¿Asumió el gobierno su desgaste y decidió “abrir la mano”, o se trata de una nueva “gambeta” para desgastar a la lucha agraria? Al cierre de esta edición, las opiniones eran encontradas. Arriba, desde muchas cuevas del poder las presiones eran infernales para el levantamiento del paro y el acto del 25 de Mayo en Rosario. Clarín, La Nación y otros medios lo dieron por hecho. Pero abajo, en las asambleas de los cortes de ruta, la decisión fue mantener el paro el martes, y en otros lugares seguirlo. La decisión es garantizar la continuidad de la lucha hasta que el gobierno haga propuestas concretas, ¡abra la mano!, y asegurar la masividad del acto del 25.
Los 21 días de paro, cortes de ruta y asambleas, con los que arrancó la rebelión agraria, cambiaron el país. El gobierno pretendió seguir como venía: apostó a la división, el aislamiento y la derrota de los chacareros, desperdiciando el mes de negociaciones. Fracasó. Volvieron el paro, los cortes de ruta y las asambleas. Masivos, extendiéndose por todo el país. Más duros porque quedó al desnudo la mentira kirchnerista. La rebelión agraria impregnó toda la sociedad argentina.
El acto de asunción de Néstor Kirchner a la jefatura del PJ-K, con el que el gobierno pretendió contragolpear a la protesta agraria, puso de relieve la enorme debilidad oficialista: el ex presidente no habló, en medio del entrevero de las patotas de la Uocra y Camioneros, le dejó el micrófono a la presidenta. Cristina Fernández debió pronunciar un discurso “dialoguista”, en el marco de una batalla campal que recordaba a la de San Vicente, durante el traslado de los restos de Perón. El kirchnerismo cree que la historia comenzó cuando llegó al gobierno, y que puede amontonar todo lo que “borocotiza”. Pero “borocotizar” es alquilar, no comprar, y lo que se alquila viene, como se vio en el acto de Almagro, hasta con deudas de sangre que estallan cuando ciertos grupos se arriman.
Se escucha en el campo, hablando de la presidenta: “¡Kirchner la destruyó a esa mujer! En cinco meses la dejó sin base política. La mandó al frente en medio de los mafiosos, rodeada de personajes que, la mitad están por plata, y la otra mitad son prontuariados”.
El faltazo de Schiaretti, Busti, Reutemann y Romero y muchísimos intendentes, y las fisuras en el bloque oficialista del Congreso, mostraron el resquebrajamiento del PJ-K en su nacimiento.
Néstor Kirchner trata de aferrarse y controlar personalmente a los intendentes del Gran Buenos Aires, pero no le va bien. El acto de su asunción en el PJ-K se iba a hacer en La Matanza, pero las divisiones del peronismo de ese municipio obligaron a mudarlo a Tres de Febrero. Según encuestas actuales, la imagen de Cristina Fernández en el Conurbano Bonaerense se habría derrumbado al 25% (La Nación, 19/5) la mitad de la que tenía en octubre pasado.
Y en el campo, ¿cuál será la “imagen positiva” de la presidenta? Para evitar infartos, el gobierno no la mide.
La sequía en amplias zonas y la falta de precio para el trigo están paralizando la siembra.
Las operaciones de compra-venta de soja están congeladas. Esto arrastra a toda la cadena sojera (aceite, pellet, agroindustria, etc.). Se calcula que son 100 millones de dólares que no se comercian ni se exportan por cada día de paro. Lo que el gobierno perdió de recaudar por las retenciones (impuesto a la exportación), ya suma más de 1.500 millones de dólares, más de lo que se había propuesto con la suba de ese impuesto. Los piquetes y el frenazo a la venta de soja golpean a los contratos firmados por las cerealeras, achicaron el ingreso de dólares al país y los ingresos de la “caja K”.
El gobierno ordenó al Banco Nación que mandara dinero a cuentagotas a sus sucursales en el campo, creyendo que era una medida eficaz para ahogar a la protesta. Pero en los hechos, el resultado fue “engordar” la ruptura de la cadena de pagos en las provincias.
Cientos de fábricas, pequeñas, medianas y grandes que integran la cadena agroindustrial, están paradas. Los contratos de venta de maquinarias fueron rotos. Uno de los hechos significativos de la rebelión agraria, ha sido la unidad de los trabajadores de las agroindustrias y los chacareros, como se ve en los cortes de ruta y asambleas: en localidades como Firmat (Santa Fe), Monte Maíz (Córdoba) y tantas otras, los cortes de ruta están pegados a las plantas fabriles.
