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02 de octubre de 2010

El 2 por 4 y la crisis del ‘30

Hoy 1242 / La epoca del “tango de la mishiadura”

Si bien la década de oro del tango fue la del 40 del siglo pasado, la anterior tuvo gran importancia y a través de sus letras el tango reflejó de alguna manera la crisis que al decir de Otto Vargas “se sintió en nuestro país a partir de 1934”.
El decenio que va desde el año 1928 a 1938 vio triunfar y morir a ídolos populares de la talla de Carlos Gardel y el casildense Agustín Magaldi.
La primer película argentina sonora se llamó “Tango”, es de 1933 y fue dirigida por Moglia Barth con diálogos de Carlos de la Púa y actuaciones de Tita Merello, la rosarina Libertad Lamarque, Luis Sandrini y Pepe Arias. El medio de comunicación de masas era la radio.
Los mencionados Gardel, Magaldi junto a Ignacio Corsini y Alberto Gómez eran los cantores por excelencia. Entre las mujeres, las hermanas Omar, Mercedes Simone o Ada Falcón.
Las orquestas de primera línea eran las de Canaro, Firpo o De Caro. Sin embargo surgen numerosos grupos pequeños dado que a mediados de la década, el tango sufre un golpe con la crisis y se evidencia una penetración musical extranjera con el fox, el shimmy y otras danzas importadas de Norteamérica. El tango saldrá fortalecido de la crisis con la aparición de orquestas bailables como las de D´Arienzo o Biagi. 
Numerosos poetas crearon los que después fueron llamados “tangos sociales” o “tangos de la mishiadura”.
El zorzal criollo graba por esos años “Aquaforte” (aguafuerte) que dice “un viejo verde gasta su dinero emborrachando a Lulú con su champán, hoy le negó el aumento a un pobre obrero que le pedía un poco más de pan …”; también “Pan” de Celedonio Esteban Flores (el negro Cele) “quisiera que alguno pudiera escucharlo … y ver si es humano querer condenarlo por haber robado ¡un cacho de pan!”, del mismo autor “Gorriones” cuya letra reza “el sol es el poncho del pobre que pasa rumiando rebeldes blasfemias y ruegos pues tiene una horrible tragedia en su casa, tragedia de días sin pan y sin fuego”
En “Al pie de la Santa Cruz” Mario Batistella dice que “declaran la huelga, hay hambre en las casas, es mucho trabajo y poco el jornal y en ese entrevero de lucha sangrienta se venga de un hombre la ley patronal”.
Cadícamo escribe en “Al mundo le falta un tornillo” que “hoy no hay guita ni de asalto y el puchero está tan alto que hay que usar el trampolín”. Manuel Romero, cinesta y productor de espectáculos plantea en “Se viene la Maroma” que “… parece que está lista y ha rumbito la bronca comunista pa este lao”.
Sin embargo, se dice que el hombre y la mujer de Buenos Aires en crisis llegan al tango de la mano de Enrique Santos Discépolo. Este escribe en el 26 “Qué vachaché” (el verdadero amor se ahogó en la sopa, la panza es reina y el dinero es dios); en el 28 “Yira yira” (cuando la suerte que es grela …); en el 31 “Qué sapa señor” (la tierra está maldita y el amor con gripe, en cama); en el 35 “Cambalache” y en el 38 la que tal vez sea su obra maestra “Tormenta” (aullando entre relámpagos, perdido en la tormenta de mi noche interminable dios busco tu nombre… si la vida es el infierno y el honrao vive entre lágrimas cual es el bien del que vive en nombre tuyo…).
Puede decirse que la visión del mundo de Discépolo es desesperanzada y un tanto escéptica. Jamás tuvo en cuenta los procesos sociales de cambio que se vivían en el mundo.
Sin embargo existen otros vates que, si bien olvidados, acercan una voz de esperanza al cambio social. Es el caso de Dante A. Linyera (seudónimo de Juan Bautista Rímoli), anarquista, quien pone letra al famoso tango “Boedo” (sos barrio del gotán y la pebeta, el corazón del arrabal porteño… qué quiere hacer la fifí de Florida, si vos ponés tu corazón canyengue como una flor prendida en los balcones de cada bulín) y crea poemas como “Semos hermanos” y “Autobiografía Rasposa”.
Durante esa década el tango sufrirá cambios en su estructura musical. Se incorporarán elementos sinfónicos y jazzísticos. Algunos defenderán lo viejo (Canaro, Firpo). Otros irán con decisión a lo nuevo (De Caro). Hacia el fin de la misma surgirán las orquestas de Troilo y Pugliese.
En los ´30 Buenos Aires será la ciudad que verá cambios monumentales como el Obelisco o el ensanche de la calle Corrientes. Pero será la ciudad proletaria que vivirá la huelga del ´36, la lucha de anarquistas como Severino Di Giovanni. La ciudad tendrá cronistas como Roberto Arlt con sus aguafuertes porteñas o escritores como Scalabrini Ortiz y su hombre que está solo y espera. Es la ciudad de Alvaro Yunque y José Portogalo. Es la “bacana” y oligárquica de la Revista Sur y Victoria Ocampo.
Es la ciudad que verá transformarse a González Tuñón de poeta caminante a poeta militante; albergará a García Lorca desde octubre del 33 a marzo del 34, conocerá a un Yupanqui joven que se largará a recorrer los caminos de la patria.
La del ´30 dejará paso a otra Argentina, aquella donde irrumpirá el proletariado. Así lo cantará Homero Expósito en su tango de 1941 “Farol”, “un arrabal con casas que reflejan su dolor de lata, allí conversa el cielo con los sueños de un millón de obreros”.
Pero esa es otra historia. Mientras hoy nos surge el interrogante: ¿quién cantará los tangos de la crisis que está por venir?