Noticias

02 de octubre de 2010

El martes 5 de febrero el horno Nº 4 de la acería Acindar estalló: ocho de los obreros que trabajaban en el sector resultaron gravemente heridos y dos murieron.

Dolor y bronca en Villa Constitución

Muertos y heridos al estallar un horno en Acindar

Nicolás Correa y Alfredo Dianda, tenían 22 años y fallecieron luego de tres días de agonía. La empresa declaró que el “accidente” se produjo “durante una reparación del horno al que se le estaban cambiando los refractarios y aparentemente surgió un desperfecto que provocó la explosión” y agregó: “la tarea que realizaban los operarios es habitual y se hace bajo estricto control y refrigeración en la zona donde se trabaja”.
Lo cierto es que esta tarea debe cumplirse después de un período de 24 horas que sirve para el enfriamiento natural. El horno alcanza una temperatura de 1.300 grados durante el proceso de fundición y pasadas varias horas de su apagado aún mantiene una temperatura de 600 grados, pese a que en sus paredes funciona un sistema de circulación de agua que ayuda a su enfriamiento. Sin embargo, estas tareas habituales de mantenimiento fueron realizadas a las tres horas y media de ser apagado el horno ya que los tiempos de espera se han ido acortando y no sobrepasan las cinco o seis horas. El gremio denuncia que no se cumplió un acuerdo preexistente, por el que debe respetarse el tiempo de enfriamiento. Hace varios años que no se cumple.
 
La responsabilidad es de Acindar
Los compañeros heridos y muertos pertenecen a una contratista: Serkay. Estas empresas, que pagan en algunos casos $ 400 por quincena, cubren gran parte de las tareas de Acindar, que, como en este caso, quiere sacarse toda responsabilidad de encima.
La empresa Acindar –Grupo Arcelor Mittal– reduce cada vez más los tiempos de enfriamiento y aumenta los de producción, en un incesante proceso de aumento de la productividad. ¿Se puede entonces hablar de accidente?
La empresa dijo tener “procedimientos internos muy estrictos” y que “la acería es una de las plantas más seguras”, que “para Acindar el compromiso con la seguridad ha sido una política de gestión inquebrantable a lo largo de sus 65 años de trayectoria. Tal es así que actualmente las plantas de la compañía en la Argentina son un modelo de gestión a nivel internacional para la industria siderúrgica”. A la vez que “la empresa enfrentaba el primer y mayor accidente de este tipo ocurrido en 65 años de historia”: Total mentira, accidentes similares se han dado en todos los años de la vida de la empresa. En este caso la explosión impidió ocultarlo.

No fue un accidente
Las condiciones de funcionamiento y por lo tanto de trabajo en el horno Nº 4 eran conocidas, tanto como la modificación unilateral de los procesos acordados con la Comisión Interna, siempre en función de acelerar los ritmos de producción y aumentar la productividad.
El gobierno de la provincia, coincidiendo con la UOM, reclama, ahora, un comité de higiene y seguridad. Con relación a esto hay que recordar que en el mes de noviembre se realizó en Escobar (no en Villa Constitución) la llamada “Jornada de reflexión y trabajo”, promovida por Acindar, la UOM Sec. V. Constitución y Asimra Sec. V. Constitución, con el título de “Hacia una visión compartida”. ¿Qué se habrá compartido: la confianza, la integridad y la ética, puntos del temario de reflexión de la jornada? ¿Cómo aumentar los ritmos, el trabajo tercerizado, la productividad y la superexplotación en condiciones como las que llevaron a la muerte a Nicolás y a Alfredo, dejando heridos a otros obreros del sector?
El día en que se produjo este verdadero crimen, las acciones de Acindar bajaron un 2,9%. ¿Se habrá deteriorado la imagen del Sr. Mittal, el tercer hombre más rico del mundo? ¿Será por lo que tendrán que pagar, con unos pocos pesos, las vidas de Nicolás y Alfredo? ¿O por un miserable aumento que le piensan pagar a los jóvenes que ocupen ahora esos lugares de trabajo?

¡Que no vuelva a pasar!
Inmediatamente después de ocurrido el hecho, una asamblea resolvió un paro de 24 horas y el dolor y la bronca recorrieron toda la fábrica. Luego, al conocerse la noticia de las muertes cesó nuevamente la actividad por 24 horas. Los compañeros de la contratista decidieron no entrar hasta que la empresa asuma sus responsabilidades.
No fue un accidente. La voracidad infinita de fábricas como Acindar no tiene límites.
¡Que esto no vuelva a pasar!, dijo la madre de uno de los jóvenes fallecidos.
Y no volverá a pasar cuando no haya más pactos sociales, como los que se promueven desde el gobierno con el apoyo de empresarios y sindicalistas amigos, ni “flexibilidad operativa para implementar cambios” que aumenten la productividad en condiciones criminales, ni trabajo tercerizado, ni se mantengan las condiciones laborales de antes de la década del cuarenta a las que se retrocedió y se trata de mantener y profundizar. Y no volverá a pasar cuando triunfen las luchas que nunca cesaron y otros jóvenes como Nicolás y Alfredo puedan trabajar y tener una vida digna.