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20 de enero de 2016

Editorial

En el momento de cierre de esta edición de Política y Teoría, tres semanas antes del balotaje, el país atraviesa por una situación de inestabilidad política. El gobierno K recibió un duro golpe en las elecciones del 25 de octubre, sorprendiendo a las encuestas. 2.717.802 personas que no habían ido a votar en las PASO,  más una parte de los que habían votado en blanco y nulo  (más una parte de los que habían votado a la Alianza Progresistas), el 25 de octubre votaron por alguno de los 3 presidenciables. Esos votos se repartieron de la siguiente manera: Scioli aumentó sólo 281.469, Macri creció 1.591.332 y Massa sumó 573.300. Los que no lo votaron en las PASO  y sí el domingo 25, fueron señalados por Macri al agradecer “a los que me votaron pero no comparten mis ideas”.   
 
Ambos candidatos a la Presidencia el 22 de noviembre plantean pagar la deuda fraudulenta, usuraria e ilegitima, siguiendo la línea de la que se jacta Cristina, de persistir en ser “pagadores seriales”. Nos quieren convencer de que así podremos conseguir crédito internacional para obras de infraestructura y otros emprendimientos. Es una ilusión. Las inversiones extranjeras  de los recientes, particularmente durante el gobierno menemista, en lo fundamental no se destinaron a instalar nuevas empresas, sino a apoderarse del mercado interno y regional.
 
Scioli y Macri conversan con los usureros imperialistas que le dijeron que para recibir préstamos tienen que arreglar con los “buitres”, cumplir con los pagos al Ciadi, al Club de París, los préstamos de China y asegurar la libre remisión de sus utilidades. Cada préstamo  está atado a la entrega de recursos y a diversas concesiones que afectan a la soberanía nacional.   
 
Es muy aguda la disputa interimperialista por el control de Argentina y de América Latina. El reciente Acuerdo TransPacífico impulsado por Estados  Unidos e integrado también por Japón, es presentado como integración económica y comercial- Pero además  apunta contra su rival imperialista chino. China, a su vez, despliega la instalación de capitales en América Latina. Ya es el segundo socio de nuestro subcontinente. En el caso de nuestro país, los contratos y préstamos leoninos contienen cláusulas  secretas en la “letra chica”. Hay ya una base militar – presentada como “base científica” – en la provincia de Neuquén. Los gobiernos de China y de Argentina declaran que sus relaciones han conformado una “alianza estratégica integral”.   
 
Por otra parte el colonialismo inglés ha expandido su base militar en las islas Malvinas,  que usurpan. Además, Rusia también estableció una “alianza estratégica integral” con Argentina.
 
Un debate importante está abierto: ¿las masas, se han derechizado? Este interrogante presupone que el gobierno K sustenta posiciones nacionales y populares, lo cual está desmentido por los principales hechos de sus doce años de gobierno. El país está atravesado por cortes de rutas de los trabajadores rurales, los chacareros, las multisectoriales. En cuanto al voto a Macri evidencia el profundo descontento popular por el deterioro de las condiciones de vida y de trabajo, la escandalosa corrupción, y fue visto como el instrumento para castigar la política del gobierno. Es el llamado “voto útil”.
 
 
 
Está en juego el ajuste, es decir quién paga la crisis.
 
El descontento de los de abajo y la disputa entre los de arriba generan un escenario político favorable para que el pueblo avance en su lucha social y política.
 
Dichas condiciones no se replican de manera simple en el terreno electoral. Ante todo, por las normas electorales proscriptivas y las operaciones fraudulentas de las autoridades gubernamentales. De ahí que el gran desafío político es instalar el Frente Popular y fortalecerlo en todo el país.    
 
Con la derrota electoral del gobierno K se tensan las contradicciones internas del peronismo. Los kirchneristas hicieron una política de división sistemática de los movimientos populares utilizando los recursos del Estado. 
 
Caló y Yasky pretenden acentuar la “gobernabilidad” de “los de arriba” – o sea, jugar el rol de amortiguador y freno de los reclamos de las masas trabajadoras –. Por su parte, otros sectores sindicales se ubican en el planteo de los salarios y de las distintas reivindicaciones indispensables.   
 
La CCC (Corriente Clasista y Combativa) pugna por la ampliación y la unidad del frente antiajuste. Está dando pasos importantes en el movimiento obrero en centros de concentración, como se evidencia en la recuperación de la Comisión Interna de Mondalez (ex Kraft). 
 
Como  señala Victor De Gennaro sobre el Frente Popular: “dijimos siempre que este frente llegó para quedarse. Con iniciativa política y aparición,  para decir con toda claridad que vinimos para que,  más temprano que tarde,  gobernemos la Argentina los argentinos,  y no estos que se la están llevando, y que no dejan ningún futuro para nuestro pueblo”.