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19 de marzo de 2014

Roque Romero y una delegada de la alimentación en el lanzamiento de la Corriente “Pensar y hacer para la liberación”.

Dos generaciones de clasistas dieron “cátedra”

En la Universidad de Córdoba

El compañero Roque Romero, secretario adjunto del histórico Smata Córdoba junto a René Salamanca en los ‘70, conversó con estudiantes y profesionales de Ciencias Sociales de todo el país acerca de su experiencia de construcción sindical clasista y de auténtico liderazgo las masas obreras combativas de esos años en la rama automotriz. Junto a él, una joven obrera de la rama de la alimentación de Córdoba expuso las durísimas condiciones de trabajo y explotación ocultas en cada paquete de galletitas que vende la empresa para llenar sus bolsillos, y las recientes experiencias de lucha y desborde sindical. Así, dos generaciones de trabajadores y trabajadoras clasistas tendían puentes entre el pasado, el presente y el futuro de la lucha contra la explotación.
El encuentro se realizó en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Córdoba en el marco del lanzamiento de la corriente “Pensar y hacer para la liberación,” un nuevo nucleamiento de estudiantes, docentes, investigadores y profesionales abocados a las Ciencias Sociales en distintos lugares de la Argentina, que se propuso integrar su quehacer científico a las necesidades obreras y populares. Creando experiencias tendientes a “romper las barreras artificiales entre pensar y hacer; entre ciencia y política; entre investigación, docencia y aprendizaje; y entre pueblo y trabajo intelectual”, este espacio concibe a las mayorías populares como sujeto de conocimiento y transformación,  no sólo como un “objeto de estudio” de los que creen monopolizar el saber. Desde esta perspectiva, se convocó a Roque Romero y a una joven delegada de un centro fabril al panel “Clase obrera, lucha popular y proyectos emancipadores: de la experiencia de los ´70 a las perspectivas del presente”, para que relataran sus luchas, sus necesidades y puntos de vista.
Romero comenzó su relato desde abajo: describiendo cómo era el trabajo en las líneas de producción a fines de los años ‘60, y cómo allí mismo iba surgiendo la necesidad de los obreros de organizarse para resistir los ritmos alienantes que quería imponer la patronal. “Ahí se ve en su esencia la explotación (…) Por lo tanto hay una lucha permanente de los delegados de esa sección, de la línea, y el capataz.” Romero reconstruyó cómo al calor de la lucha por las reivindicaciones obreras –salarios, ritmos de trabajo, turnos rotativos, indumentaria, etc.-, los trabajadores iban eligiendo sus delegados y luego debían pelear por su reconocimiento patronal, estatal e incluso sindical, lo que iba elevando su lucha del nivel gremial y local, al político e ideológico. “Teníamos tres puntos nada más: nuestra lista era antipatronal, antidictatorial y antiburocrático. Con eso venían todos”. La lucha consecuente (y la transparencia del Movimiento de Recuperación Sindical liderado por René Salamanca con esta línea), logró a recuperar al Smata Córdoba para los trabajadores. “René era el cráneo, un tipo con una capacidad política extraordinaria, era como un pez en el agua [entre la gente],siempre quería hacer asamblea general pero, como no siempre había condiciones, lo principal que resolvimos fue ganar lo mismo que cuando estábamos en la fábrica, que volvemos a trabajar -o sea, rotación, que no estés ahí en la silla todo el día porque te burocratizás (…)-, y que los delegados (…) participen en la reuniones de la comisión directiva del gremio.” Esta fue una de las experiencias más avanzadas de democracia sindical en la historia del movimiento obrero argentino y, además, se convirtió en un bastión de la lucha contra el golpe de estado de 1976, (preparado desde la muerte de Perón por el imperialismo y la oligarquía), para avanzar contra los intereses de la clase obrera que expresaban Salamanca y Roque Romero. 
La compañera trabajadora de la alimentación comenzó por relatar el proceso de lucha y organización desde abajo a partir de 2007, que derivó en tomas y paros de fábrica -con el pico de 2010- y con el desborde de los tapones burocráticos y pro patronales del sindicato, así como su encuentro con la Corriente Clasista y Combativa. También relató la crudeza de la explotación en la línea de trabajo: “Con el 1% de la ganancia que le producimos a la empresa, nos pagan los salarios.” La infinita sed de plusvalía del capital lo lleva a emplear crueles mecanismos de productividad que atropellan la humanidad de los operarios y operarias –por ejemplo, sin dejarles ir al baño y obligándoles a hacerse encima- y hasta mutilando sus cuerpos: “Envaso 75 paquetes por minuto en una caja. La tendinitis va y viene. (…)  Yo tengo un pedacito de dedo menos, que me lo cortó una máquina que le faltaba la protección. (…) Para le empresa fue ‘error humano’. (…) Encima está el problema de la ley de ART que sancionó el gobierno, que nos dejó a la deriva, sin poder hacer juicio ni cobrar indemnizaciones la empresa o la obra social”.
Cuando fueron interrogados sobre qué podía ofrecerle a ellos una corriente de trabajadores intelectuales como la que se estaba constituyendo, apuntaron que los ayudemos a “contar” y “escribir” su propia historia, para las luchas actuales. Romero señaló que “cada aniversario del Cordobazo, en la radio, en canal 10, sale Garzón Maceda, un asesor de Elpidio López, a explicar lo que fue el Cordobazo. Incluso ha escrito un libro”. De hecho, la compañera de la alimentación remató contando que, en 2009, la empresa regaló a cada uno de los trabajadores un ejemplar del libro con una versión de la historia a la medida de las patronales, lo que muestra la crudeza de la disputa por la historia con las clases dominantes. 
Con este norte, durante dos días, el 1º Encuentro Nacional de Estudiantes Docentes e Investigadores en Ciencias Sociales debatió horizontalmente y en profundidad, en talleres y plenarios, cómo integrar su trabajo a las necesidades de cambios profundos que plantean las luchas de masas en Argentina, Latinoamérica y gran parte del mundo. Por eso decidió constituir la corriente “Pensar y hacer para la liberación”, a través de la cual articulará iniciativas para derrotar científicamente los argumentos naturalizantes, justificadores y ocultistas de las clases dominantes, reponiendo las voces de explotados y oprimidos, intentando develar su verdadera situación y sus causas, y proyectando sus posibles soluciones como una herramienta más de la lucha.