco llevaba consigo la credencial de este semanario.
Josefina/María
Qué podemos decir de María, Josefina, como la lloraron en su despedida centenares de compañeras y compañeros de todo el país, en donde dejó huella. María comenzó militando en el movimiento estudiantil secundario en su querida Santa Fe natal. Fue parte del Partido que en Córdoba construyó Cesar Gody Álvarez (secuestrado por la dictadura en 1977), y cumplió delicadas tareas en el aparato técnico del Partido durante el terror fascista.
Tras la dictadura, María Conti tuvo una relevante labor en el movimiento de mujeres como parte de la Comisión femenina de nuestro Partido. Hizo pie en La Matanza en tiempos de Alfonsín, donde ayudó a la construcción de la Casa de la Mujer. Su tarea se extendió nacionalmente, y Josefina fue un puntal en los Encuentros Nacionales de Mujeres, donde se multiplican sus enseñanzas y se evidenció su amplio trabajo de frente único con compañeras de distintos sectores populares. Con los años sumó experiencias que la hicieron conocida y querida por las mujeres más sencillas, aquellas a las que María apostó en la lucha común para convertirse en la dirección de esa mitad del cielo imprescindible para las tormentas de las que nacerá la revolución. Quedaron para la posteridad las imágenes de María en la lucha por la libertad de Romina Tejerina.
Hoy su nombre es emblema de la Casa de la Mujer en Jujuy. Lo que significó su construcción dentro del movimiento de mujeres de este país lo testimonia el que una sala del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) lleve su nombre, y su presencia permanente en todos los Encuentros Nacionales de Mujeres. María integró, en los últimos años, la Comisión de Control del PCR.
La muerte truncó la última batalla en la que estaba empeñada Josefina: que la conmemoración del Bicentenario recogiera las luchas que las mujeres argentinas dieron en estos 200 años, teniendo como protagonistas a las más humildes, hacedoras de una historia invisibilizada.
Al Flaco y a Josefina siempre los vamos a extrañar y nunca los vamos a olvidar. El ejemplo de estos dos comunistas revolucionarios que se nos fueron demasiado temprano son estandartes para el combate por la causa de los oprimidos y explotados. Nuestro mejor homenaje será llevar bien en alto esos estandartes, y engrandecer al PCR, para avanzar en el camino de la revolución de liberación nacional y social.