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28 de mayo de 2019

1969-2019/ 50 años del Cordobazo

“El 29 salimos a pelear contra la dictadura”

Extractamos una parte de la conversación que tuvimos con el compañero Gerardo Luna, en 1969 obrero de la planta Perdriel de Renault, y luego integrante de la dirección del Smata Córdoba que encabezó René Salamanca.

El “Negro” Luna, como lo conocen todos, nos cuenta que él era egresado del Instituto IKA, de donde salía el personal calificado para ir a las empresas. El complejo de IKA Renault abarcaba esos años Santa Isabel, Perdriel (matricería) donde ingresa Luna, e Ilasa “donde trabajaban compañeras mujeres, en una insalubridad total, porque hacían fundición de aluminio y manojo de cables”.
Luna enumera el poderoso cordón industrial existente por esos años: “La planta de Santa Isabel era la nave madre. En su apogeo llegaron a trabajar más de 12 mil obreros. Era una verdadera ciudad. Además estaban Thomsom-Ranco, Transax, Grandes Motores Diesel, Perkins, y una gran olvidada: el Área Material Córdoba, manejada por la aeronáutica, antes IAME y Dinfia, ahí trabajaban otros 12 mil operarios. Sin contar las centenares de pequeñas empresas, talleres y concesionarias, la mayoría sin afiliación.
“El telón de fondo era que estaba todo prohibido. Cuando Onganía da el golpe cierra los sindicatos, prohíbe las reuniones, las asambleas, elimina la Ley de Asociaciones Profesionales. Las direcciones sindicales, en acuerdo con las empresas, usaban esto para no pelear, y el que se movía un poco iba a parar a la calle.
“Había un gran debate. Nos juntábamos para las guitarreadas en el Barrio Clínicas, barrio de estudiantes y de pensiones, cuna de la reforma. Estaba el que decía que tiene que volver Perón, el que decía que hay que hacer lo mismo que en Cuba, el que quería prenderle fuego a todo. Nosotros, si me apurás, veíamos con gran simpatía al querido comandante”.
1969: Córdoba se mueve
El año 69 va a tener características de más resistencia. Los gremios independientes de Córdoba van a juntarse con la CGT de los Argentinos de Ongaro. Había expresiones combativas en varias provincias. Después del verano, en febrero/marzo nos encontramos con que nos cambiaron de turno. En marzo del 69 se inicia un plan de lucha con paros por sección. No se hacían horas extras. La empresa tenía mucho laburo.
En mayo, el Smata y la UOM acuerdan con el decreto del gobierno de sacarnos el sábado inglés a los mecánicos, y las quitas zonales a los metalúrgicos. En ese momento René Salamanca había sido echado de la metalúrgica en la que trabajaba, y participaba de la Agrupación Felipe Vallese.
Había gran agitación en la planta, “algo hay que hacer”, “hasta acá llegaron”, decían los compañeros. Nosotros ya veníamos empujando asambleas y asamblea general del gremio. Hubo debates con la gente de Elpidio Torres, que no quería hacer la asamblea en un lugar público. Pasó otra semana e hicimos una asamblea de prepo con las compañeras de Ilasa, que tenían una serie de reivindicaciones, como el día femenino. Ahí Torres aflojó. Por eso fuimos al Córdoba Sport el 15 de mayo, donde entraban entre 4 y 5 mil, apretados. Y los mecánicos éramos 12 mil. La dirección provincial le pasa la responsabilidad a Kloosterman, el secretario nacional, del acuerdo con la dictadura. Y plantea que vengan a dar explicaciones. Kloosterman creyó que se iba a poder manejar con sus matones como hacía siempre. Nosotros nos preparamos, con la consigna de no dejar hablar ni a Torres ni a Kloosterman.
Ni bien arrancó, Torres le pasó la pelota al que venía de Buenos Aires, se armó la silbatina y le entraron a caer bulones. Por cada matón de ellos había dos compañeros nuestros. Ahí se fueron como vinieron, y cuando terminan de salir empieza la gaseada de la policía. Se puso irrespirable y mientras unos rompían la puerta, otros salían levantando las chapas del tinglado. Y ahí se armó la pelea con la policía, con piedras y barricadas. Dieron vuelta y prendieron algunos coches, y algunos ómnibus de la policía. Tres horas de pelea en el centro de la ciudad, en la que se sumaron algunos estudiantes. Tuvimos muchos presos y heridos.
Al otro día nadie quería entrar a la fábrica, y resolvimos paro activo por el Cuerpo de Delegados, que también acuerda pedir un plenario de la CGT de Córdoba. En ese plenario van todos los gremios y delegados de fábricas, cientos de personas. Ahí se acuerda un paro de 48 horas, y ya se estaban yendo cuando el Gringo Tosco plantea paro activo de 36 horas. Afuera había miles de trabajadores y estudiantes. Así se aprueba el paro activo del 29, con un acto en la CGT. Y un programa de varios puntos: suspensión de los decretos de la dictadura, devolución de obras sociales, apertura de paritarias, entre otros.
Nosotros nos veníamos preparando. En Santa Isabel la gente venía con ganas de hacer abandono de planta. Y nosotros también. En los lugares donde había sindicatos patronales le pasaron por encima a esas direcciones, como en FIAT. Nuestro Faudi impulsa que los estudiantes se sumen a las distintas columnas obreras. El objetivo de las columnas era llegar a la CGT.
El 29 de mayo
Yo participé en la organización de la columna de nuestra planta, que tenía que llegar a la Plaza Colón y unirse a la columna de Tosco. Creíamos que éramos la única columna que venía del norte de la ciudad. En la puerta de fábrica ya vimos que venían marchando las compañeras de Ilasa. En el camino se va sumando gente de los negocios, los talleres, de las casas. Arrancamos mil y cuando llegamos a los puentes éramos cinco mil. Ahí es cuando la policía se va y se desarma el anillo de contención que habían hecho para que no lleguemos al centro. Nos gasean, pero retroceden. Un grupo va por un puente y otra por otro que va al Boulevard Córdoba; ahí para nuestra sorpresa viene una columna de ferroviarios de Alta Córdoba. Desembocamos en la plaza General Paz y seguimos marchando. La cana retrocede hasta pleno centro y ahí vienen nuevas corridas y gasean. Retrocedemos barricando tres o cuatro cuadras, peleando con la policía. No sabíamos qué pasaba en las otras columnas, que a los de Santa Isabel también los había gaseado, y ahí matan a Máximo Mena. Ya era el mediodía cuando nos llega la noticia “nos han matado un compañero”.
“Esa fue la chispa que incendió la pradera. Empezaron a caer las vidrieras, fuego en todas las esquinas. Se le tiraba a la cana con lo que había. Ellos tiraron hasta que se les acabaron las balas y los gases. Ahí avanzan todas las columnas. Por un lado venían los de Luz y Fuerza con muchos estudiantes, del sur venían los de FIAT, y ahí andaba Salamanca con los metalúrgicos. Los trabajadores de la construcción se largaban de las obras a pelear. De los edificios nos tiraban trastos viejos, colchones, lo que fuere, para las barricadas. A las 2, 3 de la tarde la policía se había recluido en la central que funciona en el Cabildo. Y nosotros en el centro de la ciudad, barricando todo, porque se decía que venía el Ejército. Nosotros veníamos de haberle arrancado las cadenas al Manco Paz, del monumento de una plaza muy conocida. Eran cadenas de fundición gruesas. Hasta hoy no sé cómo hicimos para arrancarlas.
“Llegamos hasta la CGT, pero Torres y Tosco ya estaban cada uno en su gremio. A ellos los detienen. Ahí sabemos que los de Dinfia estaban peleando en la ruta 20; llegan más tarde a la plaza Colón y son los que ven los camiones del Ejército.
“Reculamos al barrio Clínicas, y esos son los momentos en que se quema la confitería Oriental, el Jockey Club, Xerox, Citröen. Comienza a caer la noche y la única iluminación era de los fuegos de las esquinas, porque los de Luz y Fuerza habían cortado la energía. Se barrica todo el Clínicas, como diez cuadras, con artillería en los techos, parecido a las invasiones inglesas pero además de piedras había molotovs.
“El ejército entró a eso de las 5 de la tarde a tiro limpio. Las columnas se habían replegado a los barrios, donde seguía la pelea. Se quemaron comisarías, patrulleros, la Terminal nueva que se estaba construyendo. El Ejército, desde el centro fue a los barrios toda la noche. Se sentían los tiros por toda la ciudad. Nosotros hicimos noche con unos compañeros en las barricadas, y me allanan a la madrugada. En el Clínicas, lleno de casas de estudiantes, pensiones, bolichones, siguió la resistencia todo el día 30. Recién a la tarde pudieron recuperar el barrio.
Nosotros ya teníamos la idea que venía metiendo el Partido del polvorín reseco de odio contra la dictadura. Porque entraron a aparecer otras versiones, como las que se habían vivido en los cuarteles, las de las reuniones entre sindicalistas y políticos, que ahora ya se conocen más. Y las versiones de los grupos guerrilleros. Para ellos al Cordobazo le faltaron 500 combatientes. Nosotros dijimos que ese día no nos habíamos planteado salir a tomar el poder. Salimos a pelear contra la dictadura. Y fue necesario el balance del Cordobazo que hace Gody Álvarez a las 48 horas, cuando dice “Después del 29 nada será igual”. Lo mismo le escuchamos a Otto Vargas días después, y no se equivocaron.

Hoy N° 1768 28/05/2019