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02 de octubre de 2010

El 1/02, Cristina Fernández visitó la planta del frigorífico avícola “La China”, de la empresa Tres Arroyos, en la ciudad entrerriana de Concepción del Uruguay.

Ecos de una visita de Cristina

Lo que no dijo la presidenta en Entre Ríos

El frigorífico, según los medios “el más grande del país”, tiene una cámara de 10 mil metros cuadrados, con aproximadamente 1.100 trabajadores nucleados en el gremio de la alimentación, y es el mayor exportador del sector.
Al parecer, Cristina fue a tomar como ejemplo el mensaje optimista de los empresarios que hablan de continuar con el crecimiento sostenido del 10% anual que traen desde el 2003, y de quienes solicitaron para el sector un apoyo crediticio de 120 millones de pesos para el grupo de empresas avícolas entrerrianas como Las Camelias, Soychu, Noelma, Calisa, entre otras.
La empresa Tres Arroyos pertenece a la familia De Gracia de la localidad del mismo nombre, en la provincia de Buenos Aires, donde tiene otra planta similar. Según datos oficiales, entre las plantas industriales faenan 300.000 pollos por día. Lo que necesita un abastecimiento diario de 30 galpones con 10.000 pollos cada uno, que los producen con los llamados “productores integrados” o los centenares de obreros rurales que trabajan en los galpones propios de la empresa.
Según datos del propio grupo empresario, faenan 7,5 millones de pollos mensuales, equivalente al 20% de la producción mensual de pollos de la Argentina. Vienen creciendo favorecidos por el mayor consumo local (el pollo cuesta la mitad que la carne) y sobre todo por el aumento de las exportaciones a los países de Asia (China, India), Europa y Africa.
Es parte de la Argentina “overa” donde hay sectores que se han expandido desde el 2003 como la avicultura, ya que creció el consumo por habitante: de 21 a 30 kg. por año entre el 2003 y el 2007.
 
El consumo no es para todos
Una gran parte del pueblo argentino no los puede consumir: desocupados o con bajos salarios, como los habitantes de Santa Elena, donde la desocupación, el hambre y la desnutrición infantil siguen altísimas; donde permanece prácticamente cerrado el frigorífico que empleaba 1.100 obreros y que por decisión de Néstor Kirchner no le fue entregado a la cooperativa de ex obreros (a quien la CCC siempre acompañó en su lucha); y sí a otro “empresario modelo” como Taselli, conocido en todo el país por no haber cumplido con las inversiones de las empresas del Estado que tanto Menem como Kirchner le dieron (mina de Río Turbio, ferrocarriles, La Vascongada, Santa Elena, etc.).
El gobierno provincial de Busti le regaló al empresario amigo Joaquín De Gracia de Tres Arroyos, a precio irrisorio las 3.600 Has del campo El Quebracho, que pertenecían al Frigorífico Santa Elena; en vez de haber creado fuentes de trabajo genuinas como planteaba el proyecto de los pastajeros y colonos (apoyado por numerosas instituciones del campo y universitarias), para las centenares de familias desocupadas y hambrientas de la localidad.
 
Otra muestra del neodesarrollismo
Tanto los Kirchner como Busti, siguieron profundizando esta política con la entrega del Banco de Entre Ríos a Eskenazi, que junto con los bancos provinciales de Santa Cruz, San Juan y Santa Fe, le dieron a otro amigo de Kirchner el monopolio del manejo de los fondos provinciales. Pero que a la hora de dar créditos, no tiene en cuenta para cobrar la tasa de interés los datos del Indec trucho del gobierno, sino el real del 24% anual.
En el acto de Concepción del Uruguay, Cristina Fernández quiso transmitir al país un mensaje optimista, tal vez sin mirar el horizonte de crisis internacional que se extiende con la recesión que se está gestando en EEUU, y que afecta día a día a otros mercados como China, India y Europa; que son parte de los mercados de aves que tiene la Argentina (y en particular, apoyarse en el ejemplo de Tres Arroyos) creyendo que a ellos no los afectará.
La presidenta tuvo un mensaje donde sólo hubo elogios a los dueños por sus inversiones, y una exaltación del aumento de las exportaciones, de la productividad lograda en base a la superexplotación del trabajo obrero, del porcentaje del mercado que ostentan. No hubo una sola mención a la situación de los trabajadores de esa planta, que protagonizaron un conflicto que se desató hace apenas un mes, cuando estos “ejemplares empresarios” decidieron aumentar el ritmo de trabajo en un sector de la fábrica: donde se desempeñaban 4 operarios, la empresa decidió trabajar con 3, “quienes procesan –según Mario Barrios, secretario del STIA– 85 pollos por minuto”.
Barrios comenta que “la sobrecarga de trabajo la venían denunciando los empleados; interviene el sindicato, y la empresa decide despedir a los 3 operarios que se quejaron por dicha medida flexibilizadora”.
El diario digital local señala que: “Ante este atropello y cansados del maltrato laboral, la gran mayoría decide en una multitudinaria asamblea, la realización de una movilización primero y de un paro por tiempo indeterminado después. Fue resuelto y sostenido porque prevaleció en la mayoría la convicción de defender sus derechos y enfrentar la explotación que vienen sufriendo. Ello superó al terror que significa la pérdida de la fuente laboral, agobiados por la gran cantidad de lesiones producidas por la forma de trabajo, tendinitis, problemas en muñecas, en manos, en caderas”.
Muchos sectores de trabajadores, organizaciones sociales y estudiantiles se acercaron a acompañar a los trabajadores en lucha, entendiendo que esto también es defensa de los derechos humanos. Una actitud similar había ocurrido en febrero del 2007 ante la realización de una inspección en la planta, promovida por el sindicato. La empresa respondió con el despido de 7 operarios sin causa justificada y en el hecho actual sucedió exactamente lo mismo. El gobierno provincial jugó a favor de la empresa y en contra del justo reclamo de los trabajadores.
Ni el discurso de Domenec (presidente de la Cámara de frigoríficos de aves) ni el del gobernador Uribari, y menos el de la presidenta de la Nación hicieron mención a esta situación de los pilares y verdaderos productores de esa riqueza, a quienes se les niegan condiciones de trabajo dignas y salarios acordes al costo de la canasta familiar que ronda los $ 3.200. Mientras que en Tres Arroyos, cuentan sus obreros, el salario con más de 10 horas de trabajo y premios, llega apenas a la mitad del costo de dicha canasta.
 
Para reflexionar
Este ejemplo del modelo que levantan tanto el gobierno nacional como el de nuestra provincia, muestra con claridad que si estos empresarios que crecen día a día, que aumentan sus inversiones, crecen sus mercados nacionales e internacionales, les regalan tierras, el Estado se hace cargo de los empleados despedidos, piden créditos baratos al Estado, no son capaces de mejorar las condiciones de trabajo cuando les va bien y siguen reventando al obrero, y el reclamo por condiciones de trabajo o salario es para ellos mala palabra. ¿Qué puede esperar el obrero si no lucha y se organiza independientemente por sus intereses de clase? ¿Qué se puede esperar de ellos si llegan a trastabillar esos mercados internacionales por la crisis mundial?
Por eso, para las paritarias que se avecinan, ¿puede alcanzar con el 15% que pregonan los empresarios o el techo del 20% que plantea el gobierno? Esto desnuda el doble discurso neodesarrollista, que para afuera cuando piden para ellos no tienen techo para crecer, pero cuando es para adentro, siguen tomando como variable de ajuste de este modelo exportador (en épocas de crisis o en épocas de buenas) al salario y la flexibilización laboral como hace el grupo Tres Arroyos.