El Banco Central debió desprenderse de 1.000 millones de dólares para frenar, por ahora, las “minicorridas” hacia el dólar. Las malas noticias le llueven al gobierno. Los usureros de Wall Street lo ven débil y “lo cascotean” con pronósticos catastrofistas sobre la Argentina. Como nadie cree en las estadísticas oficiales, ¿quién puede saber realmente el estado de la economía nacional? Claro que por algo el gobierno tiene que disfrazar los números…
El estallido del federalismo ha calado hondo. Cada pueblo o ciudad ha hecho sus cuentas, comprobando el brutal saqueo impositivo: sale mucho y no vuelve casi nada. Se ha denunciado que hay $ 24.000 millones que el gobierno nacional debiera repartir y no reparte. Esa cifra es solo una parte, porque la protesta agraria puso en la picota los flacos porcentajes que el gobierno coparticipa con las provincias. Además, lo poco que el gobierno kirchnerista manda, lo hace a cambio de “favores políticos” de parte de gobernadores e intendentes, y con enormes “comisiones” que se pagan por la corrupción en las obras públicas.
Los chacareros cosecharon mucho más que la soja. Detonaron todos los problemas agrarios. Lo agrario, de hecho, empalma con los reclamos salariales y por la carestía provocados por la inflación. El “corte ancho” del gobierno arrimó hasta a “los indeseables” como Miguens con los que históricamente se enfrentaron, y de los que se sabe que negocian a escondidas para quebrar la protesta. La protesta hizo estallar el “centralismo unitario K”. Dejó herido el PJ-K. La oposición dentro del sistema debió salir apresuradamente de su “bajón”. Revitalizó a sectores reformistas. Circulan rumores de que los cuadros del Ejército y la Marina habrían hecho saber a sus jefes que no se movilizarían si les ordenan reprimir al campo.
Sin el campo, el “acuerdo del Bicentenario”, propuesto por Cristina Fernández, había quedado rengo, Luego, los empresarios de la UIA y los banqueros de Adeba le avisaron al gobierno que no firmarían ese acuerdo mientras dure la protesta agraria. Los banqueros quedaron escaldados por lo que le pasó a Heller, cuando apoyó abiertamente al gobierno contra la rebelión agraria y los chacareros cerraron sus cuentas en Credicoop. Finalmente la UIA, Adeba, la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la Cámara de la Construcción, publicaron una solicitada (que algunos dicen que redactó el gobierno), reclamando el diálogo entre el gobierno y el campo, y alertando sobre “la crispación social” que “lleva a un callejón sin salida”. Hay temor arriba por la profundidad de la rebelión agraria.
Moyano (con lealtad recortada y hasta la fecha en que sea reelecto al frente de la CGT), D’Elía y Depetris, no garantizan ni la tranquilidad de un acto en Almagro. Esa “fuerza de choque K” solo muestra la debilidad del gobierno. Aislamiento y debilidad que hace que todos ya estén trabajando para lo que viene después del kirchnerismo, incluso Kirchner.
Todo está revuelto. Se podría decir, también, que todos los de arriba subestimaron la profundidad de la pueblada agraria, que es lo que está marcando el paso a la política nacional.
Marca el paso con su complejidad y su heterogeneidad. Se refuerza con los obreros de Vasalli o de Ingersol, o con la jornada que lanzaron los desocupados de la CCC y la FTV disidente (CTA) junto a otras fuerzas, o con la solidaridad estudiantil y popular. Se refuerza cuando empalma con la lucha de los trabajadores de Terrabusi, de los mecánicos, los metalúrgicos, docentes fueguinos, estatales de varias provincias y otros sectores que pelean por romper los topes salariales, la superexplotación y el trabajo en negro, sobre todo de la juventud.
El lastre de esta lucha se va solo, así como llegó: Clarín cambió de “duro” a “negociador” (también La Nación). ¿Será a cambio de que el gobierno no avance con una nueva ley de radiodifusión, o para frenar la presentación de un fiscal pidiendo la nulidad del acuerdo con Cablevisión? Luciano Miguens Bemberg ¿estará muy preocupado por la suerte de la mina en Santa Cruz que su familia materna está negociando con los Kirchner?
La Argentina rebelde que Kirchner y las clases dominantes creyeron haber borrado del escenario político está en los piquetes chacareros de las rutas, y está en la lucha obrera y popular. También en el estudiantado que se moviliza por presupuesto.
Está en todos los que hicieron fuerza, desde la lucha democrática, o desde el rechazo adentro de los cuarteles, para impedir que se avanzara hacia la represión y el Estado de Sitio. Está en la denuncia de la ofensiva yanqui con la 4ª Flota, y del colonialismo inglés sobre el petróleo, el mar y la Antártida argentinos.
Hay voluntad y fuerza para un masivo 25 de Mayo en Rosario, desbordando el Monumento a la Bandera.
Hay muchas voluntades y fuerzas para unir en un paro nacional activo, obrero, campesino y popular. Esa es la gran tarea de las corrientes obreras y populares, patrióticas y democráticas, para reagruparse y hacer de la pueblada agraria una brújula para la Argentina.
02 de octubre de 2010