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29 de abril de 2015

El miércoles 22 de abril el gobierno kirchnerista consiguió 1.415 millones de dólares a través de la colocación de nuevos títulos del Bonar 2024, y otros 1.500 millones el viernes 24 a costa de endeudar más a YPF.

Dólares que cuestan caro

Kicillof patea la pelota con más deuda

 El Bonar 2024 es el bono que se creó el año pasado para pagar a Repsol por la reestatización del 50% de las acciones de YPF, con una tasa de 8,75% que se paga semestralmente. El miércoles, por el precio del bono en el mercado, la tasa de corte fue de 8,956%. Según Clarín, la mayor parte de la emisión fue adquirida por fondos extranjeros y el Deutsche Bank intermedió en varias operaciones. También participó la Anses e inversores locales.
L o cierto es que a contramano del relato kirchnerista del desendeudamiento del país,  Kicillof no ha parado de emitir deuda. Ahora considera un gran logro haber conseguido prestados 1.415 millones de dólares a cambio de pagar una tasa de interés de casi el 9%. También alardeó haberlo hecho sin ayuda ni asesoramiento de bancos. “Deben estar bastante calentitos”, dijo.
Pero lo cierto es que quienes compraron los bonos están muy satisfechos. La tasa de interés que cobrarán prácticamente duplica la que obtendrían por invertir en papeles similares de Uruguay, Colombia, Paraguay o Bolivia. Es más, la Argentina pagará tasas de interés que superan a las que ofrecen países de Africa como Etiopía o Kenia, que han colocado deuda a tasas de entre el 6% y el 7%.
 
 
Que pague el que venga
Hasta hace poco, con cada pago del Boden 2012 –bono emitido para rescatar al sector financiero de la crisis del corralito y el corralón que dejó como herencia la Convertibilidad– la presidenta Cristina Fernández se regodeaba diciendo que “su gobierno pagaba deuda que habían contraído otros”.
Por lo que el próximo presidente también podría decir, el 7 de mayo de 2016 (cuando se pague el primer cupón de intereses del Bonar 24), que ese día el país estará pagando una deuda carísima asumida por el gobierno que le antecedió.
De todas maneras, en lo inmediato, el gobierno K ha conseguido un alivio financiero, que le saca presión al Banco Central. El ingreso de estos dólares le permitirá a Economía tomar menos dólares de las reservas del BCRA para pagar vencimientos. O, lo que es lo mismo, evitar una mayor emisión de pesos, morigerando así el recalentamiento del déficit cuasifiscal (del BCRA) que implica sostener la bicicleta financiera para evitar que esos pesos se vayan al dólar.
También emulando a Martínez de Hoz, quien hacía endeudar a la entonces YPF estatal para obtener dólares, el directorio de YPF decidió ampliar su emisión de bonos a 10 años de plazo a 1.500 millones de dólares con una tasa de 8,50%, que terminó siendo 8,625% porque el precio de la emisión no se hizo “a la par” o pagando el 100%, sino 99,097%. Muy poco menos que la tasa que pagó Kicillof, y eso que esta emisión se hizo bajo ley de Nueva York.
 
 
Continúa la fiesta de la especulación financiera
Los casi 3.000 millones de dólares obtenidos con estos nuevos bonos dejan en claro que, en los mercados, la avaricia vence al miedo y más en esta oportunidad en la que los operadores compran bonos baratos de un gobierno que se va, con la expectativa de que el que venga terminará haciéndose cargo de todas las deudas del actual, como prometen los principales candidatos del sistema: Scioli, Macri y Massa.
Para el Gobierno, conseguir a ese precio divisas le permite garantizar a los especuladores de la bicicleta financiera, al menos hasta octubre, el atraso del dólar en relación a las tasas del 26 al 30% que paga el Banco Central por sus Letras. Eso se complementa ofreciéndole a los ahorristas tasas de interés en pesos superiores a la expectativa de devaluación. Hoy, los bancos ofrecen a los ahorristas plazos fijos a 20/21% anual contra una supuesta suba del dólar oficial que no superaría 15% durante este año.
Así, por un tiempito, pareciera que la tasa le puede ganar al dólar o que, por lo menos, ese es el juego de muchos tenedores de pesos que conocen el atraso del dólar pero que, como los funcionarios, apuestan a que por el cepo y las tonificadas reservas del Banco Central, el corto plazo en materia cambiaria se mantendrá sin cambios bruscos.
El atraso del dólar es una realidad que ni siquiera las estadísticas oficiales logran ocultar y que los cálculos más moderados ubican en el orden del 50% respecto del tipo de cambio real promedio de toda la era kirchnerista, cuando el dólar alto y los superávits gemelos eran los pilares del “modelo”.
Pero, como en otras ocasiones de la historia económica argentina, los mercados, y también los ahorristas, apuestan a hacer una diferencia en la carrera dólar-tasa y después salir. Claro que el momento de la salida es incierto.
En tanto la actividad económica sigue a los tumbos, con más de tres años de retrocesos en la industria y en la construcción. La caída de las exportaciones se acentúa como la realidad de una economía que lleva más de tres años estancada, con una inflación muy alta y en la que el sector privado hace tiempo dejó de crear empleo.
Ahora, con la entrada de dólares de la soja –aunque sea de manera limitada por la caída de los precios y las reticencias para vender–, agregado a la recomposición de salarios en paritarias –aunque también sea parcial y limitada–, el gobierno y los empresarios esperan que se geste un “veranito” de consumo que dure unos meses.
Pero la historia no se termina con las elecciones de octubre. Los desequilibrios en materia económica se podrán postergar a fuerza de dólares caros, emisión de pesos y bonos y aumento del déficit fiscal corrupto, pero la experiencia muestra que las “fiestas financieras” también en algún momento tienen fin